Huracán Melissa azota el Caribe: la furia sin precedentes que amenaza a Cuba

Con vientos de hasta 215 km/h, el huracán más poderoso registrado en la región deja muerte, destrucción y una crisis humanitaria en expansión

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El Caribe vuelve a enfrentar uno de sus peores temores: un huracán de categoría máxima y con una trayectoria sumamente destructiva. Melissa, una tormenta que ya ha dejado un rastro de devastación en Jamaica y amenaza con causar estragos aún mayores en Cuba, se perfila como uno de los desastres naturales más impactantes en la historia reciente de la región.

Una tormenta histórica

El huracán Melissa se ha convertido en uno de los más poderosos jamás registrados en el Atlántico. Con vientos sostenidos de hasta 215 km/h (130 mph), la tormenta alcanzó la categoría 4 en la escala Saffir-Simpson y rozó la categoría 5, una clasificación que solo las tormentas más destructivas logran alcanzar.

“Este tipo de sistema meteorológico no solo amenaza vidas, sino que puede cambiar completamente el panorama físico y económico de una región”, declaró Michael Brennan, director del Centro Nacional de Huracanes en Miami.

Jamaica: daños masivos y caos

Antes de tocar tierra en Cuba, Melissa atravesó Jamaica, dejando una estela de destrucción. Más de medio millón de personas perdieron el suministro eléctrico, cuatro hospitales fueron severamente dañados, y uno tuvo que evacuar a 75 pacientes debido a la falta de energía.

El área de St. Elizabeth fue descrita por autoridades como "completamente bajo el agua" debido a las torrenciales lluvias. El Consejo de Gestión de Riesgos de Desastre de Jamaica confirmó deslizamientos masivos, árboles derribados y bloqueos por toda la isla.

El saldo preliminar de víctimas en el Caribe asciende a 7 muertos: tres en Jamaica, tres en Haití y uno en República Dominicana, donde además se reporta un desaparecido.

Una Cuba vulnerable y en crisis

Cuba, ya duramente golpeada por una profunda crisis económica, enfrenta ahora la amenaza de Melissa. Con más de 700,000 evacuados (según el periódico Granma), los esfuerzos para contener las consecuencias del huracán están a toda marcha.

El presidente Miguel Díaz-Canel calificó a Melissa como "el huracán más fuerte que haya golpeado el territorio nacional", e hizo un llamado a no subestimar su poder. En un mensaje televisado aseguró que "no se escatima ningún recurso para proteger la vida de la población".

Las provincias de Granma, Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín y Las Tunas están bajo alerta máxima. Además, en regiones como Camagüey y Sancti Spíritus se suspendieron las clases desde el lunes.

Peligros inminentes

  • Inundaciones con acumulados de hasta 51 centímetros de lluvia (20 pulgadas), lo que podría generar crecidas repentinas en ríos y deslizamientos masivos.
  • Mareas de tormenta de hasta 3.6 metros (12 pies) en áreas costeras, con el riesgo potencial de arrasar infraestructuras residenciales y comerciales.
  • Interrupciones eléctricas prolongadas en un país ya afectado seriamente por cortes previos por escasez de combustible.

Una tormenta en tiempos difíciles

El huracán Melissa llega en el peor momento para Cuba: la isla enfrenta apagones diarios, escasez aguda de alimentos y medicamentos, y un éxodo creciente por mar hacia Estados Unidos. El paso de este ciclón podría profundizar esa crisis.

"Hay mucha incertidumbre. Nadie sabe cuándo volverá la electricidad o si los productos básicos estarán disponibles luego del huracán", comenta Lisbeth Pérez, residente de Santiago de Cuba.

Preparación y solidaridad

Las comunidades cubanas, históricamente resilientes ante fenómenos naturales, han vuelto a demostrar una impresionante capacidad organizativa. Se han habilitado más de 1,000 albergues, y brigadas voluntarias ayudan en evacuaciones y repartición de alimentos.

“Cuba tiene una de las tasas más bajas de muertes por huracanes en el mundo en desarrollo”, señala el experto en climatología Dr. Pablo Cantero. “Esto se debe en parte a su sistema de defensa civil bien engrasado. Pero con la magnitud de Melissa, incluso eso podría ser insuficiente.”

¿Qué será del Caribe tras Melissa?

Sobrevivir es la prioridad. Pero la pregunta es inevitable: ¿cómo se recuperarán los países afectados por Melissa?

En Jamaica, las autoridades esperan reabrir todos los aeropuertos para el jueves y así garantizar el ingreso rápido de asistencia humanitaria. Mientras tanto, Cuba tendrá que afrontar una dura reconstrucción con recursos limitados y bajo la presión de una población cada vez más desilusionada.

Los analistas coinciden en que los efectos de Melissa se sentirán durante años, especialmente si consideramos los impactos en las cosechas, la vivienda y la infraestructura sanitaria.

¿El nuevo rostro del cambio climático?

Melissa es sólo el último ejemplo de una temporada de huracanes atlántica más intensa y prolongada, una señal clara del cambio climático en acción. De acuerdo al informe de la Organización Meteorológica Mundial, cada año los huracanes son más fuertes y se presentan en mayor número.

“Las aguas más cálidas del Atlántico interactúan con sistemas atmosféricos para generar tormentas más potentes. Melissa fue alimentado por temperaturas oceánicas récord de hasta 30°C”, afirma el climatólogo Dr. Jorge Ferrer.

La presión sobre los gobiernos caribeños para desarrollar políticas de adaptación climática y reforzar la infraestructura crítica es más urgente que nunca.

Solidaridad internacional: ¿presente o ausente?

Hasta ahora, la respuesta internacional ha sido modesta. Las Naciones Unidas y la Cruz Roja Internacional han activado mecanismos de ayuda, pero las necesidades superan con creces la capacidad de respuesta.

Las naciones desarrolladas deben hacer más que enviar comunicados de solidaridad: se necesita financiamiento, material sanitario, tecnología y planes de contingencia para el futuro inmediato. El Caribe se convierte cada año en más vulnerable y eso exige compromisos firmes del escenario global ante el calentamiento del planeta.

Una crisis y una lección

El paso de Melissa recuerda una constante del Caribe: sus pueblos enfrentan las tormentas con valentía, pero sin los recursos necesarios. Ya no basta con resistir. Es tiempo de replantear cómo la región y el mundo enfrentan los desastres naturales que el cambio climático agrava cada temporada.

Melissa puede entrar en los libros de historia como una de las tormentas más demoledoras del Caribe moderno. Pero también puede impulsar un cambio más profundo: el reconocimiento global de que ya no se trata solo de emergencias climáticas, sino de emergencias humanas.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press