El precio del silencio: la NCAA enfrenta un veredicto histórico por negligencia en conmociones cerebrales
Un jurado en Carolina del Sur ordena pagar $18 millones a una exestrella universitaria de fútbol americano y su esposa por los efectos devastadores de las conmociones no advertidas
Una batalla de décadas que termina en un tribunal
Después de más de 40 años desde que jugó su último partido universitario, Robert Geathers, exjugador defensivo de la Universidad Estatal de Carolina del Sur, finalmente vio justicia en una sala de juicio. Un jurado en el condado de Orangeburg, Carolina del Sur, determinó hace pocos días que la National Collegiate Athletic Association (NCAA) fue negligente al no advertir sobre los riesgos de las conmociones cerebrales, otorgando una compensación de $18 millones a Geathers y su esposa, Debra.
Este veredicto representa una grieta magnánima en la armadura legal de la NCAA, y sus implicaciones van más allá del caso individual. ¿Es este el inicio de una ola de demandas que podría cambiar el fútbol americano universitario para siempre?
Robert Geathers: de promesa universitaria a lucha diaria con la demencia
Geathers jugó como defensa en la universidad desde 1977 hasta 1980. Fue un atleta destacado en su facultad, una de las históricas Historically Black Colleges and Universities (HBCU por sus siglas en inglés), pero nunca imaginó que cada golpe a la cabeza en entrenamientos y partidos tendría un precio tan alto décadas después.
Con 68 años, vive hoy con síntomas severos de demencia, dificultad para realizar tareas básicas como vestirse o preparar su comida, y ha sido diagnosticado con síntomas compatibles con encefalopatía traumática crónica (CTE), una enfermedad degenerativa cerebral que afecta a muchos exjugadores de fútbol americano. Lo trágico del diagnóstico es que sólo puede confirmarse post mortem.
Su esposa Debra, quien ha asumido el rol de cuidadora a tiempo completo, recibió $8 millones del veredicto, mientras que Geathers fue compensado con $10 millones. «Se sintió bien poder abrazar a Debra Geathers. Ella puede volver a casa y contarle a su esposo una buena noticia», declaró el abogado de la pareja, Bakari Sellers, tras conocerse el resultado del juicio.
La NCAA lo sabía desde 1930… y no dijo nada
Uno de los momentos claves del juicio fue la revelación, por parte de la defensa, de que la NCAA tenía conocimiento desde la década de 1930 de los riesgos directos que las conmociones cerebrales representan para la salud. Sin embargo, esta información se ocultó a los jugadores y entrenadores durante décadas.
«Todo lo que sabían, lo ocultaron», declaró Sellers durante el juicio. Y agregó: «Su trabajo era proteger a estos muchachos. Fracasaron».
El jurado determinó que la NCAA aumentó de manera irrazonable los riesgos de impacto en la cabeza para Robert Geathers al no advertir debidamente ni ofrecer protocolos de protección. Además, se estableció que la NCAA asumió, de forma voluntaria, el deber de proteger la salud de los jugadores, y violó este deber de manera negligente.
La defensa de la NCAA: "los golpes en la cabeza son inherentes al juego"
Por su parte, los abogados defensores de la NCAA argumentaron que hay otros factores de salud que influyen en los síntomas de Geathers. Andy Fletcher, el abogado principal del organismo, afirmó: «Los impactos en la cabeza son inherentes al juego. No se pueden eliminar del fútbol».
Fletcher intentó desviar la responsabilidad hacia los comités representativos de las universidades miembro, los que, según él, eran los encargados de proponer cambios en la normativa y estándares médicos de seguridad.
No obstante, el jurado no encontró convincentes estos argumentos. Decidió que la NCAA, como órgano rector del fútbol universitario, tenía obligaciones éticas y legales ineludibles que no cumplió, con consecuencias devastadoras para la vida de muchas personas.
Reacciones mixtas y posibles implicaciones futuras
Tras conocerse el veredicto, Greg Johnson, vocero de la NCAA, sostuvo que la organización «no está de acuerdo con la decisión del jurado» y que está preparada para presentar recursos post-juicio e incluso apelar si fuera necesario.
Johnson agregó además que «la NCAA ha salido victoriosa en todos los demás juicios por jurado en el país sobre estos temas», y sostuvo que los estándares de seguridad actuales seguían la información científica disponible en su momento.
Sin embargo, este caso podría convertirse en el precedente que necesitaban otros exjugadores para alzar la voz. Según datos del Boston University CTE Center, más del 90% de los exjugadores de fútbol profesional diagnosticados post mortem con CTE habían jugado también a nivel universitario. Esto indica un riesgo sistémico en la etapa formativa de sus carreras.
¿Qué es la CTE y cómo afecta a los exjugadores?
La encefalopatía traumática crónica es una enfermedad cerebral progresiva y degenerativa causada por repetidos traumatismos craneales. Está asociada al deterioro cognitivo, problemas de humor, pérdida de memoria, comportamiento agresivo, demencia y tendencia al suicidio.
Esta enfermedad ha sido ampliamente documentada en exjugadores de fútbol americano. Casos como el de Junior Seau, quien se quitó la vida en 2012 y fue diagnosticado con CTE post mortem, han encendido las alarmas sobre los riesgos a largo plazo del deporte.
La dificultad de su diagnóstico (sólo es posible después de la muerte) limita las medidas preventivas en el presente, por lo que la información y la prevención son la única arma disponible en vida.
¿Y ahora qué? Nuevas políticas y mayor protección
Este fallo podría provocar un efecto dominó. Si bien hasta el momento la NCAA ha evitado consecuencias legales en otros juicios, el caso Geathers puede abrir la puerta a futuras demandas, especialmente si se demuestra sistemáticamente que la organización ocultó información vital durante años.
Expertos en derecho deportivo consideran que la NCAA deberá reformar sus protocolos de salud en la gestión de conmociones cerebrales, incluyendo:
- Evaluaciones médicas obligatorias y regulares
- Mayor capacitación a entrenadores y personal médico
- Límites estrictos de contacto físico en entrenamientos
- Seguimiento post-universitario de la salud de exjugadores
Una victoria con sabor a amargo
El fallo no revertirá el sacrificio que Robert y Debra Geathers han hecho a lo largo de las décadas. Sin embargo, resulta un triunfo simbólico y legal para una pareja que simplemente pidió justicia. «Es una victoria para todos los jugadores que alguna vez confiaron en el sistema y fueron abandonados», dijo Sellers.
Queda por ver si este veredicto será un punto de inflexión para el fútbol americano universitario. Pero una cosa está clara: el silencio dejó de ser una opción.
