La batalla por los metales raros: ¿puede EE.UU. romper el dominio de China en un año?

China ha pospuesto su nueva regulación sobre exportaciones de tierras raras, y Estados Unidos ve esta pausa como una oportunidad para fortalecer su cadena de suministro. ¿Es eso suficiente para desafiar un monopolio casi absoluto?

Durante décadas, China ha sido el actor dominante en el mercado global de las tierras raras, un conjunto de elementos químicos esenciales para la tecnología moderna. Desde teléfonos móviles hasta aviones de combate, pasando por vehículos eléctricos, todos dependen en gran medida de estos minerales. El anuncio reciente de China de postergar por un año sus nuevas restricciones sobre la exportación de tierras raras ha sido recibido en Occidente con alivio, pero también con urgencia: este es un respiro momentáneo para intentar romper la dependencia geopolítica más crítica del siglo XXI.

¿Qué son las tierras raras y por qué son tan importantes?

Las tierras raras son un grupo de 17 elementos químicos que incluyen el escandio, itrio y los 15 lantánidos. A pesar de su nombre, no son precisamente raros en la naturaleza, pero suelen encontrarse en concentraciones tan bajas que su extracción y procesamiento resultan costosos y complejos.

Estos elementos son clave para:

  • Imanes permanentes (como los de neodimio y praseodimio) utilizados en motores eléctricos y turbinas eólicas.
  • Aviónica y radares militares.
  • Electrónica de consumo como teléfonos, laptops, cámaras.
  • Equipos médicos avanzados y robots industriales.

El monopolio chino: cifras que preocupan

Actualmente, China produce alrededor del 70% de las tierras raras a nivel mundial. Pero su dominio es aún mayor cuando hablamos de procesamiento: controla el 90% de la capacidad global de refinación. Lo que esto significa en la práctica es que, incluso si otros países extraen tierras raras, muchas veces deben enviarlas a China para su refinamiento.

Este dominio ha generado preocupación en Washington y otras capitales occidentales, especialmente porque estas materias primas tienen aplicaciones militares críticas. “El control de China sobre las tierras raras representa un riesgo estratégico para la seguridad nacional de Estados Unidos”, advierte Neha Mukherjee, analista de Benchmark Mineral Intelligence.

Una tregua temporal: ¿qué implica el acuerdo?

En el marco de un acuerdo comercial negociado por la administración de Donald Trump, Pekín ha decidido retrasar por 12 meses una normativa que hubiese obligado a las empresas extranjeras a solicitar permisos especiales para exportar productos que contengan tierras raras chinas, incluso si fueron manufacturados en el extranjero.

Esta decisión da un respiro a las compañías internacionales, pero no elimina por completo otras restricciones ya implementadas por China a principios de año tras una nueva ronda de aranceles estadounidenses.

“Este movimiento parece más táctico que estructural. No es un cambio de rumbo real, sino una pausa para aliviar tensiones comerciales,” indica Mukherjee.

¿Qué están haciendo EE.UU. y sus aliados?

La administración estadounidense ha intensificado sus inversiones para impulsar la producción nacional. Algunos esfuerzos clave incluyen:

  • MP Materials: se ha convertido en el principal productor en EE.UU. y planea procesar tierras raras pesadas en su mina de Mountain Pass, California, la única operativa en el país.
  • Inversión del Pentágono: el Departamento de Defensa invertirá $400 millones en MP Materials, garantizando la compra de todos los imanes producidos por al menos 10 años.
  • Noveon Magnetics: ha comenzado la producción de imanes permanentes en Texas.
  • USA Rare Earth: planea iniciar operaciones de magnetización dentro de un año.

“No partimos desde cero, y si mantenemos el ritmo, podríamos contar con una cadena de suministro independiente en menos de un año,” afirmó Ian Lange, profesor de economía en Colorado School of Mines.

El desafío del tiempo y los costos

Al igual que en un partido de fútbol en tiempo extra, Estados Unidos está contra las cuerdas: sin tiempo que perder y con una necesidad urgente de anotar puntos. Wade Senti, presidente de AML (Advanced Magnet Lab), lo ilustra con claridad:

“China tiene el balón en nuestra línea de las 10 yardas. Nuestro mejor movimiento es tejer alianzas globales para refinación y suministros, e invertir con velocidad en innovación nacional.”

La analogía deportiva representa fielmente la presión del momento. Construir minas, refinerías e infraestructura costará miles de millones de dólares y tomará años. Pero algunos procesos, como el reciclaje de tierras raras desde productos electrónicos o su extracción como subproducto en minas de acero, podrían dar resultados más inmediatos.

Los aliados: ¿pueden Australia y otros países ayudar?

En enero, Estados Unidos firmó un acuerdo con Australia para fortalecer la cooperación en minerales críticos. Australia tiene importantes reservas de tierras raras y capacidad instalada para refinarlas, aunque también depende en parte de instalaciones chinas.

Además, países como Canadá, Brasil e incluso Vietnam están siendo cortejados como socios estratégicos. La idea es diversificar lo máximo posible la cadena de suministro y construir redundancias.

Pero el desafío principal sigue siendo el procesamiento. El mundo tiene minas; lo que no tiene es la capacidad de refinar sin depender de China.

Las Fuerzas Armadas estadounidenses también están en juego

Los imanes permanentes que requieren neodimio y praseodimio son fundamentales para misiles guiados, submarinos nucleares y sistemas de radar de aviones de combate como el F-35. Pero el consumo militar de tierras raras es relativamente pequeño.

Eso ha llevado a muchos analistas a sugerir que Estados Unidos podría garantizar el suministro militar redirigiendo flujos desde fuentes alternativas mientras prioriza la producción doméstica para defensa. Como dijo Scott Dunn, CEO de Noveon:

“Los detalles sobre cómo China aplicará la suspensión importan. Pero al ser solo por un año, EE.UU. debe usar esta ventana para reducir su exposición al riesgo geopolítico de forma permanente.”

¿Una oportunidad histórica o solo una ilusión?

La frase más repetida en Washington sobre este tema es que este debe ser el ‘momento Manhattan’ de las tierras raras. Es decir, la nación debe adoptar una estrategia similar a la del proyecto que desarrolló la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial, con financiamiento gubernamental masivo, colaboración científico-industrial y velocidad de ejecución.

Pero la pregunta sigue abierta: ¿bastará un solo año para que Estados Unidos y sus aliados logren materializar una cadena de suministro que ha tardado décadas en construirse en Asia?

Lo que sí es claro, es que cualquier demora se pagará caro. En un mundo cada vez más electrificado, automatizado e inestable, quien controle las tierras raras, controlará el futuro de la tecnología y tal vez incluso del poder militar.

Y ese es un lujo que ninguna superpotencia moderna está dispuesta a ceder.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press