¿Quién Manda en LSU? El Gobernador Landry Toma el Control del Fútbol Universitario

La destitución de Brian Kelly y la intervención política en el futuro del equipo de fútbol americano de LSU desatan un debate sobre el poder, los contratos millonarios y la influencia del gobierno en los deportes universitarios

Un cambio polémico: la salida de Brian Kelly

La reciente destitución del entrenador Brian Kelly del equipo de fútbol americano de la Universidad Estatal de Luisiana (LSU) ha causado revuelo no solo en el mundo del deporte universitario, sino también en los pasillos del poder político. Kelly, quien tenía un contrato garantizado por más de 100 millones de dólares, fue despedido sorpresivamente tras una derrota humillante frente a Texas A&M. Lo que vino después fue aún más inesperado: el gobernador Jeff Landry afirmó que tendrá voz y voto en la elección del próximo entrenador del equipo.

“Antes dejo que Trump elija al entrenador”

Durante una conferencia de prensa en Baton Rouge, Landry hizo explosivas declaraciones en torno al rol que el director atlético de LSU, Scott Woodward, jugará en la contratación del próximo DT:

¡Antes dejo que Donald Trump lo seleccione antes que Woodward!

Estas palabras no solo ilustran una lucha de poder dentro de una universidad pública, sino también una alarmante intromisión gubernamental en temas deportivos. Aunque los deportes universitarios en Estados Unidos suelen estar financiados por sus propias actividades, Landry argumenta que su preocupación no es el deporte, sino el impacto fiscal para los contribuyentes.

¿Quién paga los riesgos?

La Universidad debe todavía más de 52 millones de dólares a Kelly por su contrato, a menos que las negociaciones logren reducir la cifra o Kelly consiga otro trabajo que amortigüe el impacto. El gobernador, abiertamente crítico de los contratos "garantizados", declaró:

Mi papel es asegurarme de que los contribuyentes no estén en el gancho por 53 millones.

Landry reconoce que el dinero será cubierto por donantes privados, pero insiste en una mayor fiscalización y supervisión:

Si grandes multimillonarios quieren gastar ese dinero, no tengo problema. Pero si yo tengo que encontrar 53 millones... no será una conversación agradable.

Un historial preocupante bajo Woodward

Scott Woodward tiene experiencia contratando entrenadores con contratos millonarios. En 2021, supervisó la salida de Ed Orgeron por 17 millones como compensación por su despido. Además, Landry señala a Woodward como responsable de los 77 millones de dólares que Texas A&M debió pagar por la cancelación de contrato de Jimbo Fisher, ya que Woodward fue quien lo contrató antes de irse a LSU.

Este tipo de prácticas, que se han vuelto casi normales en el deporte universitario de alto rendimiento en EE. UU., están llamando la atención más allá del campus. ¿Hasta dónde debe intervenir un rector, una junta directiva o incluso un gobernador en asuntos deportivos?

¿Dónde está el equilibrio entre deporte, educación y política?

La intromisión del gobernador Landry en la decisión de quién liderará el equipo de LSU ha sido vista por muchos como una extralimitación de funciones. Lo curioso, sin embargo, es que LSU tiene una larga tradición de operar de forma independiente. Su departamento de deportes suele ser autosuficiente económicamente y en ocasiones ha hecho contribuciones al funcionamiento académico de la universidad.

Pero para Landry eso no es suficiente. Nombró a nueve de los 18 miembros actuales de la Junta de Supervisores de LSU desde que asumió el cargo en enero de 2024, y tendrá oportunidad de nombrar cuatro más en 2026. Con esos poderes, planea influir sobre el proceso de selección del próximo entrenador.

Landry insiste en que el contrato futuro tendrá que contener cláusulas de desempeño, y menos garantías financieras:

Estoy cansado de recompensar el fracaso en este país y dejar que los contribuyentes... paguen la cuenta.

El efecto nacional: ¿quién le pone límites a los agentes deportivos?

Más allá de la polémica local, Landry aprovechó la oportunidad para demonizar a los agentes deportivos, en especial a los que representan a los más codiciados entrenadores universitarios. Brian Kelly fue representado por Trace Armstrong; Jimbo Fisher por Jimmy Sexton. Según Landry, estos agentes han creado una burbuja contractual insostenible:

Es ridículo. Si los abogados actuaran como estos agentes, estarían inhabilitados.

La crítica apunta también a la falta de regulación del deporte universitario ante los nuevos escenarios derivados de las reglas NIL (Name, Image and Likeness), que permiten a los atletas universitarios cobrar por su imagen y patrocinios, y a las transferencias masivas de jugadores entre programas buscando mejores beneficios.

¿Un nuevo precedente en la política deportiva?

El impacto de esta situación trasciende las fronteras de Luisiana. ¿Estamos ante un nuevo modelo de gestión en las universidades públicas donde los gobiernos estatales deciden sobre el fútbol americano? Aunque Landry afirmó que no elegirá directamente al próximo entrenador, sus acciones demuestran influencia directa. También advirtió que se formará un comité de búsqueda controlado por la Junta —en su mayoría designada por él— lo que deja poco espacio a la independencia universitaria tradicional.

Este suceso podría marcar un nuevo precedente en la intervención política en el deporte universitario, lo cual genera preocupaciones sobre autonomía institucional, responsabilidad fiscal y la naturaleza del deporte mismo como plataforma educativa o espectáculo empresarial.

Kelly fuera, Frank Wilson al frente

Por ahora, el entrenador interino será Frank Wilson, antiguo coach de corredores y actual parte del staff de LSU. Mientras tanto, los rumores sobre quién será el próximo jefe del programa inundan los medios deportivos. Desde exentrenadores de la NFL hasta figuras universitarias de renombre han sido vinculadas al puesto.

Lo que está en juego no es solo un nombre o una estrategia táctica. Lo que se debate ahora es quién tiene el poder real en una universidad pública con uno de los programas deportivos más respetados del país. La lucha entre política, poder económico y pasión deportiva no ha hecho más que comenzar.

Y mientras los fanáticos del fútbol de LSU esperan con ansiedad los nuevos desarrollos, queda una pregunta flotando en el aire: ¿quién gobierna en el bayou: los deportistas, los administradores... o los políticos?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press