El agente que quiso secuestrar a Maduro: espionaje, traición y un plan fallido de película
La historia secreta del intento estadounidense por capturar a Nicolás Maduro mediante su propio piloto presidencial, en una operación que recuerda a los thrillers de la Guerra Fría
Espías, conspiraciones internacionales, negociaciones clandestinas y una traición que nunca ocurrió pero estuvo peligrosamente cerca. Esta es la asombrosa historia del agente Edwin López y su desesperado intento por capturar al presidente venezolano Nicolás Maduro usando su propio piloto como señuelo.
Una oferta imposible de rechazar
Todo comenzó en abril de 2024, cuando un informante apareció en la embajada de EE. UU. en República Dominicana. Lo que traía era oro puro: información sobre dos aviones pertenecientes a Nicolás Maduro, que para ese momento estaban siendo reparados en un hangar de Santo Domingo. Edwin López, un curtido agente de investigaciones de seguridad nacional y ex Ranger del Ejército de EE. UU., sintió el clic inmediato. Lo que había no solo era una violación a las sanciones internacionales, también una puerta abierta insospechada.
El contexto: Venezuela bajo la mira
Maduro, sancionado por EE. UU. desde hace años y acusado formalmente de narcotráfico y terrorismo en 2020, es una figura central en la geopolítica latinoamericana. Su régimen ha sobrevivido a presiones internacionales, protestas internas y campañas opositoras. Pero eso no ha frenado a Washington: el gobierno estadounidense ha ofrecido hasta $50 millones de recompensa por su captura y ha intensificado operaciones militares en el Caribe para cortar rutas de narcotráfico desde Venezuela.
La llegada de Donald Trump nuevamente a la Casa Blanca endureció la postura. De manera secreta, autorizó a la CIA a realizar operaciones dentro de Venezuela. De este clima nace una audaz idea: engañar a Maduro para subir a un avión que terminaría desviándose hacia Puerto Rico o Guantánamo, donde sería arrestado.
Bitner Villegas, el piloto elegido
El objetivo de López era Bitner Villegas, un general de la aviación venezolana, hombre de confianza de Maduro y su piloto personal en viajes diplomáticos a aliados como Irán, Rusia y Cuba. Un video publicado por el propio Maduro lo mostraba en cabina junto a Villegas, gritando lemas nacionalistas rumbo a un encuentro con cazas rusos.
Durante un interrogatorio disimulado en el hangar de Santo Domingo, López lanzó la oferta: ayuda a capturar a Maduro y tendrás protección, dinero y será considerado un héroe por millones de venezolanos. Villegas, nervioso pero cauteloso, no aceptó… pero tampoco rechazó. Dejó, sin embargo, su número de teléfono.
Meses de mensajes cifrados sin respuesta clara
A partir de ahí, López mantuvo contacto vía Telegram y WhatsApp durante 16 meses. Aún después de retirarse oficialmente en julio, siguió el intercambio digital. Prometía un futuro mejor para los hijos del piloto en EE. UU., lo tentaba con el aumento de la recompensa y repetía su pitch como quien susurra una profecía.
Pero Villegas se mantuvo en la sombra. Respondía escuetamente o no respondía en absoluto. En el último mensaje, enviado en septiembre ante el silencio prolongado, López escribió: "Aún estás a tiempo de ser el héroe que Venezuela necesita". La ventana, advirtió, "se está cerrando".
Una jugada final: sembrar sospechas en el chavismo
Al ver que Villegas no cedería, un último recurso fue puesto en marcha: crear paranoia dentro del régimen. El aliado de la oposición, Marshall Billingslea, publicó en X (antes Twitter) una foto del piloto durante el interrogatorio en el hangar. El montaje incluía su imagen oficial como general y una suerte de "feliz cumpleaños" cargado de sarcasmo. Maduro, según las fuentes, ordenó el retorno inmediato de un Airbus presidencial que recién despegaba de Caracas.
Silencio absoluto. No hubo noticias de Villegas por días. Rumores de su arresto recorrieron las redes venezolanas como pólvora. Finalmente, reapareció en la televisión estatal al lado del poderoso ministro Diosdado Cabello, alzando el puño y reafirmando su lealtad al chavismo, sin pronunciar palabra.
El trasfondo: Lo que esta historia nos dice de la política de EE. UU. hacia Venezuela
Este operativo no autorizado revela la desesperación y las tácticas nada ortodoxas de la inteligencia estadounidense para ejecutar un cambio de régimen en Venezuela. Ya no se trata solo de sanciones o de la marginalización internacional. Se ha pasado a las estrategias clandestinas dignas de la Guerra Fría.
Como recuerda el analista Geoff Ramsey del Atlantic Council: “Hay una obsesión con apresar a Maduro como trofeo simbólico. Pero no hay una estrategia clara de qué hacer después”. Esa ausencia de plan real para Venezuela post-Maduro debilita estas maniobras y disminuye su legitimidad.
También refleja el dilema moral y estratégico inherente: ¿vale todo para derrocar a quienes consideramos dictadores? ¿Y qué ocurre cuando esas arriesgadas jugadas quedan expuestas públicamente?
El agente que no se rinde
Edwin López, incluso fuera de servicio, sigue con la idea aferrada al pecho: capturar a Maduro. Para miembros de la oposición venezolana en el exilio, López es “más valioso que muchos opositores locales”. Su compromiso supera al uniforme.
Su historia quizá no tenga un final victorioso, pero es real. Nos demuestra cómo la línea entre diplomacia, espionaje y desesperación se vuelve borrosa cuando los objetivos políticos parecen inalcanzables.
¿Qué sigue?
La tensión entre EE. UU. y Venezuela se mantendrá, y es probable que operaciones similares continúen fuera del foco mediático. Pero esta historia nos deja una lección potente: la guerra por la democracia también se libra en silencios, chats borrados, y promesas susurradas al oído en un hangar vacío.
