Príncipe Andrés y el escándalo interminable: ¿El ocaso de una figura real?

Entre acusaciones, rentas simbólicas y presiones de la opinión pública, el hermano del rey Carlos III vuelve a ser el centro de una controversia real.

El príncipe Andrés, hermano del rey Carlos III del Reino Unido y antiguo “Duke of York”, ha vuelto al punto de mira mediático y político. Lo que en décadas pasadas fue una figura prominente de la monarquía británica, hoy es una presencia incómoda que pone en aprietos a la realeza.

Con un historial de controversias, desde sus vínculos con Jeffrey Epstein hasta sus cuestionadas finanzas personales, Andrés representa actualmente un dilema institucional para la Familia Real británica, que intenta preservar su imagen en pleno siglo XXI.

Una mansión por un grano de pimienta

Uno de los aspectos más debatidos recientemente ha sido su residencia en Royal Lodge, una mansión cercana al castillo de Windsor que ocupa prácticamente gratis. Literalmente: por un solo grano de pimienta al año. Este tipo de acuerdo tiene raíces históricas en el Reino Unido, cuando el trueque era una fórmula válida para contratos legales y simbólicos.

Andrés reside allí gracias a un contrato de arrendamiento de 75 años firmado en 2003, cuando invirtió 7,5 millones de libras esterlinas (unos 9,9 millones de dólares) en reformas. Sin embargo, al haber perdido sus funciones como miembro activo de la realeza y sin ingresos conocidos significativos más allá de su pensión como exmiembro de la Marina Real, muchos ciudadanos y políticos se preguntan: ¿quién paga el mantenimiento de su estilo de vida?

Los pecados del pasado que no se olvidan

El declive público del príncipe Andrés comenzó con fuerza en 2019 tras una desastrosa entrevista concedida a la BBC en la que intentó defenderse de las acusaciones de Virginia Giuffre, quien declaró haber sido víctima de tráfico sexual por parte de Jeffrey Epstein y obligada a mantener relaciones sexuales con Andrés cuando tenía apenas 17 años.

“Actuó como si acostarse conmigo fuese su derecho de nacimiento”, relató Giuffre en sus memorias póstumas “Nobody’s Girl”. La veracidad de su testimonio ha sido respaldada por múltiples fuentes y documentos judiciales, y aunque Andrés negó categóricamente las acusaciones, accedió a pagar una suma millonaria para resolver la demanda civil en EE.UU. sin admitir culpa.

Un escándalo que no cesa

A principios de 2024, nuevos correos electrónicos revelaron que Andrés mantuvo contacto con Epstein durante más tiempo del que había declarado públicamente. Este descubrimiento desató otro aluvión de críticas y presiones para que el príncipe, ahora sin títulos, abandone su privilegiada residencia en Royal Lodge.

El caso resurgió con aún más fuerza cuando el rey Carlos III fue abucheado durante una aparición pública, con gritos acusatorios sobre el encubrimiento del caso Andrés. Aunque el incidente fue rápidamente silenciado por los asistentes y los medios oficiales, el ruido quedó grabado en cámaras y se filtró a noticieros vespertinos y redes sociales.

¿Protegido por la corona?

Mientras la monarquía se enfrenta a un escrutinio sin precedente en décadas, muchos críticos y figuras políticas del Reino Unido exigen transparencia. Ed Davey, líder del Partido Liberal Demócrata, pidió públicamente que Andrés testifique sobre su presunta financiación con dinero público:

“Al deshonrar su posición, el príncipe Andrés ha renunciado a cualquier derecho a un trato especial a expensas del contribuyente”.

El debate avanza incluso hacia el Parlamento, donde ya se mencionan propuestas para revocar su título formalmente por ley. En 2022, Andrés fue despojado de sus títulos militares y oficinas honorarias por orden del fallecido Isabel II, pero aún conserva su título de príncipe como hijo del difunto príncipe Felipe.

¿Hacia una reubicación forzada?

La prensa británica ha señalado intensamente que el rey Carlos habría querido evacuar a su hermano de Royal Lodge para reubicarlo en Frogmore Cottage, la antigua residencia del príncipe Harry y Meghan. Esta decisión sería ampliamente simbólica, marcando el ocaso definitivo de Andrés como figura de peso dentro de la institución monárquica.

No obstante, ni Andrés ni su exesposa Sarah Ferguson, quien aún vive con él, parecen estar dispuestos a aceptar de buena gana el traslado. Entre bambalinas, algunas fuentes afirman que Ferguson habría presionado para proteger la residencia.

La opinión pública: cada vez más contundente

La Casa Real británica ha sostenido su peso institucional durante siglos en parte gracias a su capacidad de adaptarse a los tiempos. Hoy, el juicio moral y mediático está más interconectado e informado que nunca.

Tras la muerte de la reina Isabel II en 2022, el rey Carlos III ha emprendido una labor de modernización y “recorte de gastos” que incluye reducir el número de miembros de la familia que reciben fondos del erario. En ese clima, el caso Andrés es una bomba que amenaza con estallar.

En una encuesta reciente realizada por YouGov en el Reino Unido, el 75% de los encuestados opinó que el príncipe Andrés no debería recibir ningún tipo de subsidio o trato especial. El 62% dijo que debería ser obligado a dejar Royal Lodge.

Un futuro incierto

Con 65 años cumplidos, ninguna función pública y un prestigio hecho añicos, el futuro del príncipe Andrés permanece en la incertidumbre. A falta de un rol definido, muchos analistas se preguntan si su actual permanencia en el palacio es parte de una estrategia de desgaste natural antes de un exilio interno forzado.

La monarquía sabe que el reloj mediático no se detiene, y cada portada en la que aparece Andrés aleja más a la institución de los valores modernos que intenta representar. Su permanencia en Royal Lodge es más que una mera cuestión inmobiliaria: es una prueba de fuego para la credibilidad moral de la Corona.

Mientras tanto, el Reino Unido observa y juzga. Y no parece dispuesto a olvidar fácilmente el pasado turbio de uno de sus príncipes.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press