Portaaviones, carteles y cálculos políticos: el nuevo teatro geoestratégico de Trump en América del Sur
La reubicación del USS Gerald R. Ford hacia el sur del continente marca un cambio drástico en la estrategia militar estadounidense, mezclando lucha antidrogas con tensiones en Medio Oriente y amenazas veladas a Venezuela
En un giro inesperado dentro del tablero de ajedrez geopolítico de Estados Unidos, la administración de Donald Trump ha ordenado el despliegue del portaaviones más avanzado de la nación, el USS Gerald R. Ford, hacia América del Sur como parte de su campaña contra los carteles de la droga.
Este movimiento ha generado ondas de choque no solo por su simbolismo militar, sino también por las profundas implicaciones diplomáticas y de seguridad que conlleva, en un momento especialmente volátil en múltiples regiones del mundo. ¿Es esta una jugada legítima contra el narcotráfico o una maniobra calculada para presionar a gobiernos hostiles en Latinoamérica, como el de Nicolás Maduro en Venezuela? Aquí lo analizamos a fondo.
El poderío flotante en movimiento: ¿una señal de prioridades?
Desde la Segunda Guerra Mundial, los portaaviones estadounidenses han sido mucho más que plataformas militares: representan la proyección del poder estadounidense. El USS Gerald R. Ford, con más de 75 aeronaves a bordo y una tripulación que supera las 4,500 personas, es considerado el buque más avanzado tecnológicamente de su tipo.
Su salida del Mar Mediterráneo, justo cuando una frágil tregua entre Israel y Hamas se tambalea, y sus intensos combates recientes en el Mar Rojo contra rebeldes hutíes, plantean la pregunta: ¿por qué ahora? ¿Por qué Sudamérica?
Mark Cancian, ex coronel de los Marines y asesor del Center for Strategic and International Studies, lo resumió así: “Es un recurso poderoso y escaso. Habrá presión para redirigirlo si surge otra crisis en Medio Oriente o Asia”.
Trump apuesta por el 'enemigo interno': los carteles como combatientes ilegales
Trump ha declarado que los cárteles de droga que trafican hacia EE. UU. constituyen "combatientes ilegales", una designación que recuerda a la guerra contra el terrorismo posterior al 11 de septiembre. Con base en este argumento, ha lanzado 13 ataques letales contra embarcaciones en el Pacífico oriental, resultando en la muerte de al menos 57 presuntos traficantes.
“Vamos a destruir esos barcos y matar a los que quieren envenenar a América”, sentenció el senador Lindsey Graham, añadiendo que incursiones terrestres en Venezuela son una “posibilidad real”.
La Casa Blanca ha enviado una poderosa flota a la región: ocho buques de guerra, un submarino con capacidad de lanzar misiles cruise, aviones F-35B en Puerto Rico y bombardeos supersónicos en ejercicios cercanos a las costas venezolanas.
¿Una guerra contra la droga o una ofensiva contra Maduro?
El gobierno venezolano no ha tardado en reaccionar. Maduro, en una transmisión nacional, calificó la intervención como una “farsa criminal fabricada” por EE. UU. y negó rotundamente la producción o exportación de cocaína desde Venezuela.
Sin embargo, el Departamento de Justicia estadounidense acusa formalmente a Maduro de narcoterrorismo. La creciente presencia militar estadounidense frente a las costas venezolanas incrementa las sospechas de una campaña para propiciar su caída.
Geoff Ramsey, experto en Venezuela en el Atlantic Council, advirtió: “No hay suficientes fuerzas estadounidenses para una invasión, pero pueden ser cruciales para acelerar la salida de Maduro. Esto podría derivar en un colapso al estilo de Libia que dure años”.
El vacío estratégico en Medio Oriente y Europa
Con el traslado del USS Gerald R. Ford y el USS Nimitz rumbo a casa para su desactivación tras haber perdido dos aeronaves, EE. UU. se encontrará por primera vez en años sin presencia de portaaviones en Europa o Medio Oriente.
Esto es particularmente preocupante dadas las recientes acciones conjuntas de EE. UU. con Israel contra objetivos en Irán en junio, y la volatilidad en Gaza después del ataque liderado por Hamas el 7 de octubre de 2023. El escenario recuerda más a la geopolítica de fines de la Guerra Fría que a una lucha actual contra el narcotráfico.
¿Y ahora qué? Escenarios posibles
- Escalada con Venezuela: Si EE. UU. realiza ataques terrestres o apoya una insurrección armada contra Maduro, el conflicto podría tomar una dimensión regional.
- Críticas internas crecientes: El Congreso no ha autorizado estas operaciones. Legisladores de ambos partidos exigen más transparencia, aunque aliados como Graham respaldan completamente a Trump.
- Desestabilización regional: Colombia, Guyana y Brasil observan con atención. La militarización de la región podría alterar viejos equilibrios.
- Ausencia estratégica en otras regiones: La retirada en otras zonas podría provocar que actores como Rusia, Irán o China aprovechen el vacío para reforzar su influencia.
Latinoamérica como nuevo epicentro geopolítico
¿Ha decidido la administración Trump redefinir la doctrina Monroe del siglo XXI con poder naval? Históricamente, EE. UU. ha intervenido en múltiples ocasiones en América Latina, ya sea en Panamá (1989), República Dominicana (1965) o Haití (1994). Pero nunca con semejante despliegue de tecnología militar de punta en “tiempos de paz”.
Además, este giro se produce cuando China refuerza estrechos vínculos comerciales y tecnológicos con países latinoamericanos claves, desde Argentina hasta Panamá. Trump podría estar buscando enviar un mensaje doble: a los carteles y a las potencias emergentes.
Quo vadis, Ford?
El destino del USS Gerald R. Ford en aguas sudamericanas sigue siendo incierto. A pesar de ser el buque insignia del poder naval estadounidense, la historia nos enseña que los portaaviones no solo luchan guerras: también escriben capítulos políticos.
El intento de Trump por resolver un problema real como el narcotráfico con medidas hipermilitarizadas en territorio extranjero, podría provocar más que soluciones: crear nuevos frentes de conflicto, aumentar la tensión global y desafiar la legalidad interna e internacional.
Como sostuvo una vez el General Eisenhower: “La supremacía naval no consiste en tener un buque más grande, sino en saber dónde debe estar ese buque”. La pregunta ahora es: ¿realmente debía estar en Sudamérica ahora?









