60 años de 'Nostra Aetate': El Papa Leo XIV renueva el compromiso del Vaticano contra el antisemitismo

Ante el conflicto en Gaza y el aumento del antisemitismo, el Pontífice reitera el llamado al diálogo interreligioso y la condena firme de todo acto discriminatorio

El Papa Leo XIV ha marcado un hito en la historia contemporánea del Vaticano al conmemorar el 60º aniversario del documento Nostra Aetate, reafirmando el compromiso de la Iglesia Católica con la lucha contra el antisemitismo y el fortalecimiento de las relaciones con el pueblo judío. En un contexto de creciente tensión global por la guerra entre Israel y Hamas, estas palabras cobran una resonancia especial y se suman a décadas de evolución doctrinal que han redefinido el papel del cristianismo frente al judaísmo.

¿Qué es "Nostra Aetate" y por qué es tan importante?

Firmado el 28 de octubre de 1965 durante el Concilio Vaticano II, Nostra Aetate ("En nuestro tiempo") es uno de los documentos más revolucionarios del catolicismo contemporáneo. Aunque originalmente se pensaba como una declaración sobre las relaciones entre la Iglesia Católica y el pueblo judío, su alcance final fue más amplio: abordó también los lazos con otras religiones no cristianas, como el islam, el hinduismo y el budismo.

Sin embargo, su sección más significativa fue, sin duda, la referente al judaísmo. Por primera vez en la historia, el Vaticano:

  • Condenó todo tipo de antisemitismo sin reservas.
  • Rechazó explícitamente la acusación de deicidio colectivo, según la cual los judíos eran responsables de la muerte de Cristo.
  • Reconoció las raíces comunes del cristianismo y el judaísmo, llamando a una relación de hermandad espiritualmente fundada.

Este cambio de paradigma fue una respuesta directa a los horrores del Holocausto y al rol negativo que la teología tradicional había tenido en perpetuar prejuicios antisemitas en Europa.

Papa Leo XIV: Continuidad con el legado pontificio

Durante la audiencia general del pasado miércoles en la Plaza de San Pedro, el Papa Leo XIV destacó que, pese a los conflictos recientes en Medio Oriente, “el diálogo con el pueblo judío es precioso y necesario”.

Leo XIV citó textualmente Nostra Aetate al afirmar que la Iglesia Católica “deplora el odio, las persecuciones y todas las manifestaciones de antisemitismo, perpetradas en cualquier tiempo y por cualquier persona”. Añadió con firmeza:

“La Iglesia no tolera el antisemitismo y lucha contra él, sobre la base del mismo Evangelio”.

Con la presencia de líderes religiosos judíos e interreligiosos en Roma, los actos conmemorativos adquieren una dimensión simbólica y política frente a un resurgimiento preocupante de actitudes antisemitas, particularmente tras el estallido del conflicto en Gaza en octubre de 2023.

¿Por qué es crucial este mensaje hoy?

Las cifras hablan por sí mismas. Según el Anti-Defamation League (ADL), en 2023 se registraron 9.354 incidentes antisemitas en Estados Unidos, el número más alto desde que comenzaron a recopilarse estos datos. De ellos, un 58% estaban relacionados con el conflicto israelí-palestino, y muchos se manifestaron en forma de pancartas, gritos y discursos antijudíos en manifestaciones.

Europa también ha experimentado un auge alarmante de actos discriminatorios hacia comunidades judías. En países como Francia y Alemania se han cerrado sinagogas temporalmente y se ha reforzado la seguridad en barrios judíos.

Entre la política y la fe: el difícil equilibrio del Vaticano

A pesar de su creciente condena del antisemitismo, el Vaticano ha enfrentado críticas por su postura respecto al conflicto en Gaza. Papa Francisco, con quien Leo XIV mantiene coherencia doctrinal, ha sido acusado por algunos líderes israelíes y judíos de colocar en el mismo plano moral los ataques de Hamas del 7 de octubre y la respuesta militar de Israel.

Francisco pidió una investigación para determinar si los ataques israelíes podían constituir genocidio y tachó la respuesta de “desproporcionada”, mientras al mismo tiempo recibió a familiares de rehenes tomados por Hamas y pidió su liberación inmediata.

Leo XIV no ha esquivado la polémica. En su audiencia de mayo con líderes judíos al inicio de su Pontificado, abordó directamente los “malentendidos, desafíos y conflictos” que surgieron últimamente, subrayando que esos obstáculos no deben frenar el diálogo interreligioso, que consideró “más necesario que nunca”.

El poder simbólico y real del Pontífice

Rabí Noam Marans, del Comité Judío Americano, presente en Roma por las celebraciones, expresó su valoración positiva por el mensaje del Papa. Comentó que la Iglesia tiene un “megáfono moral sin igual” y que sería deseable que lo empleara con más fuerza para enfrentar el antisemitismo actual.

“Nunca el pueblo judío, desde Nostra Aetate, había necesitado tanto de amigos que se comprometan con cada fibra de su ser en combatir el antisemitismo”, dijo Marans.

Es importante subrayar que el antisemitismo contemporáneo adopta formas nuevas y complejas. Ya no se limita a teorías conspirativas o violencia física. También incluye formas más sutiles de discriminación en redes sociales, discursos políticos y resistencias al reconocimiento de la identidad religiosa.

El antisemitismo: un cáncer persistente

Históricamente, el antisemitismo ha sido considerado la más antigua forma de odio en Europa, con raíces que se remontan al Imperio Romano. Desde la culpabilización de los judíos medievales por la peste negra hasta los pogromos rusos del siglo XIX y el exterminio masivo bajo el régimen nazi, los prejuicios hacia los judíos han sido una constante.

Hoy ese odio se manifiesta incluso en espacios progresistas, donde algunas posturas radicales propalestinas degeneran en vulneraciones de la identidad judía bajo la máscara del antisionismo. El rechazo a las políticas del gobierno de Israel —legítimo en sí— a menudo se convierte en excusa para denigrar al pueblo judío global.

El Papa, consciente de estas dinámicas, ha pedido reiteradamente distinguir entre la crítica política legítima y el antisemitismo disfrazado.

60 años después: ¿Qué nos deja "Nostra Aetate" hoy?

Nostra Aetate fue un parteaguas. Antes de él, las relaciones entre católicos y judíos estaban definidas por recelo e incomprensión. Hoy, en cambio, muchos obispos colaboran activamente con comunidades judías. Existe un compromiso en seminarios y diócesis de enseñar el legado del judaísmo y los errores del pasado.

Este legado permanece. El Papa Juan Pablo II fue el primero en visitar una sinagoga en Roma (1986); Benedicto XVI siguió sus pasos; Francisco mantuvo un tono de reconciliación, a pesar de tensiones puntuales.

Leo XIV, por su parte, ha demostrado conciencia histórica y urgencia moral. Enfrenta el enorme desafío de liderar la diplomacia religiosa en tiempos de polarización global, redes sociales incendiarias y guerras que desbordan las fronteras. Pero al menos ha dejado claro que la posición de la Iglesia no ha cambiado: el antisemitismo es pecado, y el judaísmo es un hermano, no un enemigo.

La conmemoración de Nostra Aetate no es solo un recuerdo piadoso: es un llamado a la acción. Porque el antisemitismo no desaparecerá con silencio, sino con valentía. Y la palabra del Papa, cuando retumba clara, todavía puede cambiar almas y destinos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press