Brasil le gana el round a EE.UU. en la guerra comercial de la soya
Mientras China cierra sus puertos a los agricultores estadounidenses, los productores brasileños saborean una inesperada bonanza en el mercado global de la soya
Una oportunidad sembrada en conflicto
Cuando el agricultor brasileño Andrey Rodrigues decidió ampliar su producción de soya para la próxima cosecha, no fue producto del azar o condiciones climáticas favorables, sino de una guerra comercial en la que su país no es protagonista directo, pero sí gran beneficiado. El enfrentamiento arancelario entre Estados Unidos y China ha cerrado las puertas del gigante asiático a las exportaciones agrícolas estadounidenses, y ha abierto otras, muy grandes, para Brasil.
China dejó de importar soya proveniente de Estados Unidos durante septiembre, marcando la primera vez desde noviembre de 2018 que eso ocurre. La explicación radica en las represalias arancelarias de Pekín hacia Washington: un impuesto total de hasta 34% sobre la soya estadounidense, frente a un costo más bajo de la brasileña. Con más del 70% de la participación en las importaciones chinas de soya en 2024, Brasil ya tenía ventaja. Ahora, con EE.UU. fuera de la ecuación, la demanda por parte de China se dispara.
Las cifras del campo: producción récord a la vista
El Ministerio de Agricultura de Brasil indicó en octubre que se espera que la siguiente cosecha de soya alcance los 178 millones de toneladas métricas, un incremento del 3.6% respecto al año anterior. Esta cifra podría aumentar aún más debido al crecimiento sostenido de la demanda china. De enero a agosto, el país sudamericano exportó 77 millones de toneladas a China, mientras EE.UU. sólo logró enviar 17 millones, según datos aduaneros chinos.
Rodrigues, como otros productores en el estado de São Paulo, está capitalizando esta oportunidad única. “Este conflicto abre una posibilidad para nosotros”, aseguró mientras ponía en marcha su proceso mecanizado de siembra en Santa Cruz do Rio Pardo. “Hay que estar atentos en momentos como este. Aprovechar para vender futuros y asegurar clientes ahora.”
El músculo diplomático y el capital político de Lula
El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha sabido aprovechar el momento. La relación cercana con su homólogo chino Xi Jinping ha contribuido a estrechar lazos comerciales. Aunque algunos productores rechazan atribuir su bonanza a decisiones políticas, el hecho de que Brasil tenga una relación amigable con China, a diferencia de EE.UU. o incluso Argentina con su nuevo presidente Javier Milei, no puede ser ignorado.
Livio Ribeiro, economista y analista del think tank Fundación Getulio Vargas, sostiene que esta preferencia china es más pragmática que ideológica: “China está actuando en el corto plazo, buscando proveedores alternativos. Brasil tiene ventaja no sólo por volumen, sino también por relaciones políticas estables”.
Puertos vacíos, silos llenos: el declive estadounidense
Mientras tanto, los agricultores estadounidenses enfrentan un panorama desolador. Los datos son elocuentes: de enero a septiembre de 2025, los barcos de EE.UU. que descargaron grano en un puerto clave de China cayeron 56% en comparación con el año anterior, pasando de 72 a apenas 32. Desde julio de ese año, la cifra ha sido cero.
Kevin Cox, productor en Indiana, afirma que el enfoque debe cambiar: exportar a otros países como Corea del Sur o Filipinas y fomentar el consumo interno a través de biodiésel y otros derivados. “En mis visitas a China, me han dicho que lo primordial es el precio. Y si EE.UU. no lo da, simplemente miran hacia otro lado”, asegura Cox.
Otros como Glen Groth, agricultor en Minnesota, adoptan una postura más estoica. “Esto no es una catástrofe. Las condiciones climáticas y políticas cambian. Hay que adaptarse”, comenta. A su favor, destaca que logró vender su producción a buenos precios, capitalizando la infraestructura fluvial del Mississippi.
¿Oportunidad o dependencia a futuro?
La dependencia china también plantea riesgos. Un funcionario del Ministerio de Industria y Comercio de Brasil advirtió que, aunque la demanda de China es fuerte ahora, hay señales de que podrían retrasar la confirmación de compras para 2026 en espera de precios más bajos. Esto presiona a Lula para diversificar sus compradores en Asia, un mercado en auge.
“La idea es no depender de un solo socio comercial, incluso si ese socio es China”, indicó el funcionario, quien pidió anonimato. La lógica es clara: el precio actual favorece a Brasil, pero si China decide negociar con países como Argentina o Uruguay, el boom podría devenir en burbuja.
Una visión desde el campo: entre ética y pragmatismo
Rodrigues ofrece una reflexión ética inusual en la retórica agrícola global: “Seamos honestos, aprovechar mientras otros pierden no es agradable. Tiene que haber armonía. No se trata solo de hacer dinero, sino de hacer las cosas bien”. Su visión plantea una pregunta profunda: ¿puede el éxito de unos estar desligado de la desgracia de otros en la economía mundial actual?
¿Estados Unidos contra las cuerdas?
El panorama estadounidense no sólo implica pérdida de mercado. El mercado interno de la soya también sufre debido a una combinación peligrosa: tarifas chinas elevadas, sobreproducción, menores subvenciones gubernamentales y costos crecientes. Algunos economistas temen que muchos pequeños agricultores no soportarán esta presión prolongada.
El American Soybean Association ya emitió alertas sobre el impacto devastador de los aranceles, pidiendo a su gobierno una revisión profunda de la estrategia comercial con China. Pero con la retórica cada vez más tensa entre ambas potencias, resulta optimista creer en una solución pronta.
La batalla geoeconómica detrás del cultivo
Más allá del grano, la guerra comercial simboliza mucho más: el pulso por el dominio del comercio agrícola global, un enfrentamiento que ya reconfigura alianzas, mercados y patrones geopolíticos. Brasil, gracias a su geografía, clima y ahora política exterior, puede ubicarse como un actor protagónico entre los países abastecedores del mundo.
Pero el relato no es únicamente económico. En el fondo, es un espejo de un mundo interdependiente donde un decreto arancelario puede cambiar el rumbo de una cosecha a 10 mil kilómetros de distancia. Y donde un país como Brasil puede transformarse de espectador a vencedor gracias a una cosecha sembrada en rumores de guerra y desconfianza.
“La geopolítica no se juega solo en foros internacionales ni con misiles. A veces se define en cuántos granos puede exportar un país y a qué precio”, concluye Ribeiro. Y hoy, Brasil tiene la ventaja en ese tablero.
Imagen destacada: Soybean farmers in Brazil capitalise on U.S tariffs, selling soybeans to the Chinese market. (Thiago Mostazo, Maycron Abade y Obed Lamy)
