El futuro de la escuela secundaria: entre creatividad, carreras y conexión humana
CART High en California desafía el modelo tradicional de enseñanza y redefine cómo debería ser la educación secundaria en el siglo XXI
¿Y si la escuela secundaria pudiera ser un lugar donde los estudiantes quisieran estar? Donde la asistencia alcanzara casi el 100%, los conflictos disciplinarios fueran casi inexistentes y el aprendizaje fuera significativo y conectado con la vida real.
En Clovis, California, esa idea ya no es solo un sueño: es realidad. El Center for Advanced Research and Technology (CART High), con más de 25 años funcionando, está revolucionando la educación secundaria en Estados Unidos, y ahora es modelo para una transformación más amplia en el estado de California. Este artículo analiza cómo CART está redefiniendo el concepto de escuela secundaria y qué implicaciones tiene para el sistema educativo en general.
Adiós al modelo de fábrica educativa
El modelo tradicional de escuela secundaria en Estados Unidos fue diseñado en el siglo XX según los principios de una fábrica: horarios fijos, asignaturas aisladas, aprendizaje estandarizado y una estructura rígida enfocada en la eficiencia.
Pero hoy, los desafíos son otros: altas tasas de ausentismo, desinterés académico, resultados deficientes en matemáticas y lectura, y una desconexión crónica entre lo que se enseña y lo que los estudiantes necesitan en la vida real.
Según la última encuesta estatal, casi el 50% de los estudiantes de grado 11 dijeron que la escuela es "aburrida". Además, solo el 30% superó los estándares académicos en matemáticas, y muchos egresados no tienen las habilidades necesarias para la vida adulta o el mundo laboral.
¿Qué es CART High?
CART es una iniciativa conjunta entre los distritos Clovis Unified y Fresno Unified, diseñada originalmente para llegar a estudiantes con bajo rendimiento académico. Hoy, su ambición ha ido más allá: convertirse en un modelo replicable de escuela del futuro.
Los estudiantes aplican mediante un proceso de lotería. Asisten a su escuela secundaria habitual medio día y el resto lo pasan en CART, donde pueden elegir entre módulos educativos («laboratorios») como:
- Biotecnología
- Leyes y política pública
- Psicología y criminología forense
- Negocios y marketing
- Diseño digital y medios interactivos
Cada módulo tiene una duración de tres horas y es dictado por un equipo de tres docentes que integran arte, literatura, ciencia y tecnología en un enfoque multidisciplinario centrado en problemas reales.
Resultados que hacen pensar
Los números hablan por sí solos:
- 100% de asistencia casi diaria
- +90% de estudiantes que alcanzan el nivel "proficiente" o más en inglés
- 80% de los alumnos provienen de contextos de bajos ingresos
Madelyn Quiroga, estudiante de la clase de biotecnología, confiesa que mientras obtiene calificaciones mediocres en su escuela tradicional, en CART saca solo A’s: “Aquí, en realidad nos enseñan. Y es todo lo que queremos aprender, así que se te queda grabado.”
Audrey Riede, otra estudiante, afirma: “Los profesores no sólo te quieren hacer pasar, quieren que pienses. Es un entorno completamente distinto.”
Cambios estructurales en puerta
El éxito de CART no ha pasado desapercibido. La California Collaborative for Educational Excellence lanzó un programa piloto para rediseñar escuelas secundarias y de nivel medio en todo el estado. Con $10 millones en financiamiento inicial y respaldo político, varios distritos competirán para implementar ideas nuevas inspiradas en modelos como CART.
Linda Darling-Hammond, presidenta del Consejo Estatal de Educación, fue directa al respecto: “Necesitamos rehacer por completo la idea de lo que puede ser la secundaria... Esta es nuestra oportunidad.”
El nuevo concepto propone escuelas donde:
- El aprendizaje es interdisciplinario y con aplicaciones prácticas
- Se promueven proyectos colaborativos y experiencias laborales
- La enseñanza se adapta a los intereses de cada estudiante
- La conexión emocional con docentes y comunidad es prioritaria
Obstáculos visibles pero superables
Sin embargo, el camino hacia una reforma general no está exento de desafíos. Dos grandes barreras amenazan con frenar el impulso de innovación educativa:
- Requisitos de universidades estatales: tanto la Universidad de California como el sistema Estatal exigen cursos estandarizados (A-G) para ingresar. Estos estrictos requisitos limitan la libertad de diseño curricular en escuelas como CART.
- La "unidad Carnegie": inventada hace más de un siglo, mide el aprendizaje por el tiempo dedicado, no por las habilidades adquiridas. Aunque incluso la Fundación Carnegie ha pedido reemplazar este modelo, las universidades continúan dependiendo de él.
“La manera en que medimos el aprendizaje debe evolucionar”, insiste la directora Bynum, para quien calificaciones tipo A, B, C y estructuras basadas en cronómetros, no reflejan lo que los jóvenes realmente saben hacer.
Un modelo centrado en el “C kid”
En un ejemplo contundente, Bynum resume a quién está dirigido CART: “No buscábamos a los estudiantes de honor. Buscábamos a los chicos desconectados, a ese estudiante promedio que aquí puede brillar.”
Y es que, lejos de imaginar un sistema para los “mejores del grupo”, CART ha sido diseñado para aquellos estudiantes que han pasado desapercibidos. Que se sienten como outsiders en sus escuelas habituales pero tienen potencial de sobra cuando el entorno se alinea con sus intereses personales y aspiraciones.
El director Rick Watson lo expresa claro: “Los estudiantes B, C y D tienen potencial, pero están desconectados. Desesperados por un modelo alternativo de educación.”
Más allá del aula: vocación, comunidad y sentido
En CART no se trata únicamente de aprobar exámenes. Los estudiantes participan en tareas que los conectan con su comunidad, comprenden las implicaciones éticas de lo que estudian y adquieren una nueva percepción sobre sí mismos.
Por ejemplo, en biotecnología, los alumnos estudian edición genética (CRISPR), pero también leen ciencia ficción e imaginan los dilemas morales del futuro. En derecho y política, encarnan juicios simulados inspirados en Shakespeare. La creatividad se vuelve parte natural del pensamiento crítico.
Más aún, CART genera inspiración vocacional. Muchos jóvenes allí descubren su verdadera pasión: ser abogados, científicos, diseñadores, empresarios. No por imposición, sino por elección informada y entusiasmo genuino.
¿Puede difundirse esta revolución?
Educadores de todo el mundo visitan cada año CART para entender su lógica y replicarla. Algunas escuelas inspiradas por este modelo han surgido en California. Pero la transformación estatal —y nacional— requiere voluntad política, reformas estructurales y un cambio profundo de mentalidad.
No basta con replicar un edificio moderno o clases más largas. Se trata de revisar qué significa educar. Se trata de formar estudiantes que no solo aprueben, sino que comprendan, se involucren, se emocionen y hallen sentido en lo que hacen.
Y, tal como dice Russlynn Ali, directora de XQ Institute y experta en educación: “Muchos jóvenes se gradúan sin siquiera saber calcular la propina en una cuenta dividida. El caso por un cambio es innegable.”
La escuela secundaria del futuro ya existe. Se encuentra en California, en un antiguo edificio de bombas de agua reciclado en una escuela viva. Ahora sólo falta que más distritos educativos, universidades y líderes sociales tengan el coraje de dejar atrás el siglo XX... y educar mirando hacia el XXI.
