La batalla por Palestina en la ONU: ¿Justicia o política punitiva?
La relatora Francesca Albanese desafía las sanciones de EE. UU. mientras denuncia crímenes de guerra israelíes y la pasividad internacional
Una voz incómoda para Israel y sus aliados
La italiana Francesca Albanese, relatora especial de la ONU sobre derechos humanos en los territorios palestinos ocupados, se ha convertido en una figura incómoda en la esfera internacional desde su nombramiento en mayo de 2022. Sus informes, doctrinariamente firmes y moralmente acusadores, describen la situación en Gaza y Cisjordania con palabras que muchos diplomáticos evitan: "genocidio", "apartheid", "limpieza étnica".
Pero su trabajo enfrenta represalias. Desde julio de 2025, estadounidenses e israelíes han intensificado ataques político-diplomáticos en su contra. Washington incluso impuso sanciones personales a Albanese, una medida inusual —y para muchos, escandalosa— dado su estatus como representante nombrada por un organismo internacional autónomo.
¿Qué implican las sanciones?
Las sanciones incluyen restricciones financieras e impedimentos para viajar a EE. UU., lo que dificultó su presencia física en la Asamblea General cuando debía presentar su nuevo informe. Desde Sudáfrica —donde se encontraba en una gira académica—, Albanese le habló al pleno por videoconferencia, calificando las sanciones como "ilegales y vengativas":
“Estas medidas son un ataque a la ONU misma —a su independencia, su integridad, su alma.”
Llama la atención que la comunidad internacional, aunque crítica, no ha tomado acciones contundentes frente a estas sanciones. “Más allá de declaraciones, no ha habido pasos concretos”, declaró Albanese a periodistas ese mismo día, evidenciando el aislamiento institucional que sufre.
Ofensiva diplomática contra una relatora
No es la primera vez que las relatorías de la ONU son blanco de campañas políticas. Israel históricamente ha deslegitimado al Consejo de Derechos Humanos, calificando a sus mecanismos como "parciales" e "injustamente obsesionados con Israel". Sin embargo, el caso de Albanese ha escalado. En julio, el entonces Secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, la acusó de “antisemitismo desvergonzado, apoyo al terrorismo y desprecio hacia Occidente”.
Albanese ha rechazado tales acusaciones. “Estoy siendo atacada por hacer mi trabajo”, respondió. Y agregó que “mi compromiso con la justicia está por encima de intereses personales.”
El tono no ha mejorado con el tiempo. En su último informe, el embajador de Israel ante la ONU, Danny Danon, la llamó "bruja" y tachó su trabajo de "vergonzoso y parcial". Danon incluso acusó a Albanese de “pervertir el término genocidio, nacido de las cenizas del Holocausto.”
Gaza: ahogada, hambrienta y hecha añicos
En su informe, Albanese describió un panorama devastador tras meses de guerra entre Israel y Hamás. Usó tres palabras para referirse a la situación: “asfixiada, famélica y destruida.” Según cifras del Ministerio de Salud de Gaza —aceptadas por la ONU como estimación fiable aunque no distinguen entre civiles y combatientes—, más de 67.000 personas han muerto desde el inicio del conflicto el 7 de octubre de 2023.
Israel sostiene que respondió al mortal ataque inicial de Hamás, en el que murieron cerca de 1.200 personas en Israel, la mayoría civiles. Pero Albanese y otros expertos señalan que incluso en tiempos de guerra existen principios de proporcionalidad y distinción en el derecho internacional humanitario, principios que —según ella— han sido arrasados por la respuesta israelí.
El frágil alto al fuego que no alcanza para la paz
La situación en terreno sigue siendo crítica. A pesar de un alto al fuego mediado por EE. UU., las tensiones se reactivaron luego de que Israel acusara a Hamás de violar el acuerdo al atacar sus tropas y no entregar los cuerpos de los rehenes. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ordenó entonces “golpes poderosos” en el sur de Gaza como represalia.
Albanese fue contundente: “Llamar a una tregua ‘un plan de paz’ mientras se permite que la ocupación y las matanzas continúen, no es diplomacia. Es una neolengua al estilo de Orwell.”
Una batalla entre normas y geopolítica
Las relatorías como la de Albanese no tienen poder vinculante pero influyen en los juicios de la Corte Penal Internacional y en el desarrollo del derecho internacional. Por eso representan un énfasis moral que suele incomodar a actores poderosos.
Expertos en derecho como Richard Falk, quien ocupó el mismo cargo antes que Albanese, afirman que “las respuestas punitivas a relatorías incómodas solo profundizan la erosión del sistema internacional de protección de derechos humanos.”
Por su parte, el Alto Comisionado de Derechos Humanos, Volker Türk, exigió la reversión inmediata de las sanciones estadounidenses contra Albanese. En la misma línea, el portavoz de Naciones Unidas, Stéphane Dujarric, calificó dichas acciones como “inaceptables”.
¿Y el rol de Antonio Guterres?
Consultada sobre si el secretario general de la ONU Antonio Guterres la apoyó durante este proceso, Albanese prefirió no responder: “prefiero no comentar.” Su silencio, más que cualquier afirmación, evidencia quizá la tensión interna en la diplomacia onusiana, atrapada entre la lealtad institucional y los temores de represalia presupuestaria por parte de Washington.
Una cuestión de principios
El caso de Francesca Albanese no es una anécdota; es una llamada de atención. Pone en evidencia una fractura estructural dentro del sistema multilateral actual, especialmente en momentos donde la geopolítica y los intereses nacionales pesan más que los principios universales que fundaron la ONU.
¿Cómo puede sostenerse un sistema internacional que castiga a los que señalan abusos, pero guarda silencio —o actúa con tibieza— frente a quienes los cometen o encubren? ¿Dónde queda entonces la integridad de la ONU como voz de los pueblos sin voz?
Hoy, mientras Gaza queda en ruinas, mientras una mujer es sancionada por alertar sobre ello, y mientras los poderosos se esconden detrás de tecnicismos diplomáticos... vale la pena rememorar lo que una vez dijo Kofi Annan:
“Se nos juzgará no por nuestras intenciones, sino por nuestras acciones. O su falta.”
El tiempo dirá de qué lado quedó esta generación de diplomáticos y de Estados.
