De viajes diplomáticos a tensiones raciales: Trump, Japón y la persistencia de un racismo que pesa

Mientras Donald Trump busca afianzar alianzas y acuerdos comerciales en Asia, la política doméstica estadounidense refleja heridas sin cicatrizar: el racismo estructural y el poder de la imagen en la era digital

Trump en Japón: cuando la diplomacia se codea con los negocios

El expresidente Donald Trump continúa su gira asiática con una de sus escalas más estratégicas: Japón, aliado histórico de Estados Unidos en la región. En una visita marcada por objetivos económicos y geopolíticos, Trump coincidió con la recién nombrada primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, la primera mujer en ocupar el puesto en la historia del país asiático. Según reportes, el mandatario estadounidense espera cerrar un acuerdo que garantice 550.000 millones de dólares en inversión japonesa, además de promover la compra de camionetas Ford F-150 como símbolo de reciprocidad comercial.

Curiosamente, el enfoque de Trump en Asia se ha caracterizado por una dualidad entre la expansión comercial y la presión militar. En esta visita, también abordó al personal de la armada estadounidense a bordo del portaaviones USS George Washington, anclado cerca de Tokio, en un gesto que subraya la importancia del poder naval de EE.UU. en la región del Pacífico.

Japón, un socio clave en disputa con China

La estancia del expresidente ocurre en un delicado contexto de tensiones con China. A solo días de una reunión confirmada con el mandatario chino Xi Jinping en Corea del Sur, varios negociadores estadounidenses y chinos avanzan en delinear un principio de acuerdo comercial. Aunque aún se desconocen los pormenores, la restructuración china de las exportaciones de tierras raras —materiales esenciales para la tecnología de EE.UU.— había provocado amenazas arancelarias por parte de Trump.

Trump también participó previamente en la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), celebrando un cese de hostilidades entre Tailandia y Camboya. Su papel, lejos de ser pasivo, fue directamente coercitivo: amenazó con bloquear acuerdos comerciales si el conflicto no cesaba. Un ejemplo más del estilo transaccional con el que ejerce su influencia.

Tensiones raciales en EE.UU.: la sombra del racismo no se disipa

Mientras Trump busca alianzas estratégicas en Asia, en su país natal estallan nuevas controversias racistas. En Kentucky, Bobbie Coleman, presidenta del Partido Republicano del condado de Hardin, compartió en redes sociales un video profundamente ofensivo en el que se representa al expresidente Barack Obama y a su esposa, Michelle, como simios.

La reacción no tardó: el presidente del Partido Republicano estatal, Robert J. Benvenuti III, tachó el video de "vil y despreciable", prometiendo imponer "la acción más severa disponible". Coleman eliminó la publicación y ofreció una disculpa pública, argumentando que desconocía el significado detrás de la comparación. “No soy racista”, afirmó en un segundo comunicado.

Las raíces del tropo racista: una historia dolorosa

La asociación entre personas negras y simios no es nueva; es uno de los tropos más antiguos y ofensivos utilizados en Occidente para deshumanizar a los africanos. Su origen se remonta al siglo XVIII, cuando ideologías pseudocientíficas racializaban a los pueblos negros para justificar la esclavitud y el colonialismo. Esa imagen perduró, manifestándose en caricaturas, comentarios políticos y en la cultura audiovisual durante el siglo XX.

Incluso hoy, en plena era digital, tales representaciones continúan emergiendo, generando rechazo y, en muchos casos, consecuencias laborales y sociales para quienes las promueven. De hecho, uno de los casos más virales fue en 2018, cuando una empleada de una empresa californiana fue despedida tras compartir memes similares en Facebook.

El papel de la narrativa visual en la política

El video compartido por Coleman también incluía a Trump como un león —en referencia a “El Rey León” de Disney— triunfando sobre figuras demócratas, representadas como diversos animales. Esta imagen revela más que solo un mal gusto digital: demuestra el uso estratégico de narrativas visuales para alimentar una retórica de "nosotros contra ellos", tan común en el populismo contemporáneo.

Como señalan varios investigadores, las imágenes tienen un peso emocional y simbólico superior al de las palabras. “El acto de retratar a líderes políticos negros como simios es un mecanismo subconsciente para despojarlos de estatus y humanidad”, afirma David Pilgrim, fundador del Jim Crow Museum of Racist Memorabilia.

Racismo estructural vs liderazgo negro en el GOP

Este incidente resulta particularmente disonante cuando se considera el ascenso de figuras negras dentro del propio Partido Republicano. Daniel Cameron, exfiscal general de Kentucky y oriundo de Hardin County, es uno de los candidatos más prominentes para reemplazar a Mitch McConnell en el Senado en 2026. Su trayectoria contrasta fuertemente con la publicación ofensiva de su correligionaria local.

Esta contradicción enfatiza uno de los grandes dilemas del conservadurismo estadounidense: ¿puede coexistir una retórica inclusiva con base electoral que todavía da espacio a expresiones racistas? La respuesta aún está por definirse, aunque los recientes episodios no son alentadores.

Impacto internacional: la imagen de EE.UU. en jaque

Mientras Trump camina alfombrado por palacios imperiales en Asia, estos incidentes enrarecen la imagen que proyecta Estados Unidos al mundo. En Tokio, el personal diplomático debe manejar una doble narrativa: por un lado, el discurso oficial de cooperación global; por otro, las noticias virales de episodios racistas en casa que minan la credibilidad moral del país.

Además, la diplomacia de Trump ha sido cuestionada por su tendencia a individualizar las relaciones bilaterales, más orientadas a la simpatía personal que a políticas de Estado. La insistencia en detalles como la compra de camionetas Ford revela una visión transaccional que puede dificultar relaciones a largo plazo.

¿Un mismo hilo narrativo?

Así, aunque pueda parecer que los temas tratados —la visita de Trump a Asia y los episodios racistas en Kentucky— no tienen conexión directa, ambos forman parte de una misma narrativa: la tensión ideológica y morales en la política estadounidense contemporánea. Es un escenario donde la supremacía económica se intenta imponer en lo exterior, mientras se invisibiliza, o al menos resta importancia, a las fracturas internas.

Como ciudadanos globales, y como observadores políticos, es crucial no perder de vista estas contradicciones. Entender que una sociedad que apuesta por la supremacía puede, internamente, seguir arrastrando fantasmas sin resolver. Y que esos fantasmas, aunque ignorados, rugen con fuerza en el teatro político moderno.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press