La batalla por el mapa electoral en Virginia: ¿reforma democrática o estrategia partidista?
Abigail Spanberger se posiciona a favor de una posible reconfiguración de distritos mientras crece la tensión política nacional sobre el rediseño de mapas electorales
Un nuevo capítulo en la disputa por el control político en EE.UU.
En un contexto político cada vez más polarizado, el estado de Virginia se ha convertido en el epicentro de una intensa pugna sobre el futuro de la representación electoral. La candidata demócrata a la gobernación de Virginia, Abigail Spanberger, ha abierto la puerta a respaldar un cambio constitucional que permitiría a la legislatura estatal redibujar los distritos congresionales. Una decisión con implicaciones profundas a nivel estatal y nacional.
Spanberger y su cambio de postura
Durante meses, Spanberger había declarado que no tenía "planes" para redibujar los distritos electorales. Sin embargo, en una entrevista realizada durante su gira de campaña, a solo ocho días de las elecciones, la demócrata cambió su tono: “Lo que están haciendo en este momento es mantener viva la opción de actuar en el futuro”, expresó la candidata.
La actual conformación del Congreso en Virginia se basa en mapas determinados por una corte en 2021, tras el fracaso de una comisión bipartidista en llegar a un consenso. El resultado fue una división de seis demócratas y cinco republicanos en la representación del estado.
¿Qué está en juego?
La legislatura estatal, controlada por los demócratas, ha iniciado acciones para modificar la constitución de Virginia y avalar la creación de un nuevo mapa electoral. Esto representa una clara respuesta al intento de varios estados liderados por republicanos de redibujar sus propios mapas de forma favorable al partido, siguiendo las directrices del expresidente Donald Trump.
Un dato clave: si los demócratas logran apenas tres escaños adicionales en la Cámara de Representantes federal, recuperarían el control del órgano y con ello tendrían un freno eficaz a cualquier intento de reelección o influencia futura de Trump.
Críticas desde el lado republicano
La reacción republicana fue inmediata. La teniente gobernadora y candidata rival de Spanberger, la republicana Winsome Earle-Sears, denunció en una rueda de prensa lo que calificó como una estrategia oportunista: “Esto, amigos míos, no se trata de partido, se trata de principios”, sostuvo. Earle-Sears recordó que fue el voto popular el que dio vida a la comisión de redistribución independiente y que solo los votantes tienen el derecho de decidir si habrá cambios.
La medida, según los republicanos, es un intento de gerrymandering inverso —una manipulación política de los mapas electorales ahora de parte de los demócratas—, lo que califican como una contradicción directa respecto al compromiso previo de Spanberger con una redistribución no partidista.
Panorama nacional: una guerra silenciosa
Virginia no es un caso aislado. La lucha por el control electoral se ha intensificado. Texas, Missouri y Carolina del Norte ya han aprobado nuevos mapas orientados a fortalecer la representación republicana. El mismo lunes que Virginia abría la discusión constitucional, el gobernador republicano de Indiana convocaba a una sesión especial para rediseñar sus distritos.
La tendencia nacional es clara: redibujar los mapas es una herramienta de poder. Y ambas partes están dispuestas a explotarla.
Un proceso largo y complejo
Modificar el mecanismo de redistribución de distritos en Virginia implica cambiar su constitución. Esto requiere dos votaciones sucesivas en la Asamblea General (legislatura estatal), seguidas de una aprobación popular en las urnas. Por eso, los demócratas están apresurándose a lograr un primer voto antes del inicio de la sesión legislativa del 14 de enero.
Según expertos legales y constitucionales, aunque es improbable que los cambios entren en vigor antes de las elecciones de mitad de mandato de 2026, el solo hecho de permitir la opción reabre un debate postergado desde 2021.
La paradoja de los principios democráticos
El senador demócrata estatal Schuyler VanValkenburg, defensor del proceso actual, resumió la contradicción: “Apoyo la idea de una comisión bipartidista, pero tampoco voy a dejar que Donald Trump recorra los estados donde tiene mayoría para asegurarse de que no pueda perder”.
VanValkenburg revela uno de los dilemas morales más agudos en la política contemporánea: ¿Cómo proteger la democracia sin recurrir a las mismas tácticas que se quiere evitar? ¿Es legítimo actuar como el adversario para evitar su ventaja?
¿Qué opinan los ciudadanos?
Las decisiones estructurales como esta requieren el respaldo democrático más amplio posible. Algunos votantes ven la intervención de la legislatura como una traición a la independencia del proceso electoral, mientras que otros la consideran una defensa válida ante la manipulación republicana en otros estados.
Solo el tiempo, y sobre todo las urnas, determinarán si los ciudadanos respaldan esta táctica.
El precedente de California
En 2024, California abrió el camino al modificar su proceso de redistritación bajo el argumento de contrarrestar prácticas partidistas en otros estados. Si bien esto fue criticado por algunos analistas como un intento de establecer ventaja política, también obtuvo respaldo ciudadano.
Esto podría convertirse en precedente si Virginia logra llevar la propuesta a referéndum. Las acciones de un estado influyen en las decisiones de otros. Las decisiones de Virginia están siendo monitoreadas en Washington y más allá.
Balance histórico: ¿y la equidad?
Históricamente, tanto demócratas como republicanos han utilizado la técnica del gerrymandering. El término tiene su origen en 1812, cuando el gobernador de Massachusetts, Elbridge Gerry, aprobó un mapa electoral que favorecía a su partido, y uno de los distritos resultantes tenía la forma de una salamandra, de ahí el nombre. Desde entonces, ha sido un arma de doble filo.
La Comisión Nacional para la Reforma Electoral ha sugerido en repetidas ocasiones que una solución estructural implicaría la creación de comisiones ciudadanas con supervisión federal. Sin embargo, esto enfrenta resistencia tanto por motivos ideológicos como prácticos, especialmente en estados con fuerte influencia partidaria.
¿Una apuesta estratégica justificada?
Spanberger, al permitir que el proceso avance sin oponerse, está tomando un camino pragmático. Hace apenas meses aseguraba no tener intención de redibujar distritos. Hoy su mensaje es: "Veamos qué decide la Asamblea, después hablaremos del calendario".
En política, el timing lo es todo. Faltando poco para las elecciones, tomar una postura tajante podría resultar en un costo electoral. Pero dejar la puerta abierta podría permitirle mayor maniobrabilidad si gana.
Reflexión final
La batalla por la redistritación en Virginia es mucho más que una cuestión de líneas sobre un mapa. Representa una lucha más profunda entre modelos de poder y visiones de la democracia. Para algunos es una defensa necesaria ante un peligro mayor; para otros, es cruzar una línea moral peligrosa.
Lo que es innegable es que el rediseño del poder político en EE.UU. pasa hoy por los pasillos del Capitolio de Virginia. Y lo que allí suceda, marcará tendencias para el resto del país en el camino a 2026... y más allá.
Imagen: Rep. Abigail Spanberger durante una entrevista tras anunciar su candidatura a la gobernación de Virginia (Foto: Ryan M. Kelly)