¿Mediador o actor principal? El rol ambiguo de Estados Unidos en los conflictos del siglo XXI

Entre sanciones, despliegues militares y diplomacia, el gobierno de Trump redefine la política exterior estadounidense bajo el liderazgo de Marco Rubio como Secretario de Estado

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Una nueva doctrina: seguridad a través de disuasión activa

La reciente gira del Secretario de Estado Marco Rubio por Medio Oriente y Asia pone de manifiesto una evolución significativa en la política exterior estadounidense. Bajo la administración Trump, EE.UU. se está alejando del modelo multilateral clásico para asumir un protagonismo más directo. Información compartida entre mediadores del alto al fuego en Gaza ayudó a detectar un posible ataque de Hamas, demostrando una estrategia preventiva y de inteligencia conjunta que busca evitar tragedias antes de que ocurran.

Rubio celebró el éxito de esta acción, afirmando: “Ese es el objetivo: identificar la amenaza antes de que ocurra”. La cooperación internacional, señala, será clave en este nuevo enfoque, destacando el interés de países como Indonesia y Azerbaiyán en participar en una fuerza multinacional de estabilización para Gaza. No obstante, muchos gobiernos solicitan una resolución de apoyo de la ONU para poder intervenir sin interferir con sus propias políticas externas.

Ceasefire en Gaza: la pinza diplomática de EE.UU.

La coordinación con países como Qatar, Turquía y Egipto se plantea como esencial. La visita reciente de figuras clave como el vicepresidente JD Vance, Steve Witkoff y Jared Kushner subraya el compromiso estadounidense de fortalecer un acuerdo aún frágil que, según diversas fuentes militares, podría colapsar en cualquier momento.

El papel de Estados Unidos como mediador no es nuevo, pero la diferencia es la forma: esta administración prefiere presionar bilateralmente y, si es necesario, militarmente. Gen. Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, visitará Israel en los próximos días, cerrando una agenda diplomática de alto nivel en la región.

Colombia: sanciones como herramienta política

El conflicto entre EE.UU. y el presidente colombiano Gustavo Petro alcanzó un nuevo punto de fricción con la imposición de sanciones por supuestos vínculos con el narcotráfico internacional. Aunque Rubio aseguró que no se trata de una confrontación contra Colombia, sino contra la actitud “hostil” de su gobierno, la tensión diplomática ya es palpable.

Petro no tardó en responder: “Creen que soy un mafioso, pero he dedicado mi vida a combatir a la mafia”, dijo en X. Más allá del cruce retórico, lo cierto es que Colombia, siendo uno de los más estrechos aliados estratégicos en la región, se encuentra en una posición delicada.

El tablero venezolano y las movidas marítimas

La administración Trump ha intensificado su presencia en el Caribe y el Pacífico Oriental para frenar el tráfico de drogas, lo que muchos expertos interpretan como un movimiento indirecto contra Nicolás Maduro. Según Rubio, se trata de una operación antidrogas, pero enfatiza que el régimen venezolano “permite y participa en el envío de narcóticos”.

El despliegue incluye un portaviones con destino a Sudamérica —un claro mensaje para Caracas— y pone sobre la mesa el papel de otras naciones regionales como México, Ecuador y Trinidad y Tobago, colaborando en operaciones conjuntas.

China, Taiwán y la línea roja en el Pacífico

En el marco de la gira presidencial por Asia, está previsto un encuentro entre Trump y Xi Jinping. El temor entre analistas internacionales es que EE.UU. ceda terreno en Taiwán a cambio de ventajas comerciales. Rubio fue enfático: “Nadie está considerando eso. Taiwán no es moneda de cambio”.

Con las tensiones alcanzando niveles peligrosos en el estrecho de Taiwán, la confirmación de que Washington seguirá proveyendo asistencia militar a Taipéi podría tener consecuencias todavía impredecibles para el equilibrio regional en Asia.

Timor Oriental: pequeño país, gran paso

En un cambio de tono respecto al realismo crudo aplicado en otras regiones, Rubio celebró la integración de Timor Oriental a la ASEAN. Este país de apenas 1,4 millones de personas enfrenta desafíos monumentales: el 42% de su población vive por debajo del umbral de pobreza y dos tercios son menores de 30 años. No obstante, su adhesión es vista como símbolo de inclusión regional, abriendo puertas a tratados de libre comercio y nuevas oportunidades tecnológicas.

“Este no es el fin del camino, sino el principio de un nuevo capítulo”, expresó el primer ministro Xanana Gusmão. La promesa de diversificar la economía del país más joven de Asia Sudoriental —más allá del petróleo— marca un objetivo ambicioso pero esencial.

Análisis final: ¿Nuevo orden o vieja hegemonía disfrazada?

De lo observado en los últimos movimientos diplomáticos de EE.UU., se puede extraer un patrón de intervención preventiva, disuasión militar y juego bilateral intenso. Ya no se trata de encabezar vías multilaterales clásicas sino de construir coaliciones ad hoc para cada caso: un tipo de diplomacia muscular que combina disuasión, sanciones y alianzas estratégicas en distintas regiones.

Rubio emerge como una figura clave, no sólo como portavoz sino probablemente como arquitecto de una política exterior que se ve más interesada en la estabilidad pragmática que en la pureza democrática. Si bien la estrategia ha logrado ciertos objetivos inmediatos —como evitar atentados o presionar regímenes autoritarios—, deja como interrogante el costo a largo plazo: alianzas erosionadas, legitimidad internacional cuestionada y un equilibrio mundial aún más volátil.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press