La crisis de los migrantes en el Reino Unido: una bomba social y política que sigue sin solución
El caos por la liberación errónea de un migrante condenado por agresión sexual reaviva el debate sobre la inmigración y el asilo en el Reino Unido
Un caso que encendió una chispa latente
El Reino Unido vuelve a estar en el ojo del huracán en materia de migración. El incidente reciente que involucra al solicitante de asilo etíope Hadush Gerberslasie Kebatu, condenado por la agresión sexual de una menor y mal liberado por error, no es un hecho aislado. Es, en cambio, el reflejo de un sistema fallido, sobrecargado y desconectado de la realidad social.
Kebatu, de 38 años, fue liberado por error de la prisión de Chelmsford en Essex, cuando debía haber sido trasladado a un centro de detención migratoria. Esta liberación provocó una feroz reacción pública, especialmente en la localidad de Epping, donde tuvo lugar el crimen, y donde se intensificaron protestas frente al hotel Bell, utilizado para albergar a solicitantes de asilo.
El contexto migratorio británico: entre la necesidad y la controversia
Desde hace años, el Reino Unido ha lidiado con un número creciente de migrantes que llegan de manera irregular, principalmente a través del Canal de la Mancha en embarcaciones precarias. De acuerdo con datos del Ministerio del Interior británico (Home Office), en 2023 más de 45,000 personas cruzaron el Canal, un aumento considerable frente a los 28,500 registrados en 2021.
Si bien muchos de estos migrantes provienen de países en guerra o regímenes represivos —Afganistán, Siria, Eritrea, Irán—, el control de sus estatus legales ha sido errático, lento y politizado. La política de alojarlos en hoteles mientras se procesa su solicitud de asilo ha generado fuertes críticas tanto del público como de los gobiernos locales.
El caso Kebatu: una figura explosiva en el debate
El caso de Kebatu se ha transformado en una mecha encendida para el debate social. En septiembre fue condenado a un año de prisión por cinco cargos, incluida la agresión sexual de una niña de 14 años, ocurrida a solo una semana de haber llegado al país por mar. La indignación pública fue inmediata y el caso se convirtió en combustible para movimientos antimigrantes.
Se intensificaron protestas en Epping y otras ciudades, muchas lideradas por grupos de extrema derecha como Britain First o Patriotic Alternative. Estas organizaciones aprovecharon el incidente para reforzar su retórica de “invasión migratoria” y “fracaso del multiculturalismo”. A su vez, movimientos antirracistas como Stand Up to Racism convocaron contramanifestaciones, aumentando el grado de polarización en la sociedad británica.
Una cuestión de seguridad pública... ¿o de política errática?
La policía de Essex, junto con otras fuerzas regionales, sigue buscando a Kebatu, revisando horas de imágenes de CCTV. Esta operación multidisciplinaria revela el fallo no solo administrativo, sino también estructural. ¿Cómo es posible que un individuo detenido por un delito grave haya sido liberado por "error de clasificación"?
“Está claro que esto ha causado preocupación en el público, y estamos comprometidos a localizarlo y arrestarlo lo antes posible”, afirmaron en un comunicado. Mientras tanto, se ha iniciado una investigación en el Servicio Penitenciario, y el oficial responsable de la liberación ha sido suspendido.
La política de hoteles: ¿una solución temporal o una crisis perpetua?
El Reino Unido ha estado utilizando hoteles como alojamiento temporal para migrantes desde el inicio de la pandemia de COVID-19, cuando los centros tradicionales de acogida comenzaron a quedarse cortos. Actualmente, según cifras del Home Office, más de 50,000 personas están alojadas en estas condiciones, un costo estimado de £6 millones diarios para el erario público.
El colapso del sistema de procesamiento de asilo, con demoras que pueden exceder los 18 meses, ha convertido esta política temporal en un sistema arbitrario y cuestionado. Muchas comunidades locales se enteran de que un hotel aloja migrantes solo cuando comienzan los traslados.
¿Migración o criminalidad?: el peligro de la generalización
Casos como el de Kebatu, aunque alarmantes, no representan la norma. Numerosos estudios han demostrado que los inmigrantes tienen una tasa de criminalidad comparable o incluso inferior a la de los ciudadanos nativos. Un informe del Migration Observatory de la Universidad de Oxford subraya que “no hay suficiente evidencia para relacionar directamente el incremento migratorio con el aumento de delitos”.
Sin embargo, en un clima de tensiones sociales y crisis económica, la percepción pública no siempre responde a los hechos. Las filtraciones mediáticas sobre delitos cometidos por migrantes, especialmente si implican violencia sexual, tienen un efecto devastador y amplifican políticas populistas o punitivas.
El dilema moral y político del gobierno
El gobierno laborista del Reino Unido se encuentra atrapado entre la necesidad de respetar sus obligaciones legales y humanitarias internacionales, y el creciente descontento popular. La presión por endurecer las políticas migratorias se ha traducido en propuestas como enviar solicitantes de asilo a Ruanda, medida promovida recientemente por altos funcionarios como una “solución disuasoria”.
Estas políticas han sido denunciadas por organizaciones como Amnistía Internacional y el Consejo de Refugiados del Reino Unido, que las consideran “inhumanas y posiblemente ilegales bajo la Convención de Ginebra”.
¿Existe salida a esta espiral?
- Procesamiento acelerado: Modernizar y agilizar los procedimientos de asilo para reducir el tiempo de espera de manera transparente.
- Redistribución equitativa: No concentrar a los migrantes en comunidades específicas sin preparación ni consulta local.
- Comunicación clara con el público: Desarrollar campañas de información que expliquen hechos sobre la migración, sus beneficios y riesgos reales.
- Responsabilidad administrativa: Asegurar que errores como el del caso Kebatu no vuelvan a repetirse.
Una bomba de tiempo para el multiculturalismo británico
El Reino Unido ha sido históricamente un país abierto a la migración, desde los refugiados judíos en la Segunda Guerra Mundial hasta los migrantes del Caribe (Windrush) y el sureste asiático. Sin embargo, el contexto actual —marcado por el Brexit, el aumento de los discursos extremistas y la polarización social— requiere una estrategia inteligente, humana y efectiva.
El caso Kebatu ha encendido alarmas, pero no debe ser utilizado como excusa para criminalizar a miles de personas que huyen del hambre, la guerra o la persecución. Corresponde tanto al gobierno como a la sociedad civil evitar que un proceso de integración migratoria necesario se convierta en un campo de batalla político.
