Trump reestructura ICE: una medida con consecuencias profundas para la política migratoria en EE. UU.
Una sacudida en la cúpula del Servicio de Inmigración señala una mayor militarización y endurecimiento del enfoque migratorio
En un cambio radical de liderazgo sin precedentes en los últimos años, la administración de Donald Trump está reemplazando a más de la mitad de los jefes de las oficinas regionales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), lo que marca una nueva etapa aún más agresiva en la política migratoria de Estados Unidos.
Una reestructuración masiva: números que preocupan
ICE cuenta con 25 oficinas de campo en Estados Unidos, responsables de realizar detenciones, deportaciones y todo tipo de operaciones operativas ligadas a la aplicación de leyes migratorias. Según funcionarios actuales y anteriores del gobierno, al menos 12 de estos directores de oficina han sido reasignados. Adicionalmente, otros cuatro jefes locales han sido reemplazados por jubilaciones y otras causas. Esto implica un cambio en aproximadamente el 64% de las oficinas de campo, una magnitud que no se veía desde la fundación del organismo en 2003 tras los atentados del 11-S.
En palabras del exfuncionario que habló bajo anonimato: “Este tipo de cambios no son menores, son el equivalente estructural de una reforma dentro de un organismo tradicionalmente hermético y jerárquico”.
Los nuevos rostros: agentes de la Patrulla Fronteriza
La mitad de los nuevos designados son miembros en activo o retirados de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP), lo que indica una integración notable entre CBP e ICE. Este movimiento ha generado alarma en círculos migratorios y en organizaciones de derechos civiles. Como es sabido, la CBP ha sido acusada en múltiples ocasiones de ejercer técnicas agresivas o incluso ilegales en varios operativos dentro y fuera de los puntos fronterizos.
Particularmente, en ciudades como Chicago y Los Ángeles ha habido reportes de operaciones altamente militarizadas —incluyendo agentes que descendían de helicópteros o patrullaban áreas céntricas en vehículos sin identificación. El uso de este tipo de tácticas en zonas urbanas, lejos de la frontera sur, es visto por muchos como una señal peligrosa de normalización de la fuerza en políticas migratorias.
El caso Gregory Bovino: un símbolo del enfoque Trump
Uno de los rostros detrás de esta estrategia es Gregory Bovino, jefe de operaciones de la Patrulla Fronteriza en California, ahora encargado de operaciones en nuevas regiones. Está implicado en una demanda federal por presuntamente lanzar gases lacrimógenos contra manifestantes en Chicago. Que alguien con una acusación así esté ascendiendo dentro del organigrama ilustra el endurecimiento sistemático de ICE.
“Una sola lucha”: el mensaje del Departamento de Seguridad Nacional
La vocera del DHS, Tricia McLaughlin, fue clara en sus declaraciones: “Estamos completamente enfocados en RESULTADOS y los vamos a entregar. Esto es un solo equipo, una sola lucha”. Más allá del eco marcial de estas palabras, el trasfondo demuestra una convergencia operativa entre CBP e ICE nunca antes vista.
Por su parte, la portavoz de la Casa Blanca Abigail Jackson agregó: “Los resultados tremendos desde la seguridad fronteriza hasta la deportación de criminales extranjeros hablan por sí solos”.
¿Qué busca Trump realmente?
Desde su retorno al poder en 2025, Donald Trump ha dejado claro que su visión para ICE es más agresiva, más rápida y menos burocrática. Esta es la tercera reorganización de liderazgo en ICE desde el inicio de su segunda presidencia.
En febrero, el entonces director interino de ICE, Caleb Vitello, fue reubicado, y Todd Lyons tomó las riendas del organismo. En mayo, se reasignaron otros dos altos mandos responsables de las principales ramas del organismo. Todo esto sugiere un patrón: Trump quiere acelerar las deportaciones y reducir cualquier forma de resistencia interna dentro de ICE.
Impacto en comunidades migrantes urbanas
Para las comunidades migrantes, especialmente en centros urbanos como Washington, Los Ángeles y Chicago, este redireccionamiento operativo equivale a una intensificación del miedo y la inseguridad.
Organizaciones como ACLU (American Civil Liberties Union) han alertado sobre cómo el uso de técnicas de vigilancia estrecha, arrestos selectivos e incursiones disimuladas han desmantelado redes comunitarias, limitado la cooperación con la policía y generado desconfianza social generalizada.
“Sienten que ya no hay lugar seguro: no en sus casas, no en el trabajo, ni caminando por la calle. Esto no es aplicación de la ley; es intimidación institucionalizada”, dijo María Elena Durazo, activista por los derechos migrantes con sede en California.
¿Y los empleos federales? Un clima de incertidumbre
Sumado a la reestructuración en ICE, otros indicadores apuntan a un panorama incierto para el empleo en el sector público. Desde el inicio del nuevo mandato, el gobierno federal ha recortado miles de empleos. Muchos trabajadores llevan ya varias semanas sin sueldo debido al prolongado cierre del gobierno.
Este ambiente supone un impacto en el ánimo laboral general, como apunta Jason Schloetzer, profesor de administración en la Universidad de Georgetown: “Hay un signo de interrogación gigante sobre la estabilidad a largo plazo del trabajo público, y eso tiene eco tanto en Washington como en el resto del país”.
¿Más allá de ICE?: La política migratoria como bandera electoral
Este endurecimiento no sólo tiene implicancias legales y operativas. También es una estrategia política clave para Trump, claramente orientada a movilizar sus bases electorales con mensajes de “ley y orden”.
Para su electorado más conservador, ICE se ha convertido en una fuerza simbólica de protección nacional. Pero para millones de inmigrantes —documentados o no—, es sinónimo de miedo, separación familiar y, en muchos casos, violencia.
Un escenario de mayores fricciones
Expertos en derecho e inmigración resaltan que estos cambios podrían generar fricciones con otras autoridades locales, como alcaldías y cuerpos de policía que tienen políticas más tolerantes con los migrantes. En ciudades santuario, como Nueva York o San Francisco, este nuevo ICE hiperactivo tensionará las relaciones federales y podría generar litigios en tribunales federales.
¿Un aparato policial sin fronteras?
Originalmente creada para aplicar leyes de inmigración dentro del país, ICE ahora funciona en conjunto con agentes fronterizos en el corazón de zonas urbanas. Esta tendencia preocupa especialmente a defensores de libertades civiles, quienes temen que se esté construyendo un aparato quasi-militarizado con amplia discrecionalidad y poca supervisión.
El ruido de botas en las aceras ya no es algo lejano para cientos de comunidades. Y la línea entre la aplicación legal de la ley y el uso de tácticas represivas se vuelve cada vez más borrosa.
Datos clave
- 12 directores regionales de ICE han sido reasignados.
- 4 más fueron reemplazados por jubilaciones u otras circunstancias.
- Al menos la mitad de los nuevos jefes provienen de la CBP.
- ICE opera actualmente 25 oficinas de campo en Estados Unidos.
- En ciudades como Chicago, se han reportado operativos con helicópteros, tácticas militares y persecuciones a pie.
¿Cuál es el futuro de ICE?
El curso actual indica que ICE dejará de ser una agencia civil de cumplimiento migratorio para transformarse en un cuerpo cada vez más», híbrido», con capacidades cuasi-militares y alcance nacional.
Trump ha dejado claro que su segunda presidencia no tendrá concesiones. Para su visión, los límites legales, las preocupaciones éticas y los estándares humanitarios son secundarios frente a su misión de ‘proteger’ el país.
Pero para millones de personas, esta «protección» se siente como amenaza. Y lo que ocurre en ICE puede ser apenas un anticipo de una visión más amplia de gobierno autoritario en construcción.
