Minerales críticos, tensiones aéreas y diplomacia: Australia y China buscan equilibrio geopolítico

En medio de tensiones regionales, acuerdos estratégicos y maniobras militares, Canberra y Beijing dan señales de un frágil pero necesario acercamiento

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Las relaciones entre China y Australia han transitado un complejo laberinto en los últimos años, marcado por altibajos diplomáticos, disputas comerciales, tensiones militares y oportunidades estratégicas. Pero en octubre de 2025, durante una reunión celebrada en Kuala Lumpur en el marco de la cumbre de la ASEAN, los líderes de ambas naciones —el primer ministro australiano Anthony Albanese y el premier chino Li Qiang— ofrecieron señales de deshielo político y entendimiento mutuo, sin perder de vista los desafíos latentes.

El acuerdo de minerales críticos: un punto clave en el tablero global

Una de las conversaciones más relevantes del encuentro giró en torno al reciente acuerdo de 8.500 millones de dólares que Australia firmó con Estados Unidos para asegurar el abastecimiento de minerales críticos. Estos recursos, fundamentales para tecnologías verdes, dispositivos electrónicos y aplicaciones militares, se han convertido en fichas esenciales del nuevo ajedrez geopolítico.

Australia es uno de los países con mayores reservas de tierras raras y elementos estratégicos —como litio, cobalto y níquel—, y el pacto con Washington no solo consolida su papel en las cadenas de suministro occidentales, sino que también representa un claro contrapeso a la influencia de China. Este país asiático, que actualmente controla más del 70% de la producción global de tierras raras, ha tomado medidas en los últimos tiempos para restringir la exportación de ciertos minerales, lo que ha generado inquietud en múltiples países.

Albanese no confirmó si Li Qiang expresó una opinión específica sobre el pacto entre Canberra y Washington, aunque sí mencionó que ambos líderes discutieron sobre la relación triangular entre China, EE.UU. y Australia. El gesto no es menor: aunque los aliados occidentales fortalecen sus lazos, Beijing desea preservar su influencia económica y apuesta por mantener abiertos los canales de inversión.

China busca garantías para invertir en Australia

El primer ministro Li Qiang, a través de Xinhua, la agencia estatal China, dejó clara la posición de su país: espera de Australia un entorno "abierto, transparente y libre de discriminación" para las empresas chinas. Aunque el lenguaje diplomático parece cordial, subyace una demanda tácita: que Australia suavice su creciente proteccionismo en sectores estratégicos.

En 2022, el gobierno australiano vetó la inversión de cinco compañías chinas en Northern Minerals, una minera especializada en tierras raras, dentro de un contexto más amplio de revisión de inversiones extranjeras. También se han reforzado las políticas que evitan que entidades chinas controlen infraestructura crítica.

El mensaje de Li no puede interpretarse fuera del contexto de competencia comercial y tecnológica global. Al mismo tiempo que Australia blinda sectores clave, China recalibra su enfoque diplomático y comercial con Canberra, luego de que durante años ambos países protagonizaran una guerra comercial no declarada que llegó a costarle más de 13 mil millones de dólares anuales a los exportadores australianos desde 2020.

Del hielo al diálogo: señales de deshielo diplomático

Desde la elección de Albanese y su gobierno de centro-izquierda en 2022, las relaciones bilaterales comenzaron a mostrar signos de estabilización. China levantó varias barreras comerciales, incluyendo aranceles sobre la cebada australiana, el carbón y otros productos.

Este primer ministro se ha reunido ya siete veces con su homólogo chino, un número considerable en apenas tres años. "Amigos pueden discutir con franqueza", afirmó Albanese al referirse a los temas delicados, como los incidentes militares en el Mar de China Meridional.

Aunque la relación ha mejorado, la desconfianza persiste en temas clave. Prueba de ello fue la reciente protesta oficial de Australia por el comportamiento "peligroso" de un caza chino Sukhoi Su-35 que lanzó bengalas cerca de un avión de vigilancia australiano P-8 Poseidon en espacio aéreo internacional. El episodio, ocurrido el 19 de octubre, se enmarca dentro de una serie de encuentros tensos en zonas disputadas.

Surgen tensiones... pero también contención

Mientras que Li Jianjian, portavoz militar chino, acusó al avión australiano de entrar ilícitamente en áreas controladas por China, Canberra desestimó esa afirmación y enfatizó el derecho internacional de navegar en aguas neutralmente reconocidas como internacionales.

Este hecho recordó incidentes pasados, incluyendo una maniobra naval china cerca de Australia en febrero de 2023, que forzó a aviones comerciales a cambiar sus rutas. Fue una muestra más del expansionismo militar chino, en contraposición con los esfuerzos diplomáticos para generar confianza.

Albanese afirmó que, sin dejar de lado las fricciones, ambos países están comprometidos con el diálogo. "Li escuchó mi mensaje de manera clara y directa", dijo el mandatario australiano. Estos encuentros, aunque minados por desacuerdos, demuestran la voluntad de ambas partes por mantener un canal de comunicación activo y pragmático.

La batalla por la supremacía en minerales verdes

La disputa por los recursos estratégicos no es solo un capítulo más en la competencia entre Washington, Beijing y Canberra. Es el núcleo de lo que se podría considerar la nueva Guerra Fría tecnológica. Según la International Energy Agency (IEA), la demanda de minerales críticos como el litio, cobalto y níquel se multiplicará hasta por siete veces de aquí a 2040 si se mantienen los objetivos climáticos actuales.

Conscientes de esta carrera, Estados Unidos y Australia estrechan lazos en seguridad económica, mientras implementan barreras para reducir su dependencia de proveedores chinos. Por su parte, China redobla su estrategia en diplomacia y tecnología para preservar su rol como dominante proveedor global.

Lo que está en juego no son solo contratos comerciales, sino la autonomía estratégica de Occidente en áreas como la movilidad eléctrica, la energía renovable, y la defensa.

¿Es viable una coexistencia cooperativa?

Aunque parezca paradójico, el triangulismo de intereses geoestratégicos podría propiciar una especie de coexistencia competitiva. Australia busca no alienar completamente a China, primer socio comercial, mientras refuerza su alianza con Washington en defensa y tecnología vanguardista.

Desde Beijing, el mensaje es que China todavía ve a Australia como un socio potencial en industria verde, innovación y digitalización. Pero ese vínculo deberá negociar limitaciones regulativas, tensiones culturales y desencuentros militares. La clave estará en un equilibrio diplomático lo suficientemente flexible para contener crisis y lo bastante firme para defender intereses nacionales.

En el escenario global, donde las potencias buscan reconfigurar el orden internacional a su favor, el papel de Australia crece como bisagra geopolítica y como potencia estratégica en la era de la transición energética. Lo que ocurra entre Canberra y Beijing en los próximos años no solo afectará a los mercados de minerales, sino que influirá en la estabilidad del Indo-Pacífico y en la redefinición económica global del siglo XXI.

Como dijo Albanese, "tenemos desacuerdos, pero amigos pueden hablar con franqueza". En tiempos de polarización y conflictos latentes, esa capacidad de diálogo podría ser uno de los recursos más críticos de este siglo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press