Acusaciones, ciencia y disputas legales: ¿Es Tylenol peligroso durante el embarazo?
Un análisis a fondo del polémico caso contra Johnson & Johnson y Kenvue por presuntos vínculos entre el acetaminofén y el autismo
¿Puede un medicamento utilizado por más de 100 millones de personas cada año realmente esconder una amenaza para el desarrollo neurológico prenatal? Esa es la pregunta clave detrás de la nueva batalla legal iniciada por el fiscal general de Texas, Ken Paxton, contra las farmacéuticas Johnson & Johnson y Kenvue, por su producto estrella: Tylenol.
El contexto de la demanda
El 2024 se ve marcado por un litigio que ha captado la atención pública y médica: la demanda interpuesta por el estado de Texas acusa a Johnson & Johnson y a su subsidiaria recientemente escindida, Kenvue, de promocionar engañosamente Tylenol a mujeres embarazadas, ignorando supuestos riesgos de autismo y otros trastornos del neurodesarrollo asociados al consumo del ingrediente activo del medicamento, el acetaminofén.
Esta demanda ocurre unas semanas después de que figuras públicas como el expresidente Donald Trump y el Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., expresaran su preocupación sobre un potencial vínculo entre el uso de este analgésico común durante el embarazo y el autismo, a pesar de que tal conexión carece de sustento científico robusto.
¿Qué es el acetaminofén y por qué es tan usado?
Conocido también como paracetamol, el acetaminofén ha estado disponible sin receta médica desde 1955. En Estados Unidos, es una de las primeras opciones como analgésico y antipirético seguro, prescrito frecuentemente para mujeres embarazadas para tratar fiebre y dolor leve a moderado.
La Organización Mundial de la Salud y múltiples agencias sanitarias lo consideran un medicamento esencial. Sin embargo, su inocuidad ha sido objeto de debate cuando se trata de su uso prolongado o en altas dosis durante estadios críticos del desarrollo intrauterino.
La ciencia detrás de las acusaciones
¿Qué dicen los estudios? Hay que ser claro: no existe consenso científico definitivo que respalde un vínculo causal entre el uso materno de acetaminofén y el trastorno del espectro autista (TEA) en los niños.
Algunos estudios observacionales han añadido combustible a esta hipótesis. Un estudio de 2019 publicado en JAMA Pediatrics detectó una asociación entre niveles elevados del metabolito de acetaminofén en sangre del cordón umbilical y mayor riesgo de autismo o TDAH. Pero la palabra clave aquí es "asociación", no causalidad.
Por el contrario, una revisión sistemática de 2021 publicada en Nature Reviews negó la existencia de evidencia concluyente al respecto y criticó la baja calidad metodológica de múltiples estudios previos. Además, muchos factores podrían sesgar esa vinculación, como enfermedades subyacentes aún no diagnosticadas, estilo de vida, genética y exposiciones ambientales.
Lo que dice el mundo médico
Organismos internacionales, como el ACOG (Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos), siguen respaldando el uso prudente del acetaminofén durante el embarazo. Así también lo hacen entidades como la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos), que sostiene que no hay evidencia suficiente para restringir su venta o cambiar su etiquetado.
En respuesta a las acusaciones de Texas, Kenvue expresó públicamente que “se alinea con la comunidad médica mundial al respaldar la seguridad del acetaminofén” y que defenderá con firmeza la legitimidad y seguridad de sus productos.
¿Qué alega concretamente el fiscal Paxton?
La demanda alega lo siguiente:
- Que Johnson & Johnson promocionó Tylenol como el único analgésico seguro durante el embarazo, sin advertir sobre posibles riesgos para el feto.
- Que la empresa realizó una transferencia fraudulenta de responsabilidad legal a Kenvue cuando escindió su rama de salud del consumidor en 2021.
- Que ambas compañías violaron las leyes de protección al consumidor del estado de Texas.
“Big Pharma traicionó a los estadounidenses lucrándose con el dolor sin importar los riesgos”, dijo Paxton en un comunicado. “Además, cuando vieron venir el día del juicio, intentaron eludir la culpa trasladando ilegalmente sus responsabilidades.”
La escisión entre Johnson & Johnson y Kenvue
En 2021, Johnson & Johnson anunció una de las mayores decisiones estratégicas de la última década: separar su segmento de salud del consumidor en la compañía actual llamada Kenvue. Esto incluía marcas icónicas como Tylenol, Listerine, Neutrogena y Benadryl.
Ahora, Johnson & Johnson afirma que todas las responsabilidades relacionadas con estos productos son de exclusiva competencia de Kenvue. Una jugada legal que, para muchos críticos, parece calculada para proteger activos y evadir litigios masivos, una estrategia ya usada por otras farmacéuticas frente a casos de opioides y polvos de talco.
¿Qué está en juego?
Además de las sanciones económicas multimillonarias que podrían derivarse si se dictamina en contra de las compañías, está en juego una verdad mucho más profunda: la confianza del público.
El acetaminofén es uno de los pilares del cuidado sanitario moderno. Miles de médicos lo recetan diariamente, madres lo utilizan para aliviar fiebre infantil y hospitales lo administran en millones de intervenciones quirúrgicas. Cualquier amenaza real a su seguridad o integridad tiene profundas implicaciones en sistemas de salud globales.
En dónde se encuentran otros procesos legales
Este no es el único litigio en torno a Tylenol. Desde 2022, un comité judicial federal consolidó más de un centenar de demandas bajo una demanda colectiva en Nueva Jersey contra diversos fabricantes de medicamentos con acetaminofén, basadas en preocupaciones similares.
En algunos de estos casos, varios jueces ya han desestimado parcialmente las demandas por falta de pruebas científicas, aunque otras causas siguen activas en proceso de apelación. La batalla legal está lejos de resolverse.
La opinión pública: entre la medicina y la desinformación
Las declaraciones de líderes políticos como Trump y RFK Jr., junto a figuras públicas antivacunas, han amplificado una narrativa que siembra dudas en la población, muchas veces desligadas de la evidencia rigurosa.
Esta tendencia es preocupante. Tal como advierte el propio Kenvue, la perpetuación de desinformación médica puede tener consecuencias nefastas, alertando sobre el riesgo de que muchas mujeres opten por no tratar fiebre durante el embarazo, situación que sí representa un riesgo documentado para el embrión.
¿Una campaña política detrás?
El contexto político no puede ignorarse. Ken Paxton, envuelto en sus propias batallas legales por corrupción pública y buscando ahora una candidatura al Senado, presenta esta demanda en sintonía con una estrategia de campaña centrada en el ataque a las grandes empresas farmacéuticas a las que considera culpables por distintas crisis nacionales, desde los opioides hasta el autismo.
Esta acusación aparece como parte de un discurso más amplio: restaurar la “verdad médica” frente a intereses económicos. No obstante, sin respaldo sólido ni reflejo en la comunidad científica global, también es visto por muchos críticos como un intento de ganar titulares y atención popular.
¿Qué sigue?
Por ahora, el caso debe seguir su curso en las cortes. El reto será separar emociones políticas de datos clínicos. De encontrarse negligencia en la forma de publicitar Tylenol, las empresas podrían enfrentar sanciones severas, aunque difícilmente se impondrían prohibiciones definitivas para su uso.
Al margen del fallo judicial, el debate sobre los fármacos que ingerimos —y cómo nos informamos sobre ellos— queda abierto. En un contexto donde la ciencia tropieza con la posverdad, esta historia es una alerta más sobre la necesidad de verificar datos, confiar en estudios replicables y no convertir en escándalos lo que aún es —principalmente— una discusión científica en progreso.
