Guerra en las sombras: la violencia crónica en las favelas de Río y el eterno retorno de las operaciones policiales letales

Un análisis crítico sobre la reciente megaoperación en el Complexo do Alemão, que dejó decenas de muertos y reabre el debate sobre el fracaso de la guerra contra el narcotráfico en Brasil

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RÍO DE JANEIRO — El martes 28 de octubre de 2025 se convirtió en un nuevo capítulo sangriento para las favelas de Brasil. Una megaoperación policial se desplegó durante todo el día en el Complexo do Alemão, uno de los conglomerados de favelas más grandes de Río de Janeiro, que resultó en feroces enfrentamientos con presuntas organizaciones narcotraficantes, particularmente el temido Comando Vermelho. El saldo: decenas de muertos, múltiples heridos y una comunidad en estado de shock.

Este tipo de operativos no son nuevos en la historia reciente brasileña, pero sí lo son la escala de violencia y la brutalidad experimentadas. ¿Estamos realmente más cerca de vencer al crimen organizado? ¿O seguimos repitiendo las mismas estrategias fallidas en un ciclo de violencia sin fin?

Una fotografía infernal: sangre, fuego y cuerpos heridos

Las imágenes que circularon desde las inmediaciones del Hospital Getulio Vargas hablaron por sí solas: camiones policiales cargando cuerpos ensangrentados, jóvenes tendidos en el piso mientras la policía mantenía control sobre las escenas, y familiares llorando a las afueras de los hospitales.

El operativo, dirigido según autoridades para desarticular células del Comando Vermelho, se extendió por horas en distintas áreas del Complexo do Alemão, desencadenando tiroteos de alta intensidad que mantuvieron en vilo a miles de residentes.

Comando Vermelho: un enemigo jurado, pero nunca extirpado

El Comando Vermelho no es una novedad en el panorama criminal de Brasil. Nacido en la década de 1970 dentro del sistema penitenciario de Ilha Grande, esta organización surgió inicialmente como una alianza entre presos comunes y políticos, y evolucionó en una máquina criminal que controla rutas del narcotráfico, extorsiones y crimen urbano en múltiples estados brasileños.

Según datos del Fórum Brasileiro de Segurança Pública, el Comando Vermelho cuenta con presencia activa en más de 20 estados y ha incrementado su capacidad logística a través de vínculos con mafias internacionales, particularmente de Paraguay y Bolivia.

Operativos de alto impacto: ¿justicia o espectáculo punitivo?

Las autoridades locales, incluyendo el gobernador Cláudio Castro, defendieron la operación como una acción necesaria ante el crecimiento del poder del narcotráfico. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos, investigadores sociales y vecinos de la comunidad han levantado fuertes críticas sobre la desproporcionalidad y letalidad del operativo.

"Los cadáveres no traen paz. Lo que vivimos hoy es una guerra que arrasa con el tejido social y multiplica el miedo. Sin políticas de prevención ni inversión social, solo cosechamos muerte", comentó Renato Sérgio de Lima, politólogo y director del Fórum Brasileiro de Segurança Pública.

En los últimos 10 años, se han registrado más de 20 grandes operaciones en el Complexo do Alemão, la mayoría con saldos mortales superiores a la decena de víctimas. Solo en 2022, al menos 23 personas murieron en una operación similar, una cifra que le valió a Brasil múltiples condenas internacionales.

El círculo de hierro: pobreza, exclusión y narcotráfico

Para muchas personas que viven en las favelas, el narcotráfico no es solo el enemigo. Es también el actor que garantiza cierto tipo de estabilidad diaria: desde ayudas económicas hasta vigilancia informal e incluso justicia extralegal.

Un informe de Amnistía Internacional publicado en 2023 advirtió que las políticas de "mano dura" han "militarizado la seguridad pública" y crearon un ambiente donde la policía actúa con impunidad, mientras los derechos humanos de los habitantes "son relegados a una segunda categoría".

Además, el informe subrayó que más del 60% de los jóvenes muertos en estas operaciones son hombres negros entre 15 y 29 años —una estadística que revela no solo los alcances del narcotráfico, sino también el sesgo estructural del aparato estatal de seguridad.

La visión política: propaganda de control

Cada vez que ocurre una operación de esta magnitud, los líderes políticos —a nivel local y federal— no tardan en utilizar la situación para enviar mensajes de fuerza y determinación. La narrativa oficial promueve una idea de "tolerancia cero", que suele calar entre la clase media conservadora, harta de la criminalidad urbana.

Sin embargo, esta postura ha sido criticada incluso por ex jefes de seguridad. El sociólogo Luiz Eduardo Soares, ex secretario nacional de Seguridad Pública, ha afirmado que: "esta política solo sirve como performance. Es una forma de calmar temporalmente a la opinión pública sin resolver estructuralmente el problema".

Y es que, desde el fin del gobierno militar en los años 80, ningún partido ha logrado implementar una reforma eficiente de seguridad pública. La militarización de las favelas y la omisión estatal en las necesidades básicas generan más resentimiento y abren la puerta para que organizaciones criminales llenen el vacío.

¿Existe una salida a la guerra urbana?

La pregunta que sobrevuela cada una de estas tragedias es si existe una alternativa real a la guerra de aniquilación entre el Estado brasileño y las bandas criminales. Muchos expertos apuntan a que sí, pero requiere un giro de 180 grados en la estrategia:

  • Desmilitarización de la policía: Crear fuerzas policiacas más comunitarias y menos orientadas a la represión bélica.
  • Inversión sostenida en educación, salud y empleo: Las favelas deben ser vistas como zonas de inversión pública, no territorios a conquistar.
  • Reforma judicial y carcelaria: Las prisiones brasileras son fábricas de crimen. Reformarlas es clave para cortar el ciclo delictivo.
  • Participación civil: Las comunidades deben ser protagonistas de las decisiones sobre seguridad, no solo víctimas pasivas.

Algunos gobiernos locales, como el de Maranhão y Recife, han empezado a experimentar con políticas multidimensionales que integran cultura, urbanismo y mediación comunitaria como estrategias de seguridad, obteniendo resultados alentadores aunque aún marginales.

Una historia que sigue repitiéndose

Mientras tanto, los episodios como el del 28 de octubre continúan repitiéndose. La muerte, la tristeza y la indignación se alternan con comunicados oficiales vacíos de autocrítica.

María Aparecida, madre de uno de los jóvenes heridos, lo expresó con crudeza desde la entrada del Hospital Getulio Vargas: "La policía no entra aquí para salvar a nadie. Solo entra para matar. Nosotros aquí no tenemos derechos".

El problema del narcotráfico en Brasil no es solo seguridad. Es estructural, histórico y político. Y sin un diálogo nacional serio sobre los errores acumulados y las posibilidades de redireccionar la política pública, cada muerto en cada operativo seguirá siendo solo una estadística más en una macabra contabilidad nacional.

El Complexo do Alemão llora hoy, como lloró tantas veces antes. Pero la pregunta que debemos hacernos todos es: ¿cuántas veces más debemos llorar antes de cambiar el rumbo?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press