El retorno del Latín a San Pedro: ¿Una nueva era para los católicos tradicionalistas bajo el Papa Leo XIV?

Después de años de restricciones impuestas por el Papa Francisco, los tradicionalistas celebran una histórica Misa en latín en el corazón del Vaticano gracias a la apertura del nuevo pontífice, el Papa Leo XIV.

Una celebración que despierta esperanzas

Este sábado, fieles católicos tradicionalistas de todo el mundo celebraron un evento que no podía imaginarse hace apenas tres años: la celebración de la Misa Tridentina —también conocida como la Misa en latín— en la majestuosa Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Más allá del ceremonial, esta liturgia marcó un giro simbólico en las políticas eclesiásticas bajo el nuevo Papa Leo XIV.

Cardenal Raymond Burke, uno de los referentes del catolicismo conservador en EE. UU., ofició la celebración, respaldada explícitamente por el Papa Leo XIV. Este gesto ha sido interpretado por muchos como un sincero intento del nuevo pontífice por reconciliar a las distintas sensibilidades dentro de la Iglesia Católica.

La batalla litúrgica: un conflicto de décadas

Las tensiones acerca de cómo se debe celebrar la Misa no son nuevas. Se remontan al Concilio Vaticano II (1962-1965), cuando la Iglesia introdujo reformas litúrgicas que incluyeron el uso de las lenguas vernáculas y cambios significativos en la orientación del altar y el papel del sacerdote.

Desde entonces, y especialmente entre los fieles más conservadores, ha habido una constante resistencia a estos cambios. Muchos consideran la Misa Tridentina —celebrada íntegramente en latín y con el sacerdote de espaldas a la congregación— como la forma más sagrada y reverente de rendir culto a Dios.

Un freno bajo Francisco

En 2007, el Papa Benedicto XVI intentó sanar estas divisiones mediante el documento Summorum Pontificum, que relajó las normas para celebrar la Misa en latín. "Lo que generaciones anteriores consideraron sagrado, también es grande y sagrado para nosotros", dijo entonces.

Sin embargo, en 2021, el Papa Francisco revirtió esta política mediante el motu proprio Traditionis Custodes, que impuso restricciones severas a la celebración del rito antiguo. Alegó que el uso excesivo del latín alentaba divisiones internas y erosionaba la unidad de la Iglesia.

Las celebraciones de la Misa en latín pasaron a depender de la aprobación del Vaticano para cada nuevo sacerdote o templo que quisiera incorporarla. Esto generó frustración entre millones de fieles. "Nos sentimos huérfanos", dijo Christian Marquant, organizador de las peregrinaciones tradicionales a Roma.

Leo XIV: un nuevo tono desde la cúpula

En julio de 2025, fue elegido el Papa Leo XIV, el primer pontífice estadounidense de la historia. Desde el inicio de su papado, prometió trabajar por la unidad y la sanación dentro de una Iglesia fracturada por disputas ideológicas y litúrgicas.

Uno de sus primeros gestos concretos fue permitir, por primera vez desde 2020, la celebración de la Misa tradicional en San Pedro. Tras reunirse con el cardenal Burke, Leo autorizó personalmente la ceremonia, desmarcándose así del hermetismo del período anterior.

“Estoy muy esperanzado,” comentó Rubén Peretó Rivas, profesor argentino y organizador de la peregrinación. “Las primeras señales del Papa Leo son de un verdadero diálogo.”

¿Una política de cambio silencioso?

James Rodio, psiquiatra de Ohio y padre de tres hijos, ha asistido a la Misa en latín durante casi 30 años. Relata una experiencia de fe profundamente enraizada en la reverencia y la estética. "Me impresionó la belleza, el simbolismo en los gestos, y por supuesto, el contenido", explicó.

Aunque la Misa Tridentina continuó en Cleveland con permisos especiales, las restricciones de Francisco se sintieron duramente. “Tras tanto tiempo, de repente nos dijeron que ya no era válida. Fue un golpe emocional muy fuerte”, expresó Rodio.

Sin embargo, Rodio ahora ve con optimismo el liderazgo de Leo XIV. Asegura que el Papa no tiene que revertir oficialmente las decisiones anteriores, sino simplemente facilitar las autorizaciones desde la Congregación para el Culto Divino. De hecho, la diócesis de Cleveland ya ha recibido una extensión de dos años para seguir celebrando el rito tradicional.

Documentos filtrados y tensiones internas

Curiosamente, documentos vaticanos filtrados en julio de 2025 pusieron en duda la reconstrucción histórica que justificó las medidas de Francisco. Mientras el papa emérito decía actuar según "los deseos de los obispos consultados en 2020", los documentos mostraban que la mayoría se oponía a restricciones más severas.

“Advertimos que limitar el rito antiguo podría hacer más daño que bien”, decía uno de los documentos filtrados procedente de una diócesis europea. Esto alimentó aún más las críticas hacia las políticas restrictivas y subrayó la necesidad de un enfoque de reconciliación como el propuesto por Leo XIV.

Más allá de la liturgia: una cuestión identitaria

El conflicto sobre la Misa en latín trasciende lo litúrgico. Toca elementos esenciales de identidad, tradición y pertenencia. Para muchos fieles, la Misa Tridentina es una conexión directa con 16 siglos de historia católica ininterrumpida.

Otros, especialmente desde corrientes más progresistas, ven el uso del latín como una forma de elitismo religioso o incluso de resistencia a las reformas necesarias en temas como los derechos de las mujeres, la inclusión LGTBQ+ y el diálogo interreligioso.

Este equilibrio es delicado, y el Papa Leo XIV parece entender la necesidad de actuar desde el respeto y la escucha. No se trata solo de restaurar una liturgia, sino de regenerar la confianza entre sectores con visiones muy distintas del mismo credo.

Un papa entre dos mundos

Leo XIV, con su estilo más conciliador, enfrenta el desafío de liderar una Iglesia global con múltiples fracturas. Por un lado están los fieles tradicionalistas que añoran estructuras firmes, ritos antiguos y doctrinas claras. Por otro, los creyentes progresistas que aspiran a una Iglesia más abierta y receptiva a los problemas modernos.

Su elección misma fue una señal de cambio, al recibir un apoyo amplio dentro del colegio cardenalicio. Desde el principio, declaró que su papado aspiraría a la paz y la sanación. Decisiones como autorizar la Misa en latín en San Pedro no constituyen aún una política formal, pero sí trazan una línea clara: el diálogo es posible.

Horizontes abiertos

Por ahora, los fieles tradicionalistas tienen razones para celebrar. No se han derogado las restricciones de 2021, pero el gesto de Leo XIV sugiere un clima más favorable para el pluralismo litúrgico.

“Mi intuición es que Leo hará mucho al no hacer mucho públicamente”, concluye Rodio. Y quizá ahí resida su sabiduría: dar pasos firmes pero discretos hacia una Iglesia más inclusiva de su propia historia, tradición y diversidad interna.

Si el futuro les permitirá una coexistencia saludable de ritos y sensibilidades, dependerá del espíritu de humildad y empatía de todos los que integran el vasto cuerpo eclesial. Por ahora, una página nueva se ha empezado a escribir: en latín, pero con voz universal.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press