Tensiones y símbolos: El poder naval de EE. UU. frente a Venezuela y la diplomacia de Trump en Asia

El destructor USS Gravely en Trinidad y Tobago, el juego geopolítico contra Maduro y la estrategia de Japón con Trump: ¿fuerza militar o diplomacia comercial?

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La región del Caribe y el continente asiático fueron recientemente los escenarios de dos capítulos clave en la narrativa geopolítica de Estados Unidos liderada por Donald Trump. La primera, la llegada del destructor USS Gravely a Puerto España, Trinidad y Tobago. La segunda, un sutil intento diplomático desde Japón para suavizar tensiones comerciales mediante... camiones Ford.

Presión militar en el Caribe: El USS Gravely cerca de Venezuela

El arribo del USS Gravely, un destructor lanzamisiles estadounidense, a la capital de Trinidad y Tobago no fue una simple visita técnica. El buque de guerra es parte de una operación más amplia de Estados Unidos para aumentar la presión sobre el presidente venezolano Nicolás Maduro. Curiosamente, esta operación coincide con el acercamiento del portaaviones USS Gerald R. Ford a aguas cercanas a Venezuela.

De acuerdo con funcionarios del gobierno estadounidense y de Trinidad y Tobago, el destructor permanecerá en el país caribeño hasta el jueves, participando en ejercicios conjuntos de entrenamiento y cooperación en materia de seguridad. Sin embargo, la visita del Gravely ha generado polémica dentro de la sociedad civil local.

Un rechazo visible desde sectores trinitenses

David Abdulah, líder del partido Movimiento por la Justicia Social, calificó la visita como una "abominación", argumentando el peligro de tener un buque armado a solo millas de una nación en abierta tensión con Estados Unidos. Y agregó:

“Esta es una nave de guerra en Trinidad, la cual estará anclada por varios días, a escasos kilómetros de Venezuela en un contexto de amenaza militar. Eso no es aceptable”.

La Caricom, el bloque de naciones del Caribe del cual Trinidad y Tobago forma parte, ha abogado por el diálogo como vía para resolver las tensiones, en contraste con el enfoque militarista adoptado por el gobierno de Trump. Sin embargo, la ex primera ministra Kamla Persad-Bissessar defendió la presencia estadounidense, señalando que "el Caribe no es una zona de paz" debido a los niveles crecientes de crimen regional.

Críticas entre amenazas y diplomacia

La llegada del buque también coincide con una advertencia emitida por la Embajada de Estados Unidos en Trinidad y Tobago, la cual pidió a los ciudadanos estadounidenses mantenerse alejados de instalaciones gubernamentales debido a una posible amenaza contra ciudadanos estadounidenses en el país. El contexto, por tanto, no dista de ser tenso y delicado.

Aun así, desde el cuerpo diplomático, Jenifer Neidhart de Ortiz, encargada de negocios de la Embajada de EE. UU., comunicó que las maniobras marítimas tienen como objetivo “enfrentar amenazas transnacionales como el crimen organizado” y fortalecer la capacidad de respuesta humanitaria de ambos países.

Trump vs Maduro: la narrativa del crimen organizado

En medio de estas maniobras militares, el presidente Donald Trump acusó sin ofrecer pruebas a Nicolás Maduro de liderar el grupo delictivo transnacional Tren de Aragua. La acusación, cargada de matices políticos, fortalece el discurso de agresión para justificar el despliegue naval en la región.

Asia como contrapeso: la estrategia diplomática de Japón

Mientras tanto, en el otro extremo del mundo, Japón está desplegando su propia estrategia para enfrentar tensiones comerciales con EE. UU. La recién elegida primera ministra japonesa Sanae Takaichi, aliada del fallecido Shinzo Abe, busca construir una relación sólida con Trump como vía para reducir la presión arancelaria impuesta por la administración estadounidense.

Una de las propuestas más inusuales, aunque simbólicamente poderosas, incluye la posible compra de camiones Ford F-150 por parte del gobierno japonés. El objetivo sería demostrar buena voluntad y abrir un canal más favorable para la negociación comercial.

¿Ford F-150 en Tokio? Un gesto más simbólico que real

Esta medida ha levantado cejas tanto en Tokio como en Washington. Las calles japonesas, reconocidas por su estrechez y eficiencia urbana, parecen poco compatibles con los grandes camiones estadounidenses. Sin embargo, Trump se mostró complacido:

“Ella tiene buen gusto. Esos camiones son increíbles”, comentó el mandatario desde el Air Force One.

Según el periódico Nikkei, el gobierno japonés evalúa usar los F-150 en tareas como inspecciones de infraestructura o carreteras.

El legado de Shinzo Abe como puente

Takaichi no es ajena a la importancia de construir una imagen favorable frente a EE. UU. Durante su conversación con Trump en pleno vuelo, le recordó su cercanía con Shinzo Abe, quien durante su mandato regaló a Trump un costoso palo de golf, símbolo del inicio de una amistosa relación diplomática que trascendía lo político.

“Le dije al presidente que espero con ansias su llegada a Tokio. Él me recuerda y reconoce mi vínculo con Abe”, sostuvo Takaichi.

Inversiones japonesas a cambio de aranceles reducidos

En septiembre, Japón acordó invertir 550 mil millones de dólares en EE. UU., lo cual llevó a que Trump redujera de 25% a 15% los aranceles propuestos. Sin embargo, Japón quiere que dicha inversión favorezca empresas y contratistas japoneses.

El ministro de Economía y Comercio, Ryosei Akazawa, afirmó que su oficina está elaborando una lista de proyectos en áreas clave como microprocesadores y energía para ejecutar estas inversiones, y que varias compañías japonesas estarían interesadas.

Tokio frente al dilema chino

Esta visita de Trump a Japón también se realiza en un contexto más amplio: su próxima reunión con Xi Jinping en Corea del Sur. Estados Unidos y Japón buscan frenar el avance chino en sectores estratégicos como los vehículos eléctricos, inteligencia artificial y semiconductores avanzados, industrias que podrían desplazar a sus equivalentes norteamericanos y japoneses.

La visita de Trump abrirá con una reunión con el emperador Naruhito y, posteriormente, una cena con líderes empresariales y un discurso a bordo del portaaviones USS George Washington, anclado en Japón. La señal no es menor. El mensaje de poder y cooperación militar también se extiende al Pacífico.

Trump, Takaichi y un juego de percepciones

Para Trump, las apariencias son clave. Desde los vehículos F-150 hasta la cercanía con figuras como Abe, su política exterior mezcla geopolítica con espectáculo. Aunque la apuesta de Takaichi es audaz, expertos como Rintaro Nishimura advierten que depender demasiado del legado de Abe podría dificultarle forjar su independencia como líder.

“Seguir la línea de Abe puede ayudar en el corto plazo, pero crear un perfil propio será crucial para consolidar su posición en política exterior”, señala Nishimura.

Trump, por su parte, sigue fidelizando aliados mediante símbolos, presiones militares y favores gestuales. En el mar Caribe, con misiles al alcance de Venezuela, y en Asia, con camiones al servicio de la diplomacia, el expresidente busca volver a tejer influencias globales en nombre de la seguridad y el comercio.

Ambos escenarios revelan la versatilidad y ambición de una política exterior cuyo sello es el desequilibrio premeditado como carta de negociación.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press