Burevestnik: el misil nuclear que redefine la disuasión de Putin y sacude al mundo occidental

Una mirada profunda al misil ruso de propulsión nuclear, su significado estratégico, los riesgos que implica y cómo ha reconfigurado el tablero geopolítico frente a Estados Unidos y Ucrania

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Putin, misiles y mensajes nucleares en plena guerra

La exhibición de poderío nuclear por parte de Rusia ha vuelto al centro del tablero geopolítico. En octubre de 2025, Vladimir Putin no solo supervisó maniobras militares con misiles balísticos intercontinentales, sino que presumió del exitoso ensayo del Burevestnik, un misil de crucero con propulsión nuclear que ha surgido como símbolo de la nueva era de disuasión estratégica para Moscú.

Mientras el expresidente estadounidense Donald Trump exige un alto al fuego en Ucrania —y aplica sanciones a la industria petrolera rusa—, Putin responde desde una lógica de escalada controlada: no habrá rendición rusa ni concesiones sin un equilibrio atómico en la ecuación.

¿Qué es el Burevestnik y por qué preocupa tanto?

“Burevestnik” significa petrel de tormenta en ruso. Este misil representa una revolución tecnológica: es el primer misil de crucero propulsado por energía nuclear con alcance prácticamente ilimitado. Según el general ruso Valery Gerasimov, en su exitoso ensayo del 21 de octubre de 2025, el misil voló más de 14,000 kilómetros en 15 horas, maniobrando constantemente para eludir las defensas antiaéreas.

Tal capacidad de permanencia y evasión convierte al Burevestnik en una pesadilla para los sistemas de defensa convencionales, puesto que puede atacar desde direcciones inesperadas tras orbitar durante días sobre áreas objetivo.

Orígenes: del tratado ABM al “Skyfall”

La génesis del Burevestnik se remonta a 2001, cuando Estados Unidos se retiró unilateralmente del Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM). Según Moscú, dicha decisión dio pie a que Washington desarrollara un escudo antimisiles que socavaría la lógica de destrucción mutua asegurada (Mutual Assured Destruction o MAD) que había contenido la guerra nuclear durante la Guerra Fría.

En reacción, Putin presentó en 2018 diversas armas estratégicas —incluido el Burevestnik— que supuestamente podían superar cualquier escudo antimisiles occidental. La OTAN lo denominó “Skyfall”. Pero durante años, muchos expertos de Occidente no creyeron que Rusia pudiera desarrollar exitosamente semejante tecnología.

Peligros tecnológicos: ¿un ‘Chernóbil volador’?

La ambición técnica del proyecto conlleva riesgos gigantescos. A diferencia de los misiles convencionales, que usan queroseno o combustibles sólidos, el Burevestnik se basa en un motor de propulsión nuclear. Esto llevó a muchos científicos internacionales a calificarlo como un “Chernóbil volador”.

En 2019, un prototipo del Burevestnik explotó en el mar Blanco. Cinco ingenieros nucleares rusos murieron y hubo un aumento breve en los niveles de radiación. Este accidente alimentó las críticas sobre la viabilidad y seguridad del proyecto.

Sin embargo, en el último ensayo, la Autoridad Noruega de Seguridad Radiológica y Nuclear afirmó que no se registraron niveles inusuales de radiación, lo cual indica que Rusia pudo haber optimizado el diseño para evitar fugas.

El papel disuasorio: respuesta al ‘primer ataque’

La lógica estratégica rusa sostiene que el Burevestnik, y el también anunciado torpedo nuclear autónomo Poseidón, servirían como armas de represalia garantizada. Si Estados Unidos destruyera los misiles rusos lanzados en represalia a un ataque nuclear inicial, el Burevestnik, que podría permanecer oculto y en vuelo durante días, sería capaz de lanzar un contraataque imparable.

Esto desmonta cualquier ilusión de invulnerabilidad estadounidense tras años de inversiones en sistemas antimisiles.

Geopolítica del misil: el mensaje a Trump

Putin ha utilizado el Burevestnik para enviar una advertencia directa a Donald Trump. Durante su mandato, Trump aplicó sanciones a la industria petrolera rusa y pidió un alto al fuego inmediato en Ucrania. La respuesta rusa fue filmada en prime time: simulacros nucleares en los que participaron todos los componentes de su tríada nuclear, incluyendo el nuevo misil propulsado por energía atómica.

El Kremlin sostiene que Estados Unidos intenta imponer condiciones desde una posición de fuerza. Putin lo dejó claro: “Ninguna nación digna toma decisiones bajo presión”. Así, reafirmó que no habrá suficiente incentivo para negociar sobre Ucrania mientras no se reconozca la realidad geoestratégica de las regiones anexionadas ni se descarte la entrada del país en la OTAN.

¿Una nueva carrera armamentista?

La aparición del Burevestnik parece marcar el reinicio de una nueva carrera armamentista nuclear. El escenario recuerda al despliegue de misiles balísticos en Europa durante la Guerra Fría, pero ahora con una tecnología aún más difícil de interceptar.

A diferencia de las armas del pasado, estos misiles redefinen la noción de alcance y permanencia. Algunos expertos, como Pavel Podvig del Instituto de Investigación de Desarme de la ONU, han advertido que enfrentamos el surgimiento de una nueva era de armas estratégicas inestables.

Si más países desarrollan armas similares, la doctrina de disuasión mutua podría colapsar, volviéndose más peligrosa que nunca al no contar con tiempos de respuesta adecuados ni capacidad de detección temprana.

Reacción internacional: entre el escepticismo y la alarma

Estados Unidos y la OTAN han reaccionado con cautela. Algunos altos mandos del Pentágono sostienen que aún son necesarias pruebas visibles adicionales para verificar la operatividad real del Burevestnik, mientras otros advierten que representa una amenaza plausible.

Donald Trump contestó con su estilo característico: “Tenemos el mejor submarino nuclear del mundo frente a sus costas. No necesitamos ir 8,000 millas testando misiles”. Para Trump, la prioridad debería ser terminar una guerra que él considera que debió durar una semana, no desarrollar nuevas armas.

Mientras tanto, aliados europeos de EE.UU. como Alemania o Francia se muestran preocupados por la posibilidad de que el misil pueda ser utilizado como presión geopolítica en su propio continente.

Avances en la alianza Rusia-Corea del Norte

Paralelamente, Putin ha intensificado su acercamiento con Corea del Norte. En octubre de 2025, recibió en el Kremlin a la ministra de Exteriores norcoreana, Choe Son Hui, en otra señal clara de desafío al eje occidental. Los servicios de inteligencia surcoreanos aseguran que más de 15,000 soldados norcoreanos y material bélico han sido enviados a Rusia.

Este eje refuerza la idea de que estamos ante una nueva arquitectura de alianzas autoritarias que, al contar con armas avanzadas y apoyo mutuo, podrían desestabilizar aún más el orden mundial.

El dilema occidental: tecnología vs. diplomacia

Occidente se enfrenta a un dilema estratégico: responder con mayor militarización y desarrollo de nuevos sistemas de defensa, o impulsar una vía diplomática que reduzca el riesgo creciente de conflictos nucleares accidentales.

La historia ofrece lecciones claras. Acuerdos como el Tratado INF (de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio) lograron reducir armamento inestable durante décadas. Sin embargo, su disolución ha dejado un vacío que nuevas armas como el Burevestnik están llenando rápidamente.

El futuro incierto del Burevestnik

A pesar de los logros técnicos reivindicados por Rusia, la plena operatividad del Burevestnik sigue sin confirmarse de forma independiente. No obstante, su desarrollo ha tenido ya efectos tangibles: ha escalado las tensiones entre Rusia y Occidente, dificultado los canales diplomáticos, y creado una nueva fuente de presión internacional.

Putin ha dejado claro su orgullo por el misil, y su mensaje no es solo técnico: es político, psicológico y estratégico. El presidente ruso ha puesto sobre la mesa no solo un arma, sino una advertencia al mundo sobre sus líneas rojas en el conflicto de Ucrania y su visión de soberanía absoluta.

En un mundo que parece deslizarse nuevamente hacia la lógica de bloques y disuasión nuclear, el Burevestnik es más que un misil; es el símbolo de una era geopolítica cada vez más peligrosa.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press