¿Una nueva era nuclear? El controversial anuncio de Trump y sus posibles consecuencias globales

El expresidente de EE.UU. propone reanudar las pruebas nucleares tras más de 30 años, en un contexto geopolítico cada vez más tenso. ¿Qué está en juego realmente?

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Donald Trump sacudió al mundo con una declaración que podría tener implicaciones históricas: la posible reanudación de las pruebas nucleares por parte de Estados Unidos. Esta propuesta, que contradice política y legalmente décadas de compromiso internacional hacia la no proliferación nuclear, llega en medio de un renovado auge armamentístico liderado también por otras potencias como Rusia, China y Corea del Norte.

¿Qué dijo Trump exactamente?

En una publicación en su red social Truth Social, el expresidente estadounidense aseguró: “He instruido al Departamento de Guerra para empezar a probar nuestras armas nucleares en igualdad de condiciones. Ese proceso comenzará de inmediato.” Estas palabras alarmaron a la comunidad internacional no solo por el contenido, sino también por su desconocimiento técnico: la responsabilidad de las pruebas nucleares estadounidenses no recae en el Departamento de Defensa, sino en el Departamento de Energía mediante la Administración Nacional de Seguridad Nuclear (NNSA).

Además, Trump proclamó que EE.UU. posee más armas nucleares que cualquier otro país, una afirmación inexacta. Según la Arms Control Association, Rusia lidera con 5,580 ojivas nucleares, seguida por Estados Unidos con cerca de 5,225.

El contexto internacional: ¿Nuevo auge nuclear?

Las palabras de Trump no son anacrónicas. En realidad, llegan cuando el mundo presencia un nuevo auge geoestratégico de los arsenales nucleares:

  • Rusia ha realizado frecuentes amenazas nucleares durante su invasión de Ucrania y recientemente confirmó pruebas con el misil de crucero nuclear Burevestnik, conocido como “Skyfall” por la OTAN.
  • China ha acelerado la construcción de silos para misiles balísticos intercontinentales (ICBMs) en zonas desérticas.
  • Corea del Norte presentó un nuevo misil ICBM, presumiblemente capaz de golpear el territorio continental estadounidense.

En este escenario global, las declaraciones de Trump parecen más que una amenaza vacía: son una ficha más en un tablero cada vez más inestable.

¿Por qué Estados Unidos dejó de hacer pruebas nucleares?

La última prueba nuclear realizada por EE.UU., conocida como “Divider” dentro de la operación Julin, ocurrió el 23 de septiembre de 1992 en el Sitio de Seguridad Nacional de Nevada. Desde entonces, Estados Unidos ha confiado en modelos de simulación computacional sobre la base de los 1,030 ensayos nucleares realizados entre 1945 y 1992 —más que cualquier otro país.

El país firmó el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT) en 1996, aunque nunca lo ha ratificado. Pese a ello, el compromiso tácito de no realizar más pruebas ha prevalecido por más de tres décadas.

El trinomio nuclear estadounidense: ¿sigue siendo eficaz?

EE.UU. mantiene su capacidad disuasoria mediante la llamada “tríada nuclear”:

  1. Misiles intercontinentales terrestres (ICBMs) desplegados en silos.
  2. Bombas nucleares transportadas por aviones estratégicos.
  3. Misiles balísticos lanzados desde submarinos (SLBMs).

Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el mantenimiento y modernización de este arsenal costará casi $1 billón de dólares durante la próxima década.

¿Qué implicaría reanudar las pruebas en Nevada?

Volver a realizar ensayos nucleares implicaría reactivar infraestructuras que llevan más de 30 años sin usarse. Un informe interno de 2018 del Laboratorio Nacional de Los Álamos señalaba que preparar una sola prueba podría tardar de dos a cuatro años.

En los años 60, Mercury, Nevada —epicentro operativo del sitio de pruebas— era la segunda ciudad más poblada del estado, con más de 20,000 personas trabajando en los ensayos. Hoy esas capacidades logísticas no existen.

Esto representa no solo una dificultad técnica, sino también presupuestaria y política.

Los riesgos: ¿un nuevo inicio de la carrera armamentista?

Un artículo publicado en la revista Bulletin of the Atomic Scientists advirtió: “Reiniciar el programa nuclear de pruebas de EE.UU. podría ser una de las decisiones políticas más trascendentales de la administración Trump […] y desencadenar una reacción en cadena descontrolada”.

La comunidad de expertos sostiene no hay hoy una necesidad científica inmediata de ensayos físicos, pues las simulaciones utilizan décadas de datos previos. Por tanto, reanudar los ensayos tendría más sentido político que técnico —y eso es justamente lo inquietante.

Las repercusiones diplomáticas y geopolíticas

La decisión de iniciar pruebas podría fracturar alianzas. Europa, Japón y otros aliados estratégicos verían con preocupación este movimiento, ya que debilita la arquitectura del desarme nuclear mantenida durante décadas.

Además, abriría la puerta para que otros países retomen o aceleren sus programas, con India, Pakistán y posiblemente Israel experimentando nuevas armas fuera de la supervisión internacional.

El CTBT —que aún no entra en vigor— podría quedar obsoleto frente al regreso de las pruebas por parte de la principal potencia militar del mundo.

¿Trump podría legalmente ordenar una prueba?

Aunque Trump llamó al “Departamento de Guerra” —una entidad inexistente desde 1947— la capacidad real de ordenar pruebas nucleares radica en el Departamento de Energía y la NNSA. Cualquier decisión requeriría el consentimiento presupuestario del Congreso, debates internos del Pentágono, apoyo técnico-laboratorio, y claro, superar inmensos obstáculos diplomáticos.

Aun así, la sola amenaza ya socava la credibilidad del compromiso estadounidense con el desarme.

La cultura popular y la ansiedad nuclear

Este resurgimiento del temor atómico se extiende más allá de la política. Filmes como “A House of Dynamite”, dirigidos por Kathryn Bigelow, reflejan esta creciente preocupación global. La narrativa atómica ya no es solo historia del siglo XX: es un relato que podría volver a escribirse en nuestra época.

¿Hacia dónde vamos?

Reactivar las pruebas nucleares en este contexto ya tenso no parece una estrategia prudente. Lejos de mejorar la seguridad nacional, podría iniciar una era de inestabilidad sin precedentes desde la Crisis de los Misiles de Cuba en 1962.

Los líderes actuales, de Washington a Moscú, y de Pekín a Pyongyang, enfrentan la decisión histórica de mantener un orden imperfecto pero contenido, o abrir Pandora con un nuevo ciclo de destrucción mutua asegurada.

¿Estamos preparados para revivir la sombra humeante del hongo nuclear?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press