La crisis de Boeing: entre retrasos, demandas y la lucha por recuperar la confianza
El gigante aeronáutico enfrenta desafíos en producción y certificación mientras lidia con la presión financiera, huelgas y la sombra de viejos errores
Boeing y una década turbulenta: vuelo a través de la tormenta
En los últimos años, Boeing se ha convertido en sinónimo de altibajos en la industria aeronáutica. Lo que alguna vez fue símbolo de liderazgo e innovación, hoy navega cielos turbulentos con una combinación de retrasos técnicos, problemas regulatorios, conflictos laborales y una reputación deteriorada tras accidentes fatales que aún persiguen a la compañía.
En su más reciente informe trimestral, Boeing anunció un cargo de $4.900 millones debido a un retraso en la certificación de su jet insignia 777X, cuya entrega inicial pasó de 2026 a 2027. A pesar de seguir liderando entregas de aeronaves, este nuevo traspié plantea preguntas sobre la capacidad de la empresa para cumplir con sus ambiciosos objetivos de producción.
El 777X y la promesa del "super jumbo eficiente"
El Boeing 777X ha sido promocionado como "el avión bimotor más grande y eficiente del mundo", diseñado para revolucionar los vuelos de larga distancia con una cabina más amplia y un menor consumo de combustible. Sin embargo, la larga lista de demoras ha comenzado a preocupar incluso a sus mayores compradores, entre ellos Qatar Airways (con 124 pedidos) y Emirates (205 unidades).
Los reiterados cambios en el calendario de entregas no se deben —según el CEO Kelly Ortberg— a problemas técnicos, sino a los requisitos de la Administración Federal de Aviación (FAA) en cuanto a la certificación. "Estamos decepcionados por los retrasos del 777, pero eso no debería eclipsar los avances que estamos logrando", aseguró Ortberg.
Un respiro en medio del caos: récord de entregas desde 2018
En el trimestre, Boeing logró entregar 160 aviones comerciales, la cifra más elevada desde 2018, superando los 116 del mismo periodo en 2022. Además, su cartera de pedidos creció hasta $636.000 millones, incluyendo 5.900 aviones comerciales —una señal de que la demanda sigue viva.
No obstante, cumplir con esa demanda sigue siendo un desafío, y aún queda por ver si la empresa podrá mantener una producción estable sin generar nuevos problemas de seguridad.
El fantasma del 737 Max y las cicatrices del pasado
El mayor escándalo en la historia moderna de Boeing continúa pesando sobre la compañía: los dos accidentes fatales del 737 Max en Indonesia (2018) y Etiopía (2019), que cobró la vida de 346 personas. Las tragedias fueron atribuidas al sistema automatizado de control de vuelo (MCAS), cuya implementación defectuosa e insuficiente formación a los pilotos generaron una crisis mundial.
Desde entonces, Boeing ha estado bajo escrutinio constante. En septiembre, la FAA restableció el permiso para que puedan llevar a cabo las comprobaciones finales y certificar los 737 Max, junto con un aumento del límite de producción de 38 a 42 jets por mes.
“No avanzaremos a tasas de producción más altas hasta alcanzar estabilidad y preparación”, dijo Ortberg, advirtiendo que cualquier incremento futuro se hará en escalas de cinco unidades cada seis meses.
El frente laboral: huelgas que complican el despegue
Mientras los ejecutivos lidiaban con retrasos e inspecciones regulatorias, 3.200 trabajadores sindicalizados en tres plantas del Medio Oeste (zona de St. Louis) se declararon en huelga el pasado 4 de agosto. Exigen mejores condiciones laborales, con énfasis en beneficios de jubilación y ajustes salariales.
La empresa, por su parte, asegura estar ejecutando un “plan de contingencia”, que incluye reemplazos temporales y apoyo de personal no sindicalizado. Sin embargo, la prolongación de esta huelga complica su producción, especialmente en una etapa tan delicada para reconquistar la estabilidad.
“Si Boeing realmente quiere cambiar su cultura y reconstruir su marca, debe comenzar por respetar a las personas que hacen posible su éxito”, manifestó el sindicato tras rechazar la cuarta oferta de contrato.
La batalla judicial por las tragedias del Max
Un dato financiero relevante fue el flujo de caja libre positivo de $238 millones, el primero desde 2023. Aunque alentador, ese número fue influenciado por el aplazamiento de un potencial pago de $700 millones al Departamento de Justicia, relacionado con un acuerdo que busca evitar un juicio penal por los accidentes del 737 Max.
Actualmente, un juez federal revisa si acepta el pacto propuesto, el cual ha sido criticado por familiares de las víctimas que acusan a Boeing de impunidad corporativa. La posibilidad de evitar un juicio penal con un acuerdo económico solo agrava el debate sobre responsabilidad empresarial.
Inversiones a futuro y el desafío de la reincidencia
A pesar de las velas rotas, Boeing sigue invirtiendo para recuperar el control. En declaraciones a CNBC, Ortberg reafirmó que hay un interés fuerte por los productos de la marca: “La demanda de nuestros aviones es sólida”.
Además del 777X, Boeing está incrementando gradualmente la producción de su línea 737 Max. La compañía espera fundamentar su recuperación en la modernización tecnológica de sus aeronaves y en una ejecución más conservadora, priorizando la seguridad y los estándares regulatorios.
No obstante, críticos advierten que estos esfuerzos llegan tarde. Como señaló Dominic Gates, periodista de Boeing en The Seattle Times: “La compañía ha pasado años priorizando la velocidad sobre la seguridad. Recuperar la confianza del público y del gobierno tomará mucho más que promesas”.
El contexto competitivo: Airbus alza vuelo
Mientras Boeing atraviesa sus turbulencias, su rival europeo Airbus ha logrado consolidar su liderazgo en entregas y nuevos pedidos de aviones. En 2022, Airbus entregó 661 aviones comerciales frente a los 480 de Boeing, una clara ventaja que se ha mantenido en 2023.
Airbus no ha estado exento de desafíos, pero ha sabido mantener una línea de producción más estable y menos expuesta a escándalos. La confianza del mercado ha favorecido a la empresa con sede en Toulouse, especialmente entre aerolíneas europeas y asiáticas.
¿Puede Boeing recuperar su lugar en el cielo?
La travesía de Boeing no será corta ni sencilla. La empresa necesita no solo volver a cumplir sus metas de producción y certificación, sino también reconstruir un legado que hoy está bajo constante cuestionamiento. La confianza del público, los reguladores y sus propios empleados depende de cambios tangibles: no basta con comunicados esperanzadores, hace falta una transformación organizacional profunda.
Mientras tanto, cada retraso cuenta, cada huelga pesa, y cada anuncio de Airbus representa un nuevo reto para un Boeing que lucha por mantener la altitud.
En palabras del analista Richard Aboulafia: “Boeing debe elegir entre seguir aplicando parches o rediseñar su cultura desde la base. La historia no perdonará otro paso en falso.”
