Irán, uranio enriquecido y tensiones nucleares: ¿estamos frente a un nuevo punto de quiebre?
Una mirada crítica a la situación nuclear iraní actual, el rol del OIEA y los riesgos geopolíticos que amenazan la estabilidad internacional
Por: Redacción Especial
El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Mariano Grossi, lanzó recientemente una advertencia seria desde la sede de las Naciones Unidas en Nueva York: aunque Irán no parece estar enriqueciendo más uranio activamente, los movimientos detectados en sus instalaciones nucleares despiertan serias preocupaciones sobre posibles desvíos o avances encubiertos.
Irán y la sombra de la bomba nuclear
Desde hace más de dos décadas, la comunidad internacional ha tenido los ojos puestos sobre las actividades nucleares de Irán. El país ha sido acusado repetidamente de ocultar un programa de armamento atómico, especialmente antes de 2003. Aunque Teherán asegura que sus actividades tienen fines pacíficos, la presencia de uranio enriquecido al 60% en el país genera controversia. Para ponerlo en perspectiva, un arma nuclear requiere uranio enriquecido a más del 90%, pero escalar del 60% al 90% es, técnicamente, un proceso mucho más corto que enriquecer uranio desde cero.
Grossi fue claro al afirmar en su entrevista que el OIEA ha perdido acceso directo a múltiples instalaciones nucleares iraníes a raíz de la guerra entre Israel e Irán ocurrida en junio pasado. En consecuencia, la agencia se ha visto obligada a depender solamente de imágenes satelitales, una herramienta útil pero limitada. “Necesitamos volver a las instalaciones y confirmar que el material nuclear sigue allí, y que no ha sido desviado hacia otros fines”, insistió Grossi.
El potencial destructivo: ¿Irán cerca de un arsenal nuclear?
Según estimaciones del OIEA, el stock actual de uranio enriquecido al 60% de Irán podría permitir la fabricación de hasta 10 bombas nucleares si el país decidiera dar el paso hacia la militarización de su programa nuclear. Aunque este escenario no está confirmado, las implicaciones serían catastróficas si se concretaran.
Este tipo de proyecciones no se hacen a la ligera. De hecho, vienen respaldadas por datos y tendencias observadas por el mismo OIEA. Desde que Estados Unidos se retiró del Acuerdo Nuclear del 2015 (JCPOA) en 2018 durante el mandato de Donald Trump, Irán ha reducido progresivamente su cooperación con Occidente e intensificado algunas de sus actividades nucleares.
La situación se volvió aún más tensa con el estallido reciente del conflicto con Israel, lo cual ha sido un parteaguas en las relaciones internacionales en Medio Oriente. Como consecuencia, Irán suspendió de forma parcial la cooperación con el OIEA, y muchos de los compromisos firmados ya no se siguen estrictamente.
¿Qué está haciendo realmente Irán hoy?
Grossi dejó en claro que no hay evidencia contundente de que Irán haya aumentado su ritmo de enriquecimiento de uranio después del conflicto de junio. Sin embargo, el hecho de que se haya detectado «movimiento no habitual» en los sitios donde estaban almacenados los materiales hace sonar todas las alarmas.
“Estamos operando en modo contingencia”, dijo Grossi. “No estamos totalmente a oscuras gracias a la observación satelital, pero sin acceso directo corremos el riesgo de subestimar o sobrestimar las actividades en curso”.
Este “movimiento” al que se refiere el director del OIEA puede incluir desde la reubicación del stock de uranio hasta la instalación de nuevas centrifugadoras, un paso clave en el proceso de enriquecimiento. De hecho, informes anteriores ya habían advertido sobre supuestas pruebas con centrífugas IR-6, mucho más eficaces que las obsoletas IR-1 utilizadas inicialmente.
¿Dónde quedan los acuerdos?
En un intento por reencauzar la situación, Irán y el OIEA firmaron un documento de entendimiento en El Cairo el mes pasado. El acuerdo buscaría facilitar nuevamente el acceso al organismo internacional para volver a supervisar las instalaciones nucleares iraníes. A pesar del gesto diplomático, dicho convenio parece estar lejos de ponerse en marcha.
Y mientras tanto, Estados Unidos y la Unión Europea han reactivado ciertas sanciones que originalmente estaban suspendidas por el Acuerdo de 2015.
“Sin avances concretos, no podemos permitirnos confiar únicamente en buenas intenciones”, subrayó Grossi. Este retraso en la implementación del pacto con el OIEA ha aumentado la desconfianza generalizada, especialmente considerando que Irán ha complicado cualquier tipo de inspección independiente al alegar problemas técnicos y de soberanía.
La geopolítica del uranio: ¿quién gana con la inestabilidad?
Irán es, geográficamente, una pieza clave en el ajedrez político de Medio Oriente. Su influencia llega desde Líbano (con Hezbollah) hasta Siria, Yemen e Irak. Tener un Irán con capacidad nuclear —o incluso sólo con potencial comprobable— cambia el equilibrio regional y reaviva miedos históricos en Israel y las monarquías del Golfo.
Estados Unidos ha reiterado que “todas las opciones están sobre la mesa” para evitar que Irán obtenga armas nucleares. Esta frase, utilizada desde la administración de George W. Bush hasta la actual de Joe Biden, implica que incluso una intervención militar está contemplada si la vía diplomática fracasa.
Israel, por su parte, considera esta posibilidad incluso más cercana. El ex primer ministro israelí Naftali Bennett llegó a decir abiertamente que “Irán no tendrá bomba, pase lo que pase” y que, si es necesario, actuarán de manera unilateral.
Un reloj atómico que no se detiene
El JCPOA había sido una bocanada de aire fresco para aliviar tensiones nucleares. Redujo los niveles de uranio enriquecido, limitó el número de centrifugadoras y permitió inspecciones periódicas por parte del OIEA. Pero el colapso de este acuerdo a partir de 2018 y la escalada bélica de 2024 han disuelto la mayoría de esas garantías.
Hoy los inspectores están en desventaja, los pactos diplomáticos son apenas visibles en el horizonte, e Irán está más cerca que nunca de cruzar una línea histórica.
El riesgo ya no es solo técnico, sino profundamente político y moral. ¿Qué sucede si Irán obtiene esa “capacidad”? ¿Cuál será la reacción de Arabia Saudita, Turquía o incluso Egipto? ¿Empezaremos una nueva carrera armamentística nuclear en Medio Oriente?
El OIEA, como brazo técnico de la paz, sigue pidiendo calma, cooperación y transparencia. Pero sus palabras ya no tienen el mismo peso si los hechos no acompañan. Veremos si el acuerdo de El Cairo se implementa pronto, si Irán retoma la senda de la verificación internacional o si, por el contrario, nos acercamos a un nuevo momento Hiroshima en el corazón de Asia.
“Enriquecimiento al 60% puede parecer técnico, pero en geopolítica eso es una sirena sonando a lo lejos”, dice Grossi. Ya está en nosotros escucharla y actuar antes de que sea tarde.
Fuente: Entrevista con Rafael Mariano Grossi – Naciones Unidas, octubre 2025.
