Guerra energética: cómo Ucrania está desgastando la economía rusa atacando refinerías

Con un arsenal de armas propias, apoyo internacional y una estrategia centrada en la infraestructura energética, Ucrania golpea uno de los pilares del financiamiento ruso

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Por más de tres años, la guerra en Ucrania ha sido un choque de tropas, drones y diplomacia, pero ahora se libra una nueva batalla en el corazón del poder económico ruso: el petróleo.

Desde inicios de 2024, Ucrania ha intensificado sus ataques profundos dentro del territorio ruso, apuntando con precisión quirúrgica a las refinerías que procesan el crudo. De acuerdo con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, estas ofensivas han reducido en un impresionante 20% la capacidad de refinación de Rusia. Una cifra que, más allá del simbolismo militar, afecta directamente la financiación del esfuerzo bélico del Kremlin.

Una guerra de petróleo, no solo de armas

La ofensiva energética ucraniana no es simplemente un nuevo capítulo en la guerra. Es una estrategia sofisticada que busca debilitar la economía de guerra rusa desde su núcleo. Las exportaciones de petróleo y gas representan hasta el 45% del presupuesto federal ruso, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional. De allí que atacar las refinerías no solo afecte la capacidad de producción interna, sino también las exportaciones clave a países como China e India.

De hecho, estos dos gigantes asiáticos han sido los principales compradores del crudo ruso desde que Europa impuso embargos al petróleo tras el inicio del conflicto en 2022. Pero incluso ese frente comienza a erosionarse. Zelenski reveló recientemente que India ha enviado señales contundentes de que comenzará a reducir sus importaciones energéticas de Rusia, una decisión que podría inclinar la balanza financiera de manera significativa.

Armas made in Ucrania

Uno de los datos más reveladores compartidos por Zelenski es que más del 90% de los ataques profundos dentro de Rusia fueron ejecutados con armas de largo alcance fabricadas en Ucrania. Esta autonomía tecnológica permite a Ucrania actuar con más libertad y ritmo, evitando depender exclusivamente de la ayuda externa para su armamento ofensivo.

El desarrollo bélico local también es vital en un momento donde la fatiga de guerra amenaza la continuidad del apoyo internacional. “Solo necesitamos trabajar en esto cada día”, declaró Zelenski, apelando a un esfuerzo sostenido para aumentar la producción y eficiencia de este sector industrial estratégico.

Sancciones internacionales como presión paralela

Mientras Ucrania golpea físicamente la infraestructura rusa, las sanciones económicas impuestas por EE.UU. y la Unión Europea complementan esa presión desde los mercados internacionales. Recientemente, el expresidente (y nuevamente protagonista) Donald Trump anunció nuevas sanciones dirigidas a gigantes energéticos rusos como Rosneft y Lukoil. Estas sanciones están programadas para entrar en vigor el 21 de noviembre y buscan impactar directamente las ganancias por exportación de combustibles fósiles.

Según Zelenski, Trump podría utilizar estas sanciones “como herramienta de presión o para entablar un diálogo con Rusia”. El ajedrez diplomático sigue activo, pero la postura del Kremlin, sin señales claras de conciliación, mantiene la guerra lejos de una resolución pacífica.

El frente tecnológico: interceptores para contrarrestar los drones

Además del frente energético, Ucrania enfoca grandes esfuerzos en su defensa aérea. Dado el uso masivo de drones Shahed por parte de Rusia para golpear infraestructura crítica ucraniana, la respuesta de Kyiv ha sido acelerar la producción de interceptores tierra-aire. Según datos oficiales, a partir del próximo mes Ucrania tiene la capacidad para fabricar entre 500 y 800 interceptores diarios.

Esta producción masiva, sin embargo, plantea otro reto: los operadores. “Producirlos es vital, pero también necesitamos entrenar a las personas que los usan”, enfatizó Zelenski. Aquí entra en juego nuevamente el apoyo internacional, con esfuerzos de capacitación coordinados en paralelo en países socios como Estados Unidos, Francia y Suecia.

Necesidades energéticas y el reto del invierno

El invierno no da tregua en el conflicto. Con temperaturas hostiles y una infraestructura energética dañada, el desafío para Ucrania se duplica. Zelenski estima que el país ya dispone del 70% de los 2.000 millones de dólares necesarios para importar gas natural con miras a la temporada invernal.

El presidente hizo un llamado urgente para cubrir el resto de ese financiamiento, advirtiendo que Rusia ha intensificado los ataques a redes eléctricas, plantas de calefacción y centrales de gas. Las necesidades humanitarias se entrelazan con las militares, haciendo de la energía un campo de batalla más en esta guerra moderna.

La realidad humana: prisioneros, defensas y resistencia

La guerra no solo se mide en refinerías destruidas o sanciones impuestas. El enfrentamiento en el este del país deja otras cifras dolorosas: 2.200 soldados rusos capturados por Ucrania en los últimos seis meses. Estos prisioneros de guerra, concentrados en la región de Donetsk, representan la crudeza del combate terrestre donde, a diferencia del frente tecnológico, los recursos humanos siguen siendo imprescindibles.

Especialmente intensa es la lucha por Pokrovsk, una ciudad estratégica que Rusia intenta tomar como parte de su renovado impulso militar. Para evitar su caída, Ucrania ha redoblado el envío de tropas y construye fortificaciones de defensa con apoyo de aliados europeos.

Hacia una fuerza aérea del futuro

En diálogo con líderes de defensa de Suecia, Francia y Estados Unidos, Zelenski también reveló que Ucrania está desarrollando un plan de modernización aérea y ya ha solicitado una flota de 250 nuevos aviones de combate. La magnitud de esta solicitud indica no solo un deseo de recuperar el control aéreo, sino una visión de largo plazo para la defensa regional.

Para muchos analistas militares, la supremacía aérea es “la gran ausente” en el arsenal ucraniano actual. De lograr esta transformación, Ucrania ganaría un elemento clave tanto para defensa como para disuasión.

Una guerra redefinida en el siglo XXI

La guerra en Ucrania ya no se libra solo en trincheras ni en calles urbanas. Hoy se lucha en los mercados de petróleo, en los cielos llenos de drones, en laboratorios que producen interceptores y en foros diplomáticos de alto nivel.

Con cada refinería destruida, cada dron derribado y cada sanción activa, Ucrania intenta reescribir las reglas del conflicto moderno. Y aunque la paz aún se vislumbra lejana, el enfoque multifacético del país ofrece una lección clara: ganar una guerra del siglo XXI requiere mucho más que balas; requiere estrategia, diplomacia, tecnología e innovación.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press