Atenéums en Estados Unidos: Una travesía cultural entre libros ancestrales y comunidad moderna

Estas bibliotecas privadas del siglo XIX se reinventan como templos de sabiduría, historia e inclusión social

En una era en la que la inmediatez digital domina nuestra forma de relacionarnos con la información, existen lugares donde el tiempo parece detenerse. Bienvenidos al fascinante mundo de los atenéums, instituciones centenarias conocidas por ser templos del conocimiento y santuarios para los amantes de los libros, la reflexión y el arte. En este análisis exploramos una joya cultural poco conocida: los atenéums de Estados Unidos, con especial atención al emblemático Boston Athenaeum.

¿Qué es un atenéum?

La palabra "atenéum" proviene del griego Athenaion, en honor a Atenea, diosa de la sabiduría. A diferencia de las bibliotecas públicas modernas, los atenéums fueron concebidos como espacios privados apoyados por sus miembros, originalmente diseñados para promover la educación, la investigación y el arte entre las élites ilustradas de los siglos XVIII y XIX.

En Estados Unidos, estos espacios surgieron en ciudades como Boston, Providence y Salem, impulsados por comerciantes, médicos, abogados y artistas que vieron en la letra impresa y la conversación culta una herramienta de progreso comunitario.

El Boston Athenaeum: Historia viva entre libros y arte

Fundado en 1807, el Boston Athenaeum es una de las bibliotecas independientes más antiguas del país y un ejemplo excepcional del legado cultural de estas instituciones. Con más de 500,000 volúmenes, muchos de ellos anteriores a la Guerra Civil, su colección incluye desde primeras ediciones de Dickens hasta documentos pertenecientes a George Washington.

El lugar combina arquitectura neoclásica, arte escultórico y un diseño de museo que convierte una visita en una experiencia multisensorial. Una estatua en bronce de Atenea da la bienvenida a los asistentes, quienes pueden perderse en una maraña de pasillos, escaleras en espiral y rincones ocultos para lectura silenciosa.

Muchas bibliotecas fueron construidas para ser funcionales—esta fue construida para inspirar”, menciona John Buchtel, curador de libros raros. Su interior es tan imponente como acogedor, generando una emoción similar a la de ingresar a un templo de aprendizaje.

Más que libros: comunidad, arte e identidad

Los atenéums de hoy han evolucionado para convertirse en centros culturales inclusivos. Aunque originalmente estaban reservados para personas acomodadas, la mayoría ha abierto sus puertas al público mediante pases diarios o membresías accesibles. El Boston Athenaeum, por ejemplo, ofrece membresías entre $17 y $42 al mes, dependiendo del perfil del usuario.

Es el secreto mejor guardado de Boston: un oasis en medio de la ciudad”, opina Charlie Grantham, fotógrafa y usuaria habitual. Relata cómo descubrió este espacio durante un día comunitario gratuito, y cómo su atmósfera serena le permite reconectar consigo misma. Lo describe como un lugar donde aún puede encontrar placer en sostener un libro y leerlo de la manera tradicional.

Un museo vivo: libros, esculturas y memorias

Cada rincón del Boston Athenaeum respira historia. En sus 12 niveles se puede encontrar una rica exhibición de bustos de figuras históricas, retratos, esculturas y documentos fundacionales del país. Destaca una copia personal de George Washington del libro "Collection of the Speeches of the President of the United States", muestra de la íntima conexión entre la historia nacional y esta institución.

También se encuentra una de las primeras ediciones de Little Women de Louisa May Alcott y papeles encuadernados de Alexander Hamilton, todo parte de una colección rotativa que permite a los lectores explorar libremente y dejarse sorprender por descubrimientos inesperados.

Providence y otros atenéums hermanos

Otro ejemplo ilustrativo es el Providence Athenaeum en Rhode Island, famoso por su estructura inspirada en templos griegos y su acogedora atmósfera. Aquí, los visitantes deben subir una serie de escalones de granito antes de atravesar una puerta de madera gruesa que les lleva a un mundo oculto y cálido, impregnado del olor a papel antiguo y luz natural.

Jean Marie Procious, directora del Salem Athenaeum, destaca otro aspecto vital: la lucha contra la soledad. Según ella, estos espacios se han convertido en puntos de encuentro donde las personas pueden socializar sin necesidad de consumir, algo fundamental en tiempos de conexiones efímeras y aislamiento social.

Catalogando la memoria cultural de la nación

Además de conservar libros, estos templos literarios realizan un extraordinario trabajo en la preservación de documentos raciales y culturales históricos. En Boston, existe una colección de retratos del siglo XIX de figuras afroamericanas clave en la historia del abolicionismo, como Charles Lewis Mitchell y John V. de Grasse, del archivo personal de la activista Harriet Hayden.

Al mismo tiempo, se apuesta por dar visibilidad a artistas modernos. Recientemente, el Boston Athenaeum co-presentó una retrospectiva del pintor Allan Rohan Crite, quien capturó la realidad afroamericana de Boston con una sensibilidad y alegría únicas.

Un hogar para la sabiduría en el siglo XXI

Mientras muchas bibliotecas enfrentan retos por el auge de lo digital, los atenéums desafían la lógica de la obsolescencia. Demuestran que el deseo humano de explorar, aprender y conectar en espacios físicos cargados de simbolismo sigue intacto.

Matt Burriesci, director del Providence Athenaeum, lo resume perfectamente: “Es una cápsula del tiempo de los hábitos de lectura de la humanidad durante más de 200 años”.

En un mundo abrumado por algoritmos, estos espacios ofrecen algo que las pantallas aún no pueden replicar: sentido de pertenencia, belleza arquitectónica, historia palpable, y la posibilidad sencilla pero poderosa de perderse entre las páginas de un libro bien leído.

¿Vale la pena una membresía?

Para quienes viven o visitan ciudades como Boston o Providence, adquirir una membresía en alguno de estos atenéums puede ser una inversión invaluable. No sólo se accede a un acervo literario impresionante, también se entra a una red humana y cultural que enriquece el día a día.

Además, muchos ofrecen eventos exclusivos, acceso a exposiciones y actividades multiculturales, convirtiéndose en centros de vida intelectual más allá del préstamo de libros.

Un modelo que resiste el olvido

En Europa, muchos atenéums desaparecieron o se transformaron en museos o universidades. En EE.UU., sin embargo, algunas de estas instituciones continúan adaptándose al presente sin divorciarse de su pasado. La clave de su supervivencia parece radicar en su habilidad para ser, simultáneamente, un archivo de la sabiduría antigua y un refugio moderno.

Cuando entramos a un atenéum, nos enfrentamos a más que libros antiguos: entramos en diálogo con el pasado y el presente, celebramos las ideas y alimentamos un tipo de conocimiento que no se mide en clicks, sino en curiosidad, conexión y disfrute.

“La biblioteca no es un monumento. Es un organismo vivo donde los textos respiran, conversan y convocan”, dijo alguna vez Umberto Eco. Y en estos atenéums, sus palabras adquieren un eco casi literal.

Para más información sobre actividades, membresías o visitas guiadas: Boston Athenaeum | Providence Athenaeum

Este artículo fue redactado con información de Associated Press