Operativo en Vila Cruzeiro: ¿Seguridad o masacre disfrazada?

El saldo mortal de una redada policial en Río expone las grietas entre la guerra contra el narcotráfico y los derechos humanos en las favelas brasileñas

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La noche que Vila Cruzeiro se convirtió en zona de guerra

El martes 28 de octubre de 2025, una operación policial en el Complexo da Penha, en Río de Janeiro, dejó al menos 132 personas muertas, incluyendo 4 policías. Se trató de la redada policial más mortífera en la historia de la ciudad, dirigida oficialmente contra la banda conocida como Comando Vermelho (Comando Rojo). Sin embargo, para muchos residentes, activistas y organismos internacionales, el operativo fue todo menos una muestra de éxito en materia de seguridad: fue una masacre.

Una comunidad de luto

La favela de Vila Cruzeiro amaneció el miércoles convertida en una escena de devastación. Los cuerpos yacían alineados, mientras familias comenzaban a enterrar a sus muertos. Monique Santiliano, de 40 años y dueña de un salón de uñas en la zona, compartió con medios locales: “Esto no fue un operativo, fueron asesinatos. No vinieron a arrestar; vinieron a matar.”

Las críticas no se han hecho esperar. La ministra de Derechos Humanos, Macaé Evaristo, visitó la comunidad y expresó públicamente su rechazo: “No podemos exponer a niños, ancianos y discapacitados a este tipo de terror. La lucha contra el crimen organizado debe centrarse en quienes lo financian y dirigen.”

El operativo: cifras y motivaciones

Más de 2,500 policías y soldados participaron en el operativo conjunto, que tenía como objetivo detener a cabecillas del Comando Vermelho y frenar su expansión territorial en las favelas.

  • 132 fallecidos, incluido un adolescente de 22 años
  • 4 agentes muertos
  • Más de 20 personas heridas, entre ellas residentes no vinculados al crimen

Las autoridades locales, especialmente el gobernador del estado, Cláudio Castro, defendieron la operación alegando que fue un acto exitoso contra el "narco-terrorismo", una terminología que recuerda fuertemente a la usada por Donald Trump en su guerra contra las drogas en América Latina.

Críticas desde tribunales y derechos humanos

El Tribunal Supremo de Brasil anunció una audiencia con el gobernador, el jefe militar y el jefe de la policía civil para esclarecer los hechos. Según el magistrado Alexandre de Moraes, el uso excesivo de la fuerza y la desproporción entre los muertos civiles y los agentes del orden amerita una investigación judicial minuciosa.

Organismos como la ONU y Human Rights Watch condenaron la acción, señalando que hay indicios claros de ejecuciones extrajudiciales, tortura y violaciones a los derechos humanos en el marco del operativo.

¿Estrategia fallida o mensaje político?

Según datos de Amnistía Internacional, en operativos masivos contra bandas del narcotráfico, el 85% de las víctimas mortales suelen ser civiles no armados o con papeles secundarios dentro de estas organizaciones. El argumento de que se combatió a quienes “resistieron a la policía con armas” se tambalea cuando numerosas familias denuncian que las víctimas fueron sacadas de sus casas y ejecutadas.

Otoni de Paula, diputado conservador, incluso declaró: “Esto no parece un enfrentamiento. Todo indica que fue una emboscada con el único fin de ejecutar.”

Implicaciones para la imagen internacional de Brasil

En un momento en que Brasil se prepara para ser anfitrión de la COP30 en Belem, en el corazón del Amazonas, las acciones del gobierno estatal recuerdan al mundo que la contradicción brasileña entre desarrollar políticas verdes, mientras “limpia” favelas con violencia, sigue viva. La brutalidad policial en las favelas es una de las críticas más fuertes que organismos internacionales han hecho a Brasil en términos de derechos humanos.

En 2022, un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reveló que entre 2005 y 2021, más de 20,000 personas murieron a manos de la policía brasileña, muchas de ellas en operativos similares al de Vila Cruzeiro.

Voces desde abajo: la comunidad se defiende

Ana Tobossi, una activista local, fue una de las primeras en acudir a la zona de los cadáveres la mañana posterior al operativo. Entre lágrimas declaró: “No podemos normalizar esta brutalidad solo porque ocurre en favelas. Si el país sigue aplaudiendo esto, pasará en todos lados.”

Otro testimonio, el de Paulo Roberto, un joven vendedor informal de 16 años, muestra la desesperanza: “Esto nos deja mal parados. Los de afuera no van a querer acercarse más... parece que no valemos nada.”

La pregunta de fondo: ¿quién gana con esta violencia?

Las políticas de mano dura generan aprobación en algunos sectores, especialmente entre votantes de derecha que ven en las favelas un foco de criminalidad. Sin embargo, expertos en seguridad como Silvia Ramos, del Observatorio da Segurança, argumentan que los megaoperativos son ineficientes a largo plazo:

“Las bandas criminales no se desmantelan matando soldados rasos. Estas estructuras criminales se reproducen porque tienen protección política, flujo de dinero y mercado. Matar 100 hoy no impide que sean reemplazados mañana.”

¿Alternativas reales?

Frente al fracaso visible de las soluciones basadas únicamente en la represión, diferentes organizaciones sociales piden cambios estructurales:

  • Inversión social en las favelas: educación, empleo y salud como herramientas para disuadir a los jóvenes de involucrarse en bandas criminales.
  • Modernización y formación ética de la policía: incluyendo el uso de cámaras corporales y protocolos internacionales de derechos humanos.
  • Investigaciones sobre financiamiento del crimen organizado: ya que muchas veces las grandes figuras permanecen impunes.

¿Avance o retroceso?

Brasil vive una encrucijada ética y política. Mientras algunos justifican estas acciones con el discurso de la seguridad nacional, miles de familias lloran a sus muertos, exigen justicia y denuncian que la violencia estatal es otra forma de criminalizar la pobreza.

El desafío de fondo no es solo técnico, sino cultural: ¿Puede la sociedad brasileña dejar de considerar las vidas en las favelas como prescindibles? Hasta que esa pregunta no sea respondida con firmeza, los fantasmas de Vila Cruzeiro seguirán pesando sobre la conciencia colectiva del país.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press