¿La hora del caos? Por qué el cambio de horario sigue dividiendo a Estados Unidos
Aunque la mayoría prefiere evitarlo, el reloj sigue moviéndose dos veces al año. ¿Es hora de terminar con el horario de verano?
Una tradición centenaria... que pocos quieren
Cuando llega el otoño en Estados Unidos, junto con el aire fresco también regresa un viejo debate: ¿por qué seguimos cambiando la hora dos veces al año? El llamado cambio al horario estándar, que ocurre en noviembre, hace que el reloj se retrase una hora. Y aunque eso significa una hora extra de sueño para muchos, la mayoría de los estadounidenses preferiría que esta práctica llegara a su fin.
Según una encuesta reciente de AP-NORC, apenas un 12% de los adultos en EE.UU. están a favor de mantener el sistema actual. En contraste, un 47% se opone al cambio de hora y un 40% dice no estar ni a favor ni en contra, lo que refleja un amplio desencanto con lo que alguna vez se justificó como una medida de ahorro energético y organización social.
Un legado de guerra y ahorro energético
El horario de verano no nació por capricho, sino como una medida temporal durante la Primera Guerra Mundial. El objetivo era simples: ahorrar energía. Se utilizó de nuevo en la Segunda Guerra Mundial con la misma finalidad. En 1966, el Congreso aprobó una ley para permitir a los estados decidir si querían o no implementar el horario de verano, pero exigiendo uniformidad en sus territorios. Hoy, todos los estados, excepto Hawái y Arizona, hacen el cambio dos veces al año.
Pero más de un siglo después, muchos consideran que este argumento ha quedado obsoleto. Con los avances tecnológicos y la disminución del consumo energético relativo a la iluminación, el ahorro que se podría lograr es mínimo. De hecho, un informe del Departamento de Energía de 2008 concluyó que al extender el horario de verano en cuatro semanas se logró un ahorro energético del 0.03%. Un impacto marginal.
El impacto en la salud y el sueño
Si bien la hora extra de sueño puede parecer positiva, el impacto real en la salud es más complejo. El Instituto Americano de Medicina del Sueño ha declarado que la interrupción bianual del ciclo circadiano puede causar alteraciones del sueño, menor productividad, accidentes laborales e incluso un aumento en los infartos cardíacos, especialmente en los días posteriores al adelanto de la primavera.
Una investigación reciente de la Universidad de Stanford sugiere que tener una hora fija es la mejor opción para el bienestar físico y mental. De hecho, según Jamie Zeitzer, coautor del estudio y director del Centro del Sueño y Ritmos Circadianos en Stanford, “cuanto más temprano tengas luz en la mañana, más robusto será tu reloj biológico”. Por eso, desde un punto de vista puramente fisiológico, el horario estándar parece ser ligeramente mejor que el horario de verano.
El dilema social: ¿mañanas brillantes o tardes prolongadas?
Más allá de la ciencia, lo que realmente divide a la población es una cuestión práctica y social: ¿preferimos luz en la mañana o en la tarde? Según la encuesta de AP-NORC, el 56% de los adultos prefiere el horario de verano permanente, es decir, más luz por la tarde. Esto es particularmente popular entre los “noctámbulos” —el 61% de ellos favorece este horario. En cambio, los “madrugadores” están más divididos: un 49% prefiere el horario de verano y un 50% el estándar.
La voz de la ciudadanía revela la tensión entre rutinas. Vicky Robson, una enfermera retirada de Minnesota, resume el sentir de muchos: “No me levanto temprano, así que no necesito luz por la mañana. Me gusta tener luz más tarde, porque ahí es cuando salgo a caminar”.
Intentos de eliminar el cambio de hora: ¿voluntad política?
El descontento es tanto que ya hay propuestas legislativas que buscan eliminar el cambio de hora por completo. En 2022, el Senado aprobó el “Sunshine Protection Act”, una ley que establecería el horario de verano como permanente. Sin embargo, la iniciativa se estancó en la Cámara de Representantes y desde entonces no ha avanzado.
Presidentes como Donald Trump han manifestado públicamente su apoyo a terminar con el cambio de hora. En redes sociales, exigió que “se acaben los cambios innecesarios”. Organizaciones como la Asociación Médica Estadounidense también pidieron fijar un horario único, favoreciendo el horario estándar.
Es interesante mencionar que EE.UU. ya intentó adoptar el horario de verano permanente una vez. En 1974, bajo la presidencia de Richard Nixon, se inició un experimento de dos años para probar esta idea... y fracasó en menos de un año debido a su impopularidad, especialmente por las mañanas oscuras en invierno, que afectaban la seguridad de los niños en su camino a la escuela.
Una cuestión de identidad... y cultura
Más allá de los datos y estudios, el cambio de hora ha llegado a representar algo más profundo en la cultura estadounidense. Como afirma Chad Orzel, profesor de física en Union College y autor de “A Brief History of Timekeeping”, “nos gusta tener largas tardes de verano y amaneceres tempranos en invierno. Lo que no nos gusta es cambiar los relojes, pero eso es el precio que se paga”.
Es evidente que no hay una solución que contente a todos. Mientras algunos preferirían eliminar los cambios para ganar consistencia en sus rutinas, otros extrañarían aquellas tardes prolongadas que invitan a salir después del trabajo o la escuela.
Perspectiva internacional: ¿qué hacen otros países?
Estados Unidos no está solo en este dilema. Muchos países de Europa también hacen el cambio de hora, aunque ya existen planes para terminar con la práctica dentro de la Unión Europea. En contraste, regiones como Asia y África no implementan ningún ajuste estacional.
En Canadá, la situación es similar a EE.UU., aunque algunas provincias ya han manifestado su interés por seguir el ejemplo de Arizona y mantenerse en un solo horario. Por su parte, países como Rusia eliminaron los cambios en 2011, pero tras protestas populares por los amaneceres tardíos en invierno, volvieron a ajustar la hora en 2014.
¿Una guerra cultural más?
En medio de debates políticos intensos, temas como el cambio de horario han empezado a politizarse. Algunos líderes conservadores sostienen que “el reloj debe reflejar los valores tradicionales”, mientras que otros lo ven como una oportunidad para implementar reformas que beneficien la salud pública o la vida familiar.
Incluso este tema ha aparecido en campañas políticas, donde se promete “liberarnos del reloj artificial del gobierno”. Aunque suene anecdótico o menor, la forma en que el horario de verano se discute hoy refleja cuán polarizado puede estar incluso un tema tan técnico.
¿Hora final para el cambio de hora?
Por ahora, los estadounidenses seguirán cambiando sus relojes cada primavera y otoño. Pero los datos son claros: existe un fuerte deseo de acabar con esta práctica. Mientras tanto, el debate continuará entre quienes quieren aprovechar la tarde para salir a caminar y quienes prefieren un amanecer luminoso que facilite el comienzo del día.
Como dijo Jamie Zeitzer: “No hay política horaria que pueda hacer feliz a todos”.
