El oro olímpico ahora también brilla en billetes: ¿un nuevo capítulo para los atletas estadounidenses?

Con una donación histórica de $100 millones, los atletas de EE.UU. que lleguen a los Juegos Olímpicos recibirán $100,000 al retirarse. ¿Es este el apoyo que siempre necesitaron o una solución tardía?

Durante décadas, la historia de los Juegos Olímpicos ha estado escrita por gestas heroicas, victorias agónicas y superación personal. No obstante, la vida fuera de las cámaras ha sido muy distinta para muchos atletas olímpicos estadounidenses: bajos ingresos, trabajos secundarios y una incertidumbre constante sobre su futuro.

Todo eso podría estar por cambiar con una de las noticias más revolucionarias del deporte olímpico en Estados Unidos: una donación histórica de $100 millones a la Fundación Olímpica y Paralímpica de Estados Unidos (USOPF, por sus siglas en inglés), destinada directamente al bienestar económico de sus atletas.

Un regalo que cambia vidas: $100,000 para quienes logren clasificar

A partir de los Juegos Olímpicos de Invierno de Milán-Cortina 2026, aquellos atletas que representen a Estados Unidos en los Juegos (tanto Olímpicos como Paralímpicos), serán elegibles para recibir $100,000 cuando se retiren de la competición.

El dinero no será inmediato: se entregará en cuatro pagos, comenzando a los veinte años después de su retiro o cuando el atleta cumpla 45 años, lo que ocurra primero.

Oksana Masters, multipremiada paralímpica y una de las voces más influyentes en el deporte adaptado, lo resume así:

“Como atletas, no aportamos a un 401K. No tenemos trabajos tradicionales. Este tipo de ayuda llega tarde, pero ¡por fin está aquí!”

Los números detrás del sacrificio

Para entender la magnitud del problema que busca solucionar esta iniciativa, basta con mirar las estadísticas:

  • 57% de los atletas olímpicos y paralímpicos de EE.UU. ganan menos de $50,000 al año.
  • Muchos de ellos se ven obligados a tener múltiples empleos para sobrevivir, como la biatleta Deedra Irwin, quien ha trabajado cuidando perros y pertenece a la Guardia Nacional de Vermont para cubrir sus gastos.
  • Otros, literalmente, han vivido en sus autos mientras entrenaban para representar al país en la más alta competición mundial.

¿De dónde viene este dinero?

El benefactor detrás de esta donación masiva es Ross Stevens, fundador y CEO de Stone Ridge Holdings Group, una firma de inversión centrada en activos no tradicionales como criptomonedas y arte. Se trata de la mayor donación individual jamás registrada en la historia de la Fundación, fundada oficialmente en 2013.

La donación también incluye una póliza de seguro de vida de $100,000 para un beneficiario elegido por el atleta.

Y hay más: este sistema no es de un solo uso. Si un atleta califica para tres Juegos Olímpicos, por ejemplo, puede recibir hasta $600,000 en total. Cada edición otorga un nuevo acumulado de beneficios.

¿Un nuevo incentivo o una recompensa justa?

La noticia ha sido recibida con entusiasmo, sobre todo por aquellos que entienden no solo el valor simbólico del deporte, sino también su dura realidad económica.

Gus Schumacher, esquiador de fondo del equipo estadounidense, no duda en afirmar:

“Los $100,000 son una motivación adicional para todos nosotros. En disciplinas como el esquí de fondo, donde el dinero es escaso, este apoyo puede ser determinante.”

Hasta ahora, las formas tradicionales de lograr algún tipo de recompensa fuera de la gloria eran:

  • Patrocinios personales
  • Contratos publicitarios temporales si ganaban alguna medalla
  • Charlas motivacionales o apariciones televisivas

Pero eso solo aplica a quienes tienen visibilidad suficiente para atraer esas oportunidades. Para la gran mayoría, su momento de fama olímpica dura dos semanas... y se esfuma igual de rápido.

¿Qué pasará con los deportes “menores”?

La donación también obliga a mirar hacia disciplinas que históricamente han sido menospreciadas mediáticamente: curling, biatlón, luge, bobsleigh, entre otras. Estos deportes reciben menos atención televisiva y, por ende, menos recursos.

Con este nuevo incentivo económico ligado a la clasificación olímpica, podría haber un renacer del interés por estos deportes desde la base, ya que el sueño olímpico ahora involucra no solo medallas, sino estabilidad económica.

¿Por qué ahora?

La pregunta inevitable es: ¿por qué este movimiento económico tan significativo ahora?

La respuesta es multifactorial:

  • La creciente presión social sobre la equidad económica en el deporte.
  • El cambio de enfoque de patrocinadores hacia impacto y legado, más allá de la publicidad.
  • El ascenso de voces que critican el abandono estatal a quienes representan al país (EE.UU. no financia directamente a sus atletas)
  • Una necesidad estratégica de retener talento deportivo que estaba abandonando el deporte por razones económicas.

El papel del USOPF y el futuro del modelo olímpico estadounidense

La Fundación Olímpica y Paralímpica de Estados Unidos juega un rol cada vez más protagonista en la financiación del deporte. Con esta donación, se proyecta que el 27% de los ingresos del Comité Olímpico estadounidense para este ciclo se origine desde la fundación, comparado con apenas el 12% del ciclo 2021-24.

Christine Walshe, presidenta de la USOPF, lo explicó así:

“Este regalo refleja un cambio definitivo hacia cómo cuidamos holísticamente a nuestros atletas. No se trata solo de rendimiento, sino de salud, bienestar y futuro.”

En un tiempo donde los derechos del atleta ganan visibilidad y los movimientos por su dignidad se fortalecen, esta estrategia puede marcar un punto de inflexión en la forma de administrar el deporte olímpico en Estados Unidos.

Pero, ¿hay letra pequeña?

Sí. Hay condiciones que podrían frenar la euforia inicial:

  • El dinero no se entrega de forma inmediata. Puede tardar décadas.
  • El sistema está ligado al retiro del atleta, lo que quizá no favorezca a quienes abandonan tempranamente el deporte por lesiones u otras prioridades vitales.
  • Algunas voces critican que este tipo de recompensa incentiva a prolongar innecesariamente carreras deportivas, con tal de “acumular beneficios”.

Pese a ello, la mayoría de los atletas y especialistas coinciden en que se trata de una medida sin precedentes y esperanzadora.

¿Inspirará a otras naciones?

Muchos países tienen modelos de apoyo más robustos, especialmente aquellos que cuentan con financiamiento gubernamental. Cuba, Francia, Reino Unido y Australia, por ejemplo, destinan recursos estatales directamente a sus atletas olímpicos.

La apuesta de Estados Unidos por el sector privado como principal fuente de inversión puede tener un efecto multiplicador si este programa demuestra eficacia. Otras fundaciones e inversionistas podrían embarcarse en programas similares en otras partes del mundo.

El deporte como vehículo de ascenso social

Durante años, se ha dicho que el deporte tiene el poder de transformar vidas, pero la realidad ha sido ambivalente. Mientras algunos consiguen contratos millonarios, otros terminan con deudas, cuerpos maltrechos y sin perspectivas claras.

Una iniciativa como esta devuelve una parte de esa promesa original: hacer del deporte un verdadero trampolín al desarrollo, no solo físico y emocional, sino también socioeconómico.

No solo se trata de premiar rendimientos, sino de humanizar el proceso y ofrecer una red de contención a quienes dedican su vida al alto rendimiento sin garantías de estabilidad.

Schanelle Bartlett, Oksana Masters, Deedra Irwin y decenas más ya no serán solo historias de sacrificio. Serán faros que demuestren que en el país más poderoso del mundo, el éxito deportivo ya no tiene por qué forjarse desde el abismo financiero.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press