Xi vs Trump: ¿Distensión comercial o teatro geopolítico en Asia-Pacífico?

El último encuentro entre los líderes de China y Estados Unidos marca una tregua en la guerra comercial, pero deja muchas preguntas abiertas sobre el futuro económico mundial

Una tregua frágil entre gigantes

La reciente reunión entre el presidente chino Xi Jinping y el expresidente estadounidense Donald Trump, celebrada en Corea del Sur en el marco del foro APEC, fue descrita por Trump como un "12 sobre 10". Este tipo de hipérbole no es nueva en su repertorio, pero detrás de las palabras grandilocuentes se esconde una realidad compleja: a pesar de los gestos diplomáticos y las promesas públicas, las tensiones estructurales entre las dos economías más grandes del mundo continúan siendo profundas.

Ambos líderes anunciaron medidas que podrían interpretarse como avances. Estados Unidos se comprometió a reducir los aranceles relacionados con el fentanilo del 20% al 10%, así como a disminuir los aranceles generales sobre bienes chinos del 57% al 47%. A cambio, China accedió a reanudar las compras de soja estadounidense y a permitir exportaciones de elementos fundamentales como las tierras raras. Sin embargo, estos son acuerdos superficiales que podrían evaporarse fácilmente si surgen nuevos conflictos o si las expectativas no se cumplen.

¿Distensión verdadera o mensaje escenográfico?

Expertos como Wei Li, jefe de inversiones en BNP Paribas Securities China, alertan que estos avances podrían "prevenir un deterioro económico mayor" pero difícilmente impulsarán una recuperación robusta por sí solos. El economista Taylor Wang, de HSBC, comentó que si bien una reducción en los aranceles puede mejorar la competitividad de los productos chinos en EE.UU., las incertidumbres globales y los factores internos de China seguirán pesando sobre su economía manufacturera.

Y es que China acaba de reportar por séptimo mes consecutivo una contracción en su actividad industrial. El índice PMI manufacturero cayó a 49 puntos en octubre (por debajo de la línea de expansión situada en 50), acusando los efectos de un entorno internacional volátil y la desaceleración de sus exportaciones, particularmente hacia Estados Unidos.

Mercados asiáticos: reacciones mixtas

Los mercados bursátiles en Asia reaccionaron de forma dispar a los anuncios. El Nikkei 225 japonés subió un 1.7%, alcanzando un récord gracias a un sólido repunte del 2.2% en la producción industrial respecto al mes anterior. En cambio, el Hang Seng de Hong Kong cayó un 0.9%, mientras que el índice compuesto de Shanghái retrocedió un 0.6%, reflejando el pesimismo sobre el futuro inmediato del sector fabril.

Mientras tanto, Corea del Sur y Taiwán registraron subidas moderadas, apoyadas en buenas perspectivas tecnológicas, aunque persisten dudas sobre el mercado global. El índice S&P 500 en Estados Unidos cayó un 1%, el Nasdaq retrocedió un 1.6% y el Dow Jones bajó un 0.2%, mostrando que los mercados ya habían internalizado gran parte de las expectativas optimistas en días previos al encuentro.

La gran apuesta tecnológica: ¿bendición o peligro?

Uno de los temas sobre la mesa es la masiva inversión prevista por las Big Tech en inteligencia artificial. Meta, matriz de Facebook, anunció gastos significativos en 2026, lo que hizo caer sus acciones un 11.3% en un solo día, pese a llevar un crecimiento extraordinario en el año. Microsoft, por su parte, también reportó buenos ingresos pero fue penalizada en bolsa por anticipar mayores gastos futuros. Este comportamiento fue interpretado por Stephen Innes, de SPI Asset Management, como un síntoma de que "el capital ha dejado de comportarse como dinero y empieza a actuar como obsesión".

La burbuja tecnológica parece estar tomando forma, impulsada por las expectativas en torno a la IA, pero sin claridad aún sobre cómo estas inversiones rendirán frutos. Alphabet (Google), en contraste, logró un desempeño bursátil favorable, subiendo un 2.5% tras superar expectativas de ganancias.

APEC sin Trump: el simbolismo del ausente

La 34ª reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), con sede en Gyeongju (Corea del Sur), fue notable tanto por la presencia de Xi Jinping como por la ausencia de Trump, quien abandonó la ciudad horas antes del inicio. Su retirada refleja una clara tendencia de su administración a evitar organismos multilaterales y reafirma su agenda de "América Primero".

El presidente Xi aprovechó la oportunidad para posicionar a China como defensora del comercio libre y multilateral, pidiendo "trabajar juntos ante los tiempos turbulentos". En su discurso inaugural, instó a mantener la estabilidad de las cadenas de suministro y se mostró dispuesto a cooperar en industrias verdes y energía limpia, haciendo un guiño a los países que han criticado el exceso de producción china en sectores como los paneles solares o los vehículos eléctricos.

En palabras del académico Leif-Eric Easley, de la Universidad Ewha en Seúl, "APEC debería ser más que una plataforma para declarar treguas comerciales". Urgió a fomentar esfuerzos multilaterales más sólidos para enfrentar los desafíos regionales como el proteccionismo, la estandarización digital y la sostenibilidad del comercio.

Los intereses divergentes y la diplomacia de élite

A pesar de que Corea del Sur buscó unificar criterios y promover una declaración conjunta, las diferencias entre las 21 economías participantes, especialmente en torno a la rivalidad EE.UU.-China, dificultaron cualquier consenso firme. El ministro de Relaciones Exteriores surcoreano, Cho Hyun, reconoció que una declaración fuerte a favor del libre comercio era poco probable, apostando en cambio por un mensaje generalizado en favor de la paz y prosperidad.

Bajo el lema “Construir un mañana sostenible: Conectar, Innovar, Prosperar”, el país anfitrión se enfocó en explorar estrategias comunes sobre cooperación en inteligencia artificial y los desafíos del envejecimiento poblacional y las bajas tasas de natalidad. Son temas de urgente tratamiento en toda Asia, pero su resolución requerirá mucho más que buena voluntad y palabras de unidad.

¿Reconciliación o estrategia electoral?

El tono triunfalista de Trump también puede analizarse desde una perspectiva política interna. En momentos de alta polarización en EE.UU. y acercándose un nuevo ciclo electoral, proyectar una imagen de "pacificador global" puede ser clave para recuperar apoyo, especialmente entre votantes indecisos.

Sin embargo, esta táctica presenta riesgos si los efectos derivados de esta jugada diplomática no se traducen en mejoras económicas perceptibles para el estadounidense promedio. El impacto de la guerra comercial ha sido real: desde su inicio, las exportaciones chinas a EE.UU. han caído a doble dígito durante más de seis meses consecutivos. Y aunque la reorientación hacia mercados como el sudeste asiático o África ha mitigado parcialmente este golpe, el daño ya está hecho.

¿Primera página de una nueva era o último capítulo de una farsa?

Queda por ver si este aparente acercamiento marca el inicio de una nueva fase de colaboración real, o si es simplemente un capítulo más en el drama económico global que libran Estados Unidos y China. Los antecedentes no invitan al optimismo: los pocos acuerdos alcanzados tienden a ser revertidos en poco tiempo, y las luchas por la hegemonía tecnológica, comercial y militar siguen vivas.

Lo cierto es que en este tablero de ajedrez global, cada movimiento cuenta. Y mientras los líderes juegan sus cartas, los mercados, las empresas y los ciudadanos del mundo aguardan con incertidumbre el resultado de esta compleja partida.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press