El-Fasher bajo fuego: la tragedia olvidada de Sudán que el mundo no puede ignorar

Con miles de muertos, hospitales destruidos y horrendas violaciones de derechos humanos, la ciudad de El-Fasher se convierte en el epicentro de una guerra silenciada en Darfur

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Un nuevo capítulo oscuro en la tragedia sudanesa

Mientras el mundo observa otros escenarios internacionales, el conflicto en Sudán continúa intensificándose en una de sus regiones más castigadas: Darfur. La ciudad de El-Fasher, capital de la región de Darfur del Norte, ha sido testigo de una ola de violencia descomunal en los últimos días. Las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, por sus siglas en inglés), un grupo paramilitar surgido del infame Janjaweed, han capturado una de las bases militares más importantes del ejército sudanés.

Lo ocurrido no es meramente una derrota táctica: simboliza el desplome del último bastión militar en la ciudad. La base de la 6ª División ha caído, y con ella, las esperanzas de contener la expansión del conflicto en esta parte del país.

¿Cómo llegamos hasta aquí?

La guerra que sacude Sudán comenzó oficialmente en abril de 2023, aunque las tensiones entre el ejército regular y las RSF venían gestándose desde tiempo antes. Las RSF eran en un inicio una milicia respaldada por el gobierno para hacer frente a grupos rebeldes en la guerra de Darfur de los años 2000. Pero con el paso de los años, su poder creció hasta convertirse en un actor autónomo e incluso rival del propio ejército nacional.

Desde que estalló el conflicto, más de 40,000 personas han muerto y 14 millones han sido desplazadas, según datos de Naciones Unidas. La crisis ha provocado lo que se considera actualmente la peor catástrofe humanitaria del mundo, con sectores enteros del país al borde de la hambruna.

La caída de El-Fasher: una masacre en cámara lenta

La toma de El-Fasher por parte de las RSF marca un hito estremecedor. De acuerdo con el Humanitarian Research Lab de la Universidad de Yale, imágenes satelitales confirman intensos enfrentamientos cuerpo a cuerpo en las inmediaciones de la base militar capturada. También se detectaron actividades compatibles con masivas capturas de prisioneros por parte del grupo paramilitar.

Pero eso es solo la punta del iceberg. El Sudan Doctor Network denunció que las RSF realizaron una operación calificada como “una masacre atroz”, matando a decenas de civiles, saqueando hospitales e instalaciones médicas y destruyendo lo que quedaba de infraestructura sanitaria.

El panorama es devastador: según la UNICEF, unos 260,000 civiles —la mitad de ellos niños— estaban atrapados en El-Fasher antes de esta última ofensiva. Casi 3,000 personas han sido forzadas a huir nuevamente solo esta semana, muchas de ellas desplazadas internas que ya habían sido arrancadas de sus hogares con anterioridad.

Crímenes de guerra y castigos que nunca llegan

La Red de Derechos Humanos de Darfur denunció la detención arbitraria de más de 1,000 civiles, muchos de ellos seleccionados por criterio étnico o político. Entre los capturados se encuentra uno de los pocos periodistas locales que aún quedaban en la ciudad.

Estas acciones constituyen “violaciones masivas” de los derechos humanos que podrían ser juzgadas como crímenes de guerra, tal como lo ha señalado la Corte Penal Internacional. Tristemente, hechos similares ya ocurrieron en otras ciudades de Darfur durante el 2023, cuando RSF tomó ciudades enteras matando a cientos y desplazando a miles.

¿Dónde está la comunidad internacional?

El Coordinador de Ayuda de Emergencia de la ONU, Tom Fletcher, expresó su “profunda alarma” ante los reportes provenientes de El-Fasher. “Cientos de miles de civiles están atrapados, aterrados, sin alimentos, sin acceso a servicios de salud o seguridad”, señaló en un comunicado.

Sin embargo, las condenas verbales no se han traducido en acciones concretas. La falta de acceso humanitario, sumada a la inacción internacional, mantiene a la población local en un estado de supervivencia extrema. Y mientras tanto, las RSF continúan avanzando con impunidad.

La raíz del problema: una guerra por el poder

Es importante entender que el conflicto actual es, en esencia, una lucha por el poder. Tras la caída del régimen de Omar al-Bashir en 2019, Sudán entró en una espiral política que nunca se estabilizó. Las promesas de transición democrática fueron opacadas por luchas internas entre las élites militares. En este contexto, las RSF, comandadas por Mohamed Hamdan Dagalo (“Hemetti”), buscaron posicionarse como alternativa hegemónica frente al ejército comandado por Abdel Fattah al-Burhan.

Este enfrentamiento interno ha arrastrado al país hacia una guerra total, donde las víctimas son principalmente civiles, sobre todo en regiones ya históricamente marginadas como Darfur.

Una memoria de horror: Darfur, ¿repetición o continuidad?

Los más veteranos recuerdan los horrores vividos en Darfur entre 2003 y 2009, cuando el gobierno sudanés, con apoyo de milicias árabes (entre ellas los Janjaweed, antecesores de las actuales RSF), ejecutaron una campaña de limpieza étnica contra pueblos afrodescendientes como los fur, masalit y zaghawa. Se estima que 300,000 personas fueron asesinadas en ese periodo, y millones fueron desplazadas. La historia se repite, ahora con otros nombres y un más alto grado de destrucción.

¿Cómo se ve el futuro?

Con El-Fasher en manos de las RSF, el mapa político y militar de Darfur se transforma drásticamente. Pero no parece haber un final claro en el horizonte. Las señales a futuro son alarmantes:

  • El ejército sudanés parece debilitado y sin capacidad de respuesta inmediata.
  • La comunidad internacional no ha mostrado voluntad decisiva de intervención.
  • La ayuda humanitaria sigue bloqueada.

¿Qué debe pasar para que el mundo despierte?

Mientras tragedias en otras latitudes acaparan portadas, Sudán parece relegado a las notas a pie de página. Sin embargo, los informes contundentes de Yale, la ONU, Amnistía Internacional y otros, piden a gritos un cambio de enfoque.

No se trata ya solo de una guerra civil, sino de un contexto donde la violencia sistemática contra civiles, la esterilización de servicios básicos y los asesinatos masivos manifiestan señales claras de crímenes de lesa humanidad.

Una corresponsabilidad histórica

La falta de presión diplomática, el letargo de los organismos multilaterales y la indiferencia mediática transforman al mundo en cómplice por omisión. Si la historia juzgó al mundo por su silencio durante el genocidio de Ruanda o la limpieza étnica en Bosnia, también juzgará nuestra pasividad ante El-Fasher y el infierno sudanés.

Es momento de alzar la voz. Y más aún, de actuar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press