Lluvias catastróficas en Florida: ¿Estamos preparados para la nueva era del clima extremo?

Inundaciones sin precedentes dejan una marca profunda en el estado del sol: consecuencias, lecciones y señales de un futuro climático alarmante

Una tormenta sin precedentes que paralizó el corazón de Florida

En apenas 24 horas, partes del centro de Florida fueron azotadas por lluvias que recordaron el embate de un huracán categoría 4. Entre el 26 y 27 de octubre de 2025, la región recibió hasta 19,7 pulgadas de lluvia (equivalente a 508 milímetros), provocando inundaciones repentinas, daños en infraestructura, y declaratorias de emergencia en varias ciudades.

Según el Servicio Nacional de Meteorología (NWS), esta cantidad de agua es comparable a lo visto durante el devastador paso del huracán Ian en 2022. En ese momento, Florida enfrentó pérdidas económicas de más de $112.9 mil millones (segundo evento más costoso en la historia de Estados Unidos después de Katrina en 2005).

Ciudades como Eustis y Mount Dora en crisis

Las localidades de Eustis y Mount Dora, en el condado de Lake, fueron el epicentro de esta catástrofe climática. En Eustis, los más de 500 mm de lluvia inundaron vías, arrastraron vehículos, y dejaron a cientos de residentes aislados. En Mount Dora, la situación se tornó aún más compleja con el colapso de una línea de agua, que obligó a las autoridades a emitir un aviso general para hervir el agua antes de consumirla.

“Es un evento extremadamente raro y peligroso”, indicó Zach Law, meteorólogo del NWS en Melbourne. “Estamos ante una combinación excepcional de factores meteorológicos y vulnerabilidad urbana.”

Esto no era un huracán — era una tormenta estacionaria

Lo más alarmante de este evento es que no se trató de un huracán, ni siquiera de una tormenta tropical. Fue un sistema de baja presión que se estancó sobre la región, liberando cantidades torrenciales de agua sin moverse. Este tipo de eventos se están haciendo más frecuentes, y los expertos ya lo asocian con los efectos irreversibles del cambio climático.

Un fenómeno similar había ocurrido en 2017 en Houston por el huracán Harvey, donde más de 60 pulgadas de lluvia causaron una catástrofe histórica. Ese evento inició un nuevo paradigma en la predicción y preparación ante el riesgo de lluvias extremas sin vientos huracanados.

Infraestructura frágil ante el colapso

El estado de Florida, conocido por su crecimiento urbano acelerado, enfrenta una grave carencia de infraestructura resiliente. La dependencia en drenajes antiguos y sistemas pluviales subdimensionados deja a muchas ciudades fuera de combate ante eventos de lluvia inusuales.

En Mount Dora, el agua socavó calles completas como Donnelly Street, mostrando las grietas de una planificación urbana que no responde al nuevo régimen climático. Las imágenes aéreas muestran terrenos literalmente devorados por la corriente a pocos metros de viviendas residenciales.

“La intensidad de la lluvia no era la punta del iceberg; fue la duración. Es como si en un día nos cayera un mes de lluvias”, recalcó Law.

¿La nueva normalidad?: Patrón de subida

Desde 2020, eventos como este han ido en ascenso. Según la Asociación Americana de Meteorología, las precipitaciones extremas aumentaron un 18% en el sureste de EE.UU. entre 1986 y 2021, y Florida se encuentra en el epicentro del cambio.

  • En abril 2023, Fort Lauderdale vivió su peor inundación jamás registrada con 25 pulgadas de lluvia en apenas ocho horas.
  • En septiembre 2022, el huracán Ian causó afectaciones en toda la península, dejando más de 150 muertos y miles de millones en daños.
  • Ahora en octubre 2025, una tormenta sin nombre genera cifras comparables y evidencias de que los eventos sin categoría oficial pueden ser igual de mortales.

¿Estamos preparados?

Aunque la meteorología ha avanzado en vigilancia y detección, la preparación comunitaria y la inversión en resiliencia climática dista mucho de ser adecuada. En palabras de Craig Fugate, exdirector de FEMA y oriundo de Florida:

“No se trata solo del clima. El riesgo se materializa por cómo construimos nuestras ciudades, cómo respondemos, y qué tipo de infraestructura sostenemos.”

Florida aún se encuentra rezagada en planes de prevención contra inundaciones dentro de sus ciudades interiores, provocando que cualquier tormenta estacionaria pueda convertirse en una catástrofe humanitaria.

Medidas de emergencia y respuestas locales

Las autoridades de Mount Dora y Eustis tomaron medidas inmediatas: cortes de tránsito, alertas de emergencia y monitoreo constante del nivel de agua por parte de equipos de rescate. El gobernador emitió una declaración preliminar de desastre mientras se esperaba apoyo federal.

Más de 10,000 residentes quedaron sin electricidad, y algunas escuelas permanecerán cerradas hasta nuevo aviso.

Asimismo, el estado instaló centros temporales de evacuación, distribuyó agua potable embotellada y habilitó zonas seguras para quienes debieron abandonar sus casas.

Perspectiva climática: ¿qué se puede hacer?

Organismos como la Union of Concerned Scientists han advertido desde hace años que la planificación urbana de Florida debe adaptarse a:

  • Modelos de urbanización más verticales en zonas de alto riesgo de inundación.
  • Modernización de los drenajes pluviales y canales urbanos.
  • Transición de ciudades esponja (infraestructura verde que absorbe lluvia en lugar de canalizarla).
  • Educación climática comunitaria obligatoria.

“Debemos cambiar nuestra relación con el agua. No se trata solo de deshacernos de ella, sino de integrarla en el diseño urbano”, comentó la arquitecta ambientalista Ana Villalobos de la Universidad de la Florida del Sur.

Una advertencia para toda la nación

Lo ocurrido en Florida debe verse como un aviso serio para todas las regiones: la emergencia climática ya no es una amenaza futura, es nuestra realidad. Las “lluvias sin nombre”, tan peligrosas como un huracán, requieren protocolos nuevos, pensados más allá de los indicadores meteorológicos tradicionales.

Este tipo de eventos afectan tanto a las grandes ciudades como a comunidades rurales, cuyas capacidades de respuesta son más limitadas. La coordinación estatal y federal se vuelve esencial; pero si no viene acompañada de una transformación estructural, seguirá siendo reactiva y no preventiva.

Un llamado a la acción

Florida, y en general el sureste de Estados Unidos, se encuentra ante una disyuntiva: continuar como hasta ahora o redibujar su sistema urbano y políticas hídricas para sobrevivir a un nuevo tipo de tormenta. Las decisiones deben tomarse ya.

Porque si una tormenta sin nombre puede paralizar un estado completo, ¿qué pasará cuando llegue la próxima?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press