China acelera su carrera lunar mientras EE.UU. redobla la militarización en América Latina

Entre cohetes al espacio y misiles en el mar: dos potencias con visiones radicalmente diferentes para liderar el futuro

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China quiere pisar la Luna en 2030

China ha dejado claro que su ambición espacial no tiene límites. En un anuncio reciente, el portavoz del Programa Espacial Tripulado de China, Zhang Jingbo, sostuvo que el país está en «plena marcha» hacia su objetivo de alunizar con humanos antes de 2030. La misión es parte de un esfuerzo más amplio por posicionarse como una superpotencia espacial, rival directa de Estados Unidos y otras naciones con programas espaciales avanzados.

China ha invertido fuertemente en el desarrollo del cohete Long March 10, el diseño de trajes lunares y vehículos de exploración robótica. «Nuestro objetivo es firme», dijo Zhang, reafirmando el compromiso del gigante asiático. Esta ofensiva cósmica sigue ganando impulso con el despliegue continuo de misiones a su estación espacial Tiangong, o “Palacio Celestial”.

La Estación Espacial Tiangong: una respuesta a la exclusión

China comenzó su propio centro orbital luego de que fuera excluida de la Estación Espacial Internacional (EEI) debido a preocupaciones de seguridad nacional de Estados Unidos, que alega lazos estrechos entre el programa espacial chino y las Fuerzas Armadas del país. La respuesta fue contundente: desarrollar su propia plataforma orbital permanente.

Desde 2021, la estación Tiangong ha recibido múltiples tripulaciones. La más reciente, que despegará desde el centro de lanzamiento de Jiuquan, está integrada por los astronautas Zhang Lu —con experiencia en la misión Shenzhou 15—, Wu Fei y Zhang Hongzhang, debutantes en el espacio.

Además de investigaciones humanas, la misión llevará cuatro ratones al espacio (dos machos y dos hembras) para estudiar el impacto de la microgravedad en seres vivos, avanzando en la comprensión de los desafíos fisiológicos de los vuelos espaciales prolongados.

Estados Unidos, en otra órbita: misiles en vez de módulos

Mientras China da pasos agigantados hacia la exploración de la Luna, Estados Unidos parece priorizar otra frontera: la guerra contra el narcotráfico en el océano Pacífico. El Secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunció esta semana un nuevo ataque naval contra una embarcación presuntamente relacionada con los carteles sudamericanos. La operación dejó cuatro muertos e incrementó el número de víctimas en lo que ya suma 14 ataques desde septiembre, con al menos 61 muertos.

El Pentágono justifica estas acciones bajo el argumento de la «autodefensa anticipada» y la lucha contra organizaciones narcoterroristas. Sin embargo, estas operaciones se ejecutan sin autorización del Congreso ni evidencias públicas sobre los supuestos involucrados o la carga ilícita.

Legalidad cuestionada y divisiones en el Capitolio

Las acciones del gobierno estadounidense —liderado por Donald Trump— han generado una fuerte polémica legal. El senador Mark Warner, líder demócrata del Comité de Inteligencia, denunció que los legisladores de su partido han sido excluidos de las reuniones informativas sobre las operaciones militares.

“Decidir el uso de la fuerza militar estadounidense no debe ser una estrategia de campaña ni pertenecer a un solo partido político”, declaró Warner.

Legisladores demócratas exigen una resolución de poderes de guerra que limite las acciones unilaterales del Ejecutivo y definen estas medidas como un precedente peligroso si se llevan a cabo sin confrontación o supervisión del Congreso.

A pesar de la falta de pruebas públicas, Trump continúa defendiendo las operaciones. Alegó, además, que las crecientes tensiones con China por el comercio de fentanilo podrían aliviarse tras sus reuniones con el presidente Xi Jinping.

China y EE.UU.: mismos líderes, objetivos radicalmente distintos

Durante un esperado encuentro en Busan, Corea del Sur, Trump y Xi mantuvieron conversaciones bilaterales para aliviar la tensión económica entre sus países. Xi expresó su deseo de que China y Estados Unidos sean “socios y amigos”, a pesar de las fricciones que calificó como “normales” entre potencias.

Ambos líderes estuvieron acompañados por figuras de alto perfil como el secretario de Estado Marco Rubio y el embajador David Perdue. Pero mientras las cámaras captaban imágenes de una diplomacia cordial, fuera de escena se ejecutaban tácticas muy distintas: una potencia alistando misiones lunares, y la otra redoblando su presencia militar.

Trump anuncia reactivación de pruebas nucleares

Como si fuera poco, el presidente estadounidense anunció en redes sociales que el Pentágono comenzará a revisar sus políticas sobre ensayos de armas nucleares. Aunque no se mencionó detonaciones inmediatas, se interpretó como un giro radical hacia una política de defensa más agresiva.

Trump justificó la decisión señalando que otros países, como Rusia, han incrementado este tipo de actividades, y que EE.UU. no debería quedarse atrás. En un contexto de creciente desconfianza internacional, muchos analistas temen que esto reactive una carrera armamentista atómica digna de la Guerra Fría.

¿2030 será el nuevo 1969?

El histórico alunizaje de Neil Armstrong en 1969 marcó el punto culminante de la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Hoy, se asoma un nuevo duelo interestelar entre China y EE.UU., aunque con matices distintos: uno construyendo palacios en el cielo, el otro multiplicando bases en el mar.

La pregunta clave es: ¿cuál de las dos estrategias marcará el rumbo del siglo XXI?

Por un lado, China avanza con determinación en la ciencia, con proyectos de colonización lunar, energía solar orbital y cooperación espacial con países como Rusia, Venezuela y naciones africanas.

Por el otro, Estados Unidos se mantiene como líder militar global, pero sus acciones recientes muestran una clara dependencia en instrumentos bélicos, más que diplomáticos o científicos, para mantener su hegemonía.

¿Competencia o coexistencia?

El hecho de que Xi Jinping mencionara que ambos países están “en capacidad de prosperar juntos” ofrece un rayo de esperanza en medio de tensiones políticas crecientes. Pero mientras China recluta nuevos astronautas y diseña módulos que simulan la gravedad lunar, Estados Unidos parece más ocupado en construir portaaviones con baterías de misiles.

En última instancia, la Guerra Fría del siglo XXI no se dará únicamente en el espacio ni en los océanos, sino en la perspectiva que cada potencia tiene sobre su rol global: dominar o colaborar, confrontar o impulsar.

Y mientras el reloj cuenta hacia 2030, las próximas decisiones de ambos gobiernos podrían redibujar, una vez más, el tablero geopolítico mundial.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press