Pokrovsk y Kupiansk bajo presión: ¿Cambio de rumbo en la guerra de Ucrania o propaganda rusa?
Putin afirma avances estratégicos en el este de Ucrania, mientras Kyiv desmiente y sigue resistiendo con tácticas modernas y alianzas internacionales
La nueva narrativa del Kremlin
El 29 de octubre, el presidente ruso Vladimir Putin realizó unas declaraciones que sacudieron tanto los titulares mundiales como las dinámicas del conflicto ruso-ucraniano. En una visita a un hospital militar en Moscú, Putin aseguró que las tropas rusas habían logrado rodear completamente a las fuerzas ucranianas en las ciudades estratégicamente claves de Pokrovsk y Kupiansk, añadiendo que Rusia estaba dispuesta a ofrecer corredores seguros para periodistas y negociar la rendición de las tropas ucranianas allí acorraladas.
Sin embargo, Kiev refutó rápidamente estas afirmaciones. El portavoz de las fuerzas ucranianas del este, Hryhorii Shapoval, recalcó que la situación en Pokrovsk es “difícil pero bajo control”, y calificó la narrativa de Rusia como un intento de manipulación propagandística. Las Fuerzas Armadas de Ucrania aseguraron que no existe tal cerco en Kupiansk, describiendo la versión rusa como “fantasías”.
El simbolismo de Pokrovsk y Kupiansk
Que estas ciudades estén en el foco del discurso de Putin no es casual. Ambas tienen un alto valor estratégico:
- Pokrovsk, situada en Donetsk, fue un centro logístico clave para el ejército ucraniano, aunque su uso ha disminuido por los constantes ataques.
- Kupiansk, en la región de Járkov, controla importantes rutas ferroviarias que permiten la movilización de equipos y suministros.
Antes de la guerra, solo Pokrovsk tenía una población que rondaba los 60.000 habitantes. Hoy, gran parte de la infraestructura de la ciudad está destruida. A pesar de la aparente inferioridad numérica, el ejército ucraniano ha mostrado una notable capacidad de resistencia a través del uso extensivo de drones, inteligencia satelital y tácticas asimétricas.
La superioridad militar rusa: ¿realidad o mito autopromovido?
Putin ha insistido en que Rusia goza de una ventaja “abrumadora” en número de tropas, armamento y capacidades nucleares. Estas declaraciones coinciden con los esfuerzos del Kremlin por convencer a Estados Unidos de que seguir apoyando a Ucrania es inútil.
Sin embargo, think tanks como el Institute for the Study of War (ISW), con sede en Washington, ofrecen una lectura diferente. Según un informe publicado el 28 de octubre:
“Las fuerzas rusas han avanzado en la zona de Pokrovsk, pero casi con certeza no controlan ninguna posición dentro de la ciudad misma”.
El mismo informe desestima la posibilidad de un colapso inmediato por parte de las tropas ucranianas.
Desinformación como estrategia híbrida
Desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, Putin ha utilizado la desinformación como parte integral de la llamada “guerra híbrida”. Las declaraciones grandilocuentes sobre victorias rusas han resultado ser muchas veces inexactas. La idea del cerco en Kupiansk es, según el portavoz ucraniano Viktor Trehubov, simplemente falsa: “No hay cerco”.
Esta táctica tiene múltiples objetivos:
- Desmoralizar al enemigo y a su población civil.
- Confundir a las potencias occidentales.
- Moldear la narrativa interna en Rusia para fines políticos.
La guerra del petróleo y los misiles: el otro frente invisible
Mientras los ojos del mundo se fijan en los combates del este, Ucrania ha desarrollado una audaz campaña de ataques con drones y misiles de largo alcance contra puntos neurálgicos del interior ruso, especialmente refinerías de petróleo y plantas industriales.
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski declaró recientemente que estos ataques han reducido la capacidad de refinación de petróleo rusa en un 20%. La meta: golpear el corazón económico del esfuerzo de guerra ruso, afectando la logística y minando los recursos del Kremlin.
Además, el 30 de octubre, el Ministerio de Defensa ruso anunció que había interceptado 100 drones ucranianos sobre cinco regiones en una sola noche. Aunque espectacular, esta cifra demuestra también el alcance de la estrategia ucraniana y su énfasis en la guerra tecnológica.
Putin y la apuesta nuclear: ¿arma de disuasión o chantaje global?
Otra carta recurrente en el repertorio del Kremlin ha sido mencionar, una y otra vez, el músculo nuclear ruso. Desde el año pasado, Rusia ha recordado sus avances en armas de destrucción masiva, incluyendo pruebas con drones submarinos equipados con ojivas nucleares, como el Poseidón.
Pero expertos señalan que esto forma parte de una narrativa para disuadir el compromiso occidental con Ucrania, y no necesariamente una indicación real de escalada inminente.
“Rusia sabe que usar armas nucleares significaría una reacción condenatoria global, incluso de sus aliados más discretos como China”, asegura el analista militar británico Lawrence Freedman en un artículo para el Financial Times.
Periodismo bajo fuego: el nuevo campo de batalla
En medio de señalamientos cruzados, Putin invitó a periodistas occidentales a visitar Pokrovsk y Kupiansk para “ver con sus propios ojos” la situación que presuntamente confirma el cerco ucraniano. Pero esta “transparencia” es contradictoria si se considera que Rusia ha restringido de manera agresiva la actividad periodística desde el inicio del conflicto, tanto en su territorio como en zonas ocupadas.
Además, Ucrania perdió recientemente a dos periodistas en un ataque con drones rusos. Según organizaciones periodísticas internacionales, la guerra en Ucrania es una de las más peligrosas para los reporteros desde la Segunda Guerra Mundial.
Apoyo internacional: ¿larga resistencia o desgaste inevitable?
Estados Unidos y la Unión Europea han destinado más de 150.000 millones de dólares en ayuda militar, económica y humanitaria a Ucrania desde el inicio de la invasión. Pero en el contexto de conflictos globales emergentes y cambios de liderazgo, crece el temor de “fatiga ucraniana”.
Putin parece apostar a ello. Mientras el invierno se acerca, Rusia intensifica sus campañas contra la infraestructura energética ucraniana: bombardeos sobre plantas eléctricas, subestaciones y redes de calefacción. El objetivo es claro: socavar la moral civil y condicionar las decisiones del gobierno de Zelenski.
¿Un punto de inflexión o más de lo mismo?
La situación en el frente oriental no es solo un asunto de movimientos militares. Es una batalla de voluntades, de imágenes estratégicas y mensajes cuidadosamente calculados. Putin quiere vender al mundo la imagen de una Rusia invencible que luego podrá imponer sus términos en una futura negociación de paz.
Pero los hechos sobre el terreno y los informes creíbles de analistas independientes desmontan, al menos de momento, esa narrativa. Ucrania no se rinde. La opinión pública interna sigue a favor de la resistencia, y su aparato militar ha aprendido a combinar modernidad, creatividad y coraje.
La pregunta clave es: ¿por cuánto tiempo podrá sostenerse ese equilibrio?










