Huracán Melissa: Un golpe histórico de la naturaleza que dejó cicatrices profundas en el Caribe

Jamaica, Haití y Cuba enfrentan la devastación tras el paso de uno de los huracanes más poderosos del Atlántico

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Un inicio brutal: la llegada de Melissa

La noche del 28 de octubre de 2025 quedará grabada en la memoria colectiva del Caribe. El huracán Melissa tocó tierra en Jamaica con vientos sostenidos de 185 mph (295 km/h), empatando récords históricos de intensidad de huracanes en el Atlántico. Esta monstruosa tormenta categoría 5 dejó una estela de destrucción que cambió el panorama de tres naciones: Jamaica, Haití y Cuba.

Jamaica: entre la desesperación y la resiliencia

En el suroeste de Jamaica, especialmente en la comunidad costera de Black River, el 90% de los techos desaparecieron literalmente bajo los vientos de Melissa, según confirmó el primer ministro Andrew Holness. Con más del 77% de la isla sin electricidad y más de 25,000 personas refugiadas en albergues, la situación es crítica.

Las escenas en Lacovia, en St. Elizabeth, son desoladoras. Sylvester Guthrie, trabajador de saneamiento, resumió el sentir de la isla diciendo: "No tengo casa ahora... sólo me queda mi bicicleta". Sheryl Smith, otra afectada, dijo: "Ahora no tengo hogar, pero tengo vida, y eso me da esperanza".

El golpe de Melissa a Haití: tragedia entre las ruinas

En Haití, el huracán causó estragos aún más catastróficos. Las lluvias torrenciales transformaron cauces en ríos bravos y desbordaron quebradas en las zonas más pobres del país. En Petit-Goâve, el saldo fue trágico: al menos 25 personas fallecidas, entre ellas 10 niños. Más de 11,600 haitianos buscaron refugio y 152 personas con discapacidad están ahora en situación de emergencia alimentaria.

Steven Guadard, sobreviviente de Petit-Goâve, perdió a toda su familia: "Tenía cuatro hijos en casa... los perdí a todos". Su testimonio evidencia la magnitud del dolor que dejó Melissa en territorios incapaces de afrontar fenómenos meteorológicos de tal violencia.

Cuba: preparativos que salvaron vidas

A diferencia de sus vecinos caribeños, Cuba enfrentó el paso de Melissa como huracán de categoría 3 gracias a una política preventiva que salvó vidas. Más de 735,000 personas fueron evacuadas antes de que el huracán azotara su costa oriental, incluyendo provincias como Santiago, Granma, Holguín, Guantánamo y Las Tunas.

La ciudad de Santiago de Cuba se movilizó con rapidez. La profesora Yaima Almenares lo ejemplificó así: "Estamos limpiando las calles, despejando el camino". El ejército cubano ayudó también a rescatar personas atrapadas y a restaurar vías incomunicadas.

A pesar de que no hubo víctimas mortales confirmadas, los daños materiales son considerables. Algunos efectos del huracán incluyeron:

  • Cortes de electricidad, internet y telefonía
  • Inundaciones en áreas rurales
  • Pérdida de cultivos clave: plátano, yuca y café
  • Destrucción de infraestructura crítica

Un dato positivo: la intensa lluvia ayudó a aliviar la prolongada sequía que afectaba a la región oriental del país, elevando el nivel de los embalses estratégicos.

Melissa, un monstruo meteorológico sin precedentes

El Centro Nacional de Huracanes de EE.UU. catalogó a Melissa como uno de los huracanes más potentes al hacer contacto con tierra en el Atlántico. Con vientos de 185 mph al tocar tierra en Jamaica, igualó marcas históricas del huracán Allen (1980) y del huracán Dorian (2019) en Bahamas.

Cuando llegó a Cuba, la tormenta aún conservaba una fuerza categoría 3 y provocó alertas de huracán en Bahamas y Bermuda. En su avance hacia el Atlántico norte, se esperaba que afectara indirectamente a la región este de EE.UU., sin impacto directo por el momento.

Melissa mostró una trayectoria errática pero destructiva. A continuación, algunos números clave:

  • Velocidad máxima sostenida: 185 mph (295 km/h)
  • Velocidad de traslación: 33 km/h
  • Personas evacuadas en el Caribe: Más de 750,000
  • Fallecidos confirmados: Más de 49 entre Jamaica y Haití

La respuesta internacional

La magnitud del desastre ha provocado una reacción humanitaria global. Estados Unidos inició el envío de decenas de trabajadores de ayuda y vuelos de emergencia llegaron a Jamaica con agua, alimentos y suministros básicos.

Entidades como Naciones Unidas describieron la situación en Jamaica como de “devastación sin precedentes” y lanzaron un llamado urgente a la comunidad internacional para sostener financieramente la fase de recuperación.

Además, Cruz Roja Internacional y ONG locales se han activado en Haití para atender a los desplazados, especialmente en zonas donde las necesidades sanitarias y alimentarias son urgentes.

¿Estamos preparados para huracanes de este calibre?

Con cada temporada ciclónica, una pregunta se vuelve más urgente: ¿están los países del Caribe preparados para enfrentar huracanes de categoría 5? La respuesta corta es no.

La vulnerabilidad estructural de Haití y Jamaica en términos de infraestructura, servicios básicos, planificación urbana y sistemas de evacuación los convierte en zonas de alto riesgo. En cambio, Cuba ha sido reconocida por la ONU por su capacidad de respuesta temprana a huracanes gracias a una política nacional de defensa civil altamente eficaz.

Pero ni siquiera esta preparación garantiza inmunidad. La severidad climática se intensifica por el cambio climático, un factor que según científicos del IPCC, incrementa la posibilidad de huracanes con más fuerza, duración y acumulación de lluvias.

¿Qué viene ahora para el Caribe?

A corto plazo, los esfuerzos se concentran en:

  • Restaurar servicios básicos: electricidad, agua, comunicaciones
  • Entregar ayuda humanitaria en albergues y comunidades incomunicadas
  • Reconstruir viviendas y escuelas
  • Prevenir brotes epidémicos derivados de la insalubridad

A mediano y largo plazo, expertos en gestión de riesgo recomiendan:

  • Mejorar la infraestructura urbana
  • Desarrollar sistemas de alerta temprana
  • Invertir en educación comunitaria ante desastres
  • Revisar y adaptar los códigos de construcción

Como mencionó el ministro de Transporte de Jamaica, Daryl Vaz: "La devastación es enorme, pero la reconstrucción también es una oportunidad de reinventar y fortalecer nuestras ciudades".

Un llamado a la acción

Melissa no será el último huracán devastador en la región. Pero puede ser una advertencia que marque el inicio de políticas serias de mitigación y adaptación climática en el Caribe. La comunidad internacional tiene ahora la responsabilidad no sólo de enviar ayuda, sino de contribuir a fortalecer la resiliencia de las naciones más amenazadas por el cambio climático.

La resistencia de los pueblos del Caribe es innegable, pero la solidaridad global es indispensable. Como dijo Sheryl Smith al pie de su casa colapsada: “He perdido todo, menos la esperanza”. Que esa esperanza no caiga en el olvido.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press