Jets, intereses geopolíticos y derechos humanos: El juego estratégico entre Turquía, el Reino Unido y Europa
La ambiciosa compra de Eurofighters por Turquía revela tensiones internas, aspiraciones militares y dilemas diplomáticos en un momento clave para la región
Una visita clave: Starmer en Ankara con una misión militar y diplomática
La reciente visita del primer ministro británico a Turquía no fue un simple viaje diplomático. Se trató de una jugada estratégica con múltiples lecturas: por un lado, avanzar las negociaciones para la venta multimillonaria de aviones de combate Eurofighter Typhoon a Turquía; por el otro, abordar preocupaciones por el rumbo autoritario del gobierno de Recep Tayyip Erdogan, en particular la represión contra figuras clave de la oposición.
Este viaje de Keir Starmer representa el cruce eficaz entre geoestrategia, economía de defensa y derechos humanos. Sin embargo, ¿puede el Reino Unido equilibrar su papel como socio militar y como defensor de principios democráticos?
Eurofighters: La joya de la corona de la industria militar europea
Los Eurofighter Typhoon son aviones de combate multirol de cuarta generación avanzada, desarrollados por un consorcio europeo integrado por el Reino Unido, Alemania, Italia y España. Fabricados principalmente por BAE Systems, estos cazas representan uno de los programas de defensa conjunta más ambiciosos y costosos de Europa, con un precio unitario promedio que puede superar los 90 millones de euros.
La importancia de estos cazas radica en su capacidad para realizar misiones aire-aire y aire-tierra al mismo tiempo, y en su electrónica avanzada de combate que los mantienen competitivos frente a otros modelos como el F-35 estadounidense o el SU-57 ruso.
El caso turco: ¿fuerza temporal o camino a la autonomía militar?
Turquía busca adquirir un total de 120 aviones de combate como parte de su estrategia hacia una fuerza aérea más moderna y poderosa. Según fuentes oficiales, la compra se dividiría de la siguiente manera:
- 40 Eurofighter Typhoon
- 40 F-16 (de segunda o tercera generación mejorada)
- 40 F-35 (aún por autorizar)
Mientras tanto, Ankara desarrolla su propio caza de quinta generación llamado KAAN, que se probará entre 2027 y 2028. Este desarrollo apunta a una mayor independencia militar, pero su entrada en operación será al menos dentro de cuatro años, lo cual obliga a una solución intermedia como la que representa el Eurofighter.
El cuestionado retorno de Ankara a los cielos del F-35
En 2019, Turquía fue suspendida del programa F-35 por adquirir el sistema de defensa antiaérea ruso S-400. Esta decisión, liderada por Estados Unidos, se basó en preocupaciones de seguridad puesto que el uso del S-400 junto con los F-35 podría comprometer información confidencial tecnológica del caza estadounidense.
A pesar de esta exclusión, Erdogan ha insistido en recuperar el acceso a los F-35, apoyado ahora por negociaciones internas con países del Golfo como Qatar y Omán para la compra de versiones de segunda mano del Typhoon, una estrategia que busca ganar tiempo mientras Ankara refuerza su posición internacional.
Derechos humanos vs. intereses económicos: El dilema británico
La visita de Starmer coincidió con una oleada de represión política en Turquía. El arresto del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, por cargos de corrupción y supuesta implicación en espionaje ha desatado críticas tanto dentro como fuera del país.
Imamoglu es una figura clave en la oposición turca y es visto como una amenaza política real para Erdogan en un futuro proceso electoral. Las acusaciones contra él son consideradas por muchos como políticamente motivadas, lo que ha generado llamados al Reino Unido y a la UE para adoptar posiciones más firmes.
Tom Wells, portavoz del gobierno británico, declaró que “las asociaciones económicas pueden coexistir con diálogos honestos respecto a nuestras diferencias fundamentales […] Hemos discutido la situación de los derechos humanos con Turquía a varios niveles”. Esta afirmación intenta justificar el difícil acto de equilibrio entre intereses comerciales y principios democráticos.
Ecos en Europa: entre el pragmatismo y la ética
La Unión Europea no es ajena a esta tensión. A pesar de los valores democráticos proclamados por Bruselas, varios países miembros han mantenido relaciones estrechas con gobiernos cuestionados como el de Ankara por razones estratégicas, económicas o migratorias.
En particular, Alemania durante años bloqueó venta de Typhoons a Turquía (por preocupaciones en derechos humanos y la participación de Ankara en conflictos como el de Siria y Nagorno-Karabaj). Sin embargo, recientemente Berlín habría levantado ese veto, abriendo camino a la negociación que ahora Londres intenta cerrar rápidamente.
Este giro muestra cómo Europa también tiene sus líneas de fractura internas cuando se trata de definir hasta qué punto puede integrar a Turquía como socio militar, al mismo tiempo que cuestiona las prácticas autoritarias del régimen de Erdogan.
La paradoja turca en la OTAN
Como miembro importante de la OTAN, Turquía es esencial para el equilibrio estratégico en el sureste europeo y el acceso al mar Mediterráneo. Pero su deriva hacia el autoritarismo y sus relaciones con actores como Rusia o Irán han puesto en duda su fidelidad a los principios fundacionales de la organización.
El caso del S-400 y la negativa sucesiva de permitir ciertas ampliaciones de la OTAN (como con Finlandia y Suecia) han generado roces dentro de la alianza, que ahora ve en la venta de Eurofighters una oportunidad para reconducir a Ankara hacia una colaboración más estrecha a largo plazo.
En ese sentido, el Reino Unido no actúa solo como proveedor militar, sino como un agente diplomático que intenta influir en las orientaciones estratégicas de Ankara para garantizar su alineamiento dentro del marco occidental.
¿Puede el Reino Unido ser árbitro ético y vendedor de armas?
La gran pregunta que se cierne sobre esta operación es si es posible, y ético, firmar convenios militares con un país que reprime a su oposición, socava la libertad de prensa y se aleja progresivamente de los estándares democráticos occidentales.
Desde la guerra de Yemen, por ejemplo, el Reino Unido ha sido duramente cuestionado por sus ventas de armas a Arabia Saudí. Ahora, con Turquía, la presión no será distinta si los arrestos y persecuciones continúan sin consecuencias diplomáticas severas.
Es una paradoja inherente a las democracias liberales: deben mantener su poder militar y económico a través de relaciones pragmáticas, incluso cuando estas suponen alianzas con regímenes autoritarios.
El factor KAAN y la apuesta turca por la soberanía tecnológica
Es crucial entender que la compra de los Typhoon y otros sistemas no pretende ser más que una solución de transición mientras Turquía completa el desarrollo de su caza nacional KAAN. Este proyecto es una prioridad para el gobierno de Ankara, y se visiona como el impulso definitivo hacia una autonomía militar plena.
Este programa es gestionado por la empresa Turkish Aerospace Industries (TAI), y de culminar con éxito, colocaría a Turquía dentro de los privilegiados cinco países con capacidad para fabricar cazas de quinta generación, junto con EE.UU., China, Rusia y posiblemente Japón.
En este contexto, el Reino Unido también ve una oportunidad: colaborar en el desarrollo del KAAN implicaría nuevos ingresos, transferencia tecnológica e influencia dentro del ecosistema militar de Medio Oriente y Asia Menor.
Perspectivas futuras en una Eurasia en redefinición
Mientras Ankara libra sus batallas internas y redefine su política exterior, actores como el Reino Unido, Alemania y Estados Unidos observan con atención. La región vive una reconfiguración donde las alianzas tradicionales tienden a flexibilizarse, y los intereses nacionales se vuelven más decisivos que los acuerdos multilaterales estrictos.
Lo cierto es que mientras la venta de los Eurofighters podría parecer solo una transacción comercial, en realidad marca un punto de inflexión en el mapa del poder militar y diplomático en Eurasia. Y dentro de ese juego de ajedrez, los peones también cuentan: figuras como Imamoglu o la oposición turca no pueden ser simplemente sacrificadas en nombre del pragmatismo.
Como decía Bismarck: “La política es el arte de lo posible”. Pero, en tiempos como los actuales, hay quienes todavía creen que es también el arte de lo justo.
