Entre errores judiciales y represión política: El rostro de la injusticia en Reino Unido y Yemen
Dos casos recientes exponen las debilitadas estructuras judiciales y el trato desigual hacia los migrantes y las mujeres bajo sistemas fallidos y autoritarios
Dos errores que sacuden sistemas judiciales frágiles
En apenas una semana, dos noticias desde distintos rincones del mundo—Reino Unido y Yemen—han traído de vuelta un tema urgente: cómo los errores del sistema judicial y la represión política afectan particularmente a los más vulnerables, ya sean migrantes o mujeres. Este artículo es un análisis de dos hechos aparentemente desconectados, pero enraizados en una misma tragedia: la fragilidad de la justicia y cómo esta se convierte en agente de abuso.
El caso Hadush Gerberslasie Kebatu: una liberación involuntaria que enfurece a Reino Unido
El 19 de abril de 2024, las autoridades británicas anunciaron la recaptura del ciudadano etíope Hadush Gerberslasie Kebatu, quien había sido liberado por error de una prisión en Chelmsford, Essex. La noticia, más allá de ser un fallo logístico, tomó tono político y mediático debido a los antecedentes del detenido: Kebatu fue condenado en septiembre de 2023 a 12 meses de prisión por varios delitos, entre ellos la agresión sexual de una menor de 14 años apenas días después de haber llegado al país por vía marítima.
La liberación de Kebatu provocó protestas masivas y controversias políticas, tras conocerse que el individuo debía haber sido transferido a un centro de detención de inmigrantes, no liberado. El hecho fue considerado un reflejo de la ineficiencia estructural del sistema penitenciario británico y, a su vez, sirvió de munición para grupos antiinmigrantes que ya organizaban manifestaciones en la ciudad de Epping, lugar donde Kebatu se hospedaba.
La respuesta política y social a un error judicial
Grupos de extrema derecha aprovecharon el error como símbolo de su narrativa sobre la crisis migratoria y la inseguridad. Mientras tanto, organizaciones como Stand Up to Racism realizaron contraprotestas ante la oleada de odio que se desató contra hoteles donde se alojaban solicitantes de asilo.
Según cifras del Ministerio del Interior británico, en 2023 llegaron más de 52,000 solicitantes de asilo al Reino Unido, muchos de ellos provenientes de zonas de conflicto. La política migratoria del gobierno ha estado bajo fuerte presión, y este error puntual sirvió para alimentar un debate ya encendido.
Contraste extremo: el caso de Intisar al-Hammadi en Yemen
Mientras Europa se polariza con la crisis migratoria, en la otra punta del planeta, Yemen fue noticia por la liberación de la actriz y modelo Intisar al-Hammadi, quien pasó casi cinco años en prisión bajo un régimen que ha sido calificado como opresor y misógino.
La joven, de 25 años y madre proveedora de su familia, fue sentenciada por el tribunal controlado por los rebeldes hutíes por "actos indecentes" y posesión de drogas, cargos que organizaciones como Human Rights Watch describieron como arbitrarios y violatorios del debido proceso.
Una modelo convertida en símbolo de la opresión
Nacida de madre etíope y padre yemení, Al-Hammadi se había convertido en modelo reconocida en el país y también apareció en dos series dramáticas en la televisión local antes de ser capturada. Su caso refleja fielmente la situación general de las mujeres bajo el régimen hutí: represión, control y castigo por no encajar en los parámetros religiosos y sociales del grupo insurgente, financiado por Irán.
Desde 2014, los hutíes controlan gran parte del norte del país, incluida la capital, Saná. Desde entonces, Yemen se ha visto envuelto en una devastadora guerra civil que ha cobrado, según Naciones Unidas, más de 377,000 vidas, directa e indirectamente, y ha dejado al país en la peor crisis humanitaria del planeta.
Justicia como herramienta de opresión política y machismo institucionalizado
En ambos casos, aunque con contextos diferentes, aflora una coincidencia preocupante: el uso del sistema judicial no como herramienta de equidad, sino como instrumento de control social y político. En Reino Unido, la falla judicial alimentó una narrativa violenta y racista, mientras que, en Yemen, una artista fue encarcelada por desafiar normas impuestas por un gobierno de facto represivo.
En palabras del abogado Khalid al-Kamal, quien defendió a Al-Hammadi: “Este caso nunca fue simplemente legal; fue político y social desde el principio. Lo que se castigó no fue un delito, sino una forma de vida”.
Cuando el género y el origen definen la aplicación de la ley
No es casualidad que ambos protagonistas compartan cierta matriz: Al-Hammadi es mujer, africana, trabajadora del espectáculo, cabeza de familia. Kebatu es hombre, africano también, migrante irregular. Ambos navegaron sistemas donde el género, el origen y la posición social determinaron tanto sus juicios como la reacción del público y de las instituciones.
Doble vara: lo que marca la diferencia en la justicia
En Reino Unido, un error burocrático con consecuencias graves se enfrenta con promesas de reformas carcelarias. En Yemen, donde no hay garantías procesales, la simple liberación de una mujer castigada por actuar y modelar es vista como "victoria".
¿Cuánto valor tiene la palabra “justicia” si para algunos significa libertad y para otros, castigo? ¿Y cómo puede combatirse un sistema que, tanto en democracias liberales como en autocracias, utiliza fallas judiciales para oprimir minorías o reforzar ideologías?
Lecciones desde dos extremos
Lo que une los casos de Kebatu y Al-Hammadi es cómo el sistema se convierte no en garante de derecho, sino en un actor más del desequilibrio social. En Reino Unido, la presión de protestas ciudadanas influenciada por el extremismo amenaza con desdibujar los límites entre justicia pública y vulneración de derechos humanos. En Yemen, mientras tanto, la represión constante recuerda que, sin separación de poderes, el castigo se vuelve herramienta cotidiana para dominar.
Reflexiones para una justicia inclusiva y preventiva
La solución no vendrá sólo de reformas legales. Requiere de educación social, rigurosidad institucional y una visión humanitaria que sitúe en el centro a los más vulnerables. Las vidas de personas como Al-Hammadi y Kebatu no pueden ser narradas únicamente desde la prisión o la liberación equivocada. Deben ser vistas como advertencias de un sistema que aún no se parece a su ideal de equidad.
Como bien dijo la activista yemení Tawakkol Karman, premio Nobel de la Paz: “La justicia no es sólo ausencia de abusos, es presencia de esperanza”.
