Bill Gates y su controversial propuesta climática: ¿Salvar el planeta o salvar personas primero?

El fundador de Microsoft plantea una reorientación estratégica del combate climático hacia la erradicación de la pobreza y la mejora en la salud global, desatando una ola de debates entre científicos y expertos.

Una nueva estrategia ante el cambio climático

Bill Gates, una de las voces más influyentes tanto en el mundo de la tecnología como en la filantropía global, ha generado revuelo con una propuesta que cuestiona los enfoques actuales de la lucha contra el cambio climático. En lugar de centrar la atención exclusiva en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, aboga por un “cambio estratégico”: priorizar la erradicación de la pobreza, la lucha contra enfermedades y la mejora de las condiciones de vida en los países más pobres.

La postura quedó plasmada en un memo de 17 páginas publicado antes de la conferencia climática de la ONU en Brasil, donde Gates expone que el enfoque actual, centrado en evitar un aumento de temperatura global superior a 1,5 ºC, ha desembocado en acciones poco efectivas y visión apocalíptica que, según él, no prioriza la ayuda urgente a los más necesitados.

“Prefiero erradicar la malaria que evitar una décima de grado más de calentamiento”

En una de sus declaraciones más provocadoras, Gates afirmó: “Si me dan a elegir entre erradicar la malaria o evitar que la temperatura suba 0,1 grado, dejaré que la temperatura suba para deshacerme de la malaria”. Esta afirmación encarna la esencia de su propuesta: maximizar beneficios inmediatos para los más vulnerables, aún a costa de desviarse de ciertos objetivos climáticos estrictos.

Para Gates, el costo-oportunidad de limitar ciertos esfuerzos algo simbólicos contra el cambio climático se vuelve evidente si comparado con salvar millones de vidas humanas. “La gente no entiende el sufrimiento que ya existe hoy”, insistió en una mesa redonda con periodistas.

Reacciones enfrentadas en la comunidad científica

Como era de esperar, su propuesta ha generado respuestas mixtas. Desde la Universidad de Washington, la científica climática Kristie Ebi reconoció que coinciden en la necesidad de enfocarse en la salud, pero criticó que Gates supone un escenario demasiado estático. “Asume que nada más cambia excepto la tecnología limpia. Eso no es realista”, afirmó.

Por su parte, Jeffrey Sachs, director del Centro para el Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia, calificó el memo de Gates como “confuso, inútil e incluso contraproducente”. Argumentó que poner pobreza y clima en competencia es un falso dilema: “Ambas causas son factibles si se reduce la influencia del lobby petrolero”, apuntó Sachs.

Chris Field, otro referente científico de la Universidad de Stanford, estuvo más mesurado: reconoció el valor de un debate sobre si el discurso climático es excesivamente pesimista, pero señaló que los esfuerzos deben enfocarse en corto y largo plazo al mismo tiempo.

¿Se puede salvar el planeta sin sacrificar el desarrollo?

Uno de los puntos más debatidos tiene que ver con si realmente es inevitable elegir entre reducción de emisiones y erradicación de la pobreza. Según un análisis del Climate Impact Lab de la Universidad de Chicago, los efectos negativos del cambio climático sobre la salud humana se reducen más de un 50% cuando se incluye la proyección del crecimiento económico en los países en desarrollo para el resto del siglo.

Gates también señaló que en un mundo más caluroso, donde el clima extremo será cada vez más común, vacunar a los niños y reforzar los sistemas de salud resultará vital. “Un niño que no muere por sarampión o tosferina tendrá más posibilidades de sobrevivir a una ola de calor o a una sequía que reduzca la oferta de alimentos”, explicó en su carta.

El rol de la innovación: armas limpias para batallas nuevas

Gates, quien fundó Breakthrough Energy en 2015 para impulsar la innovación tecnológica en energía limpia, ve con positivismo los avances actuales. Según él, la velocidad con la que están bajando los precios de la energía solar y eólica es más rápida de lo que él mismo esperaba. Destaca además el rol emergente de la inteligencia artificial para acelerar innovaciones energéticas, especialmente en industrias difíciles de descarbonizar como la producción de acero y cemento.

“La innovación viene mejor de la mano de estrategias pragmáticas que de visiones utópicas”, afirma Gates, quien además subraya la necesidad de que cada dólar invertido en soluciones climáticas supere una vara mucho más alta en términos de impacto real.

¿Los donantes están perdiendo interés en el clima?

Otra de las alertas que lanza Gates en su comunicado es la disminución del financiamiento internacional para temas climáticos, especialmente por parte de países desarrollados como Estados Unidos. Por ejemplo, Gavi, la alianza internacional que distribuye vacunas y que recibió fondos de la fundación Gates, tendrá un 25% menos de presupuesto en los próximos 5 años.

“Salvar una vida cuesta algo más de 1.000 dólares. Si estás invirtiendo millones en proyectos que solo evitan 10.000 toneladas de emisiones, eso... no da la talla”, criticó Gates.

El pragmatismo frente al idealismo verde

Lo que Gates parece proponer es una visión menos idealista pero quizás más efectiva para el corto plazo: no se trata solo de mantener el termómetro planetario bajo cero, sino de que menos niños mueran, haya menos hambre y las enfermedades infecciosas sean erradicadas.

En esa línea, sus críticos señalan que ambas metas son compatibles, mientras que sus defensores valoran el enfoque basado en resultados inmediatos y mensurables.

El debate no es sencillo. Como diría Michael Oppenheimer, científico de Princeton: “¿Podemos realmente vivir en una burbuja tecnológica sin afectar la naturaleza?”

Gates, sin embargo, lo tiene claro: un clima estable mejora la vida de las personas. Pero mientras la ciencia busca soluciones globales, quizá su mensaje sea una llamada de atención a políticos y donantes: en un mundo desigual, la urgencia del presente puede ser tan apremiante como la del futuro.

¿Y tú qué opinas?

¿Debe el mundo rediseñar su agenda climática priorizando la salud y el desarrollo económico de los más pobres? ¿O puede —y debe— caminar y masticar chicle al mismo tiempo: limpiar el aire y salvar vidas? Como dijo el propio Gates: “Si tu visión del clima es solo apocalíptica, no coincidiremos. Pero si estás dispuesto a ser pragmático, ahí podemos tener una conversación.”

Este artículo fue redactado con información de Associated Press