El renacer de la educación en Siria: escuelas sin techos, pero con esperanza

En zonas devastadas como Maar Shamarin, maestros y estudiantes luchan por recuperar la dignidad del aprendizaje tras el colapso del régimen de Assad

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Una infancia suspendida por la guerra

Después de más de una década de conflicto armado, Siria comienza lentamente a reconstruir no solo su infraestructura, sino también su tejido social más delicado: la educación. En la región sur de Idlib, que fue durante años epicentro de enfrentamientos violentos, familias como la de Safiya al-Jurok están regresando a sus pueblos devastados. La reconstrucción es lenta, llena de desafíos, pero empujada por un anhelo común: dar a sus hijos la posibilidad de soñar de nuevo en las aulas.

Hoy, muchos de estos niños no tienen pupitres, ni ventanas, ni libros. Estudian sobre mantas viejas, en edificios baleados y saqueados, con el viento del invierno entrando por huecos donde antes hubo cristal. Las escuelas en ruinas, como la de Maar Shamarin, son un símbolo del trauma colectivo, pero también de la resiliencia que aún persiste en la comunidad.

El precio de una guerra sin fin

Según Youssef Annan, viceministro de Educación, alrededor del 40% de las escuelas en toda Siria están destruidas, siendo las provincias rurales como Idlib y Hama las más golpeadas. En Idlib, por ejemplo, se cuentan más de 350 escuelas fuera de servicio. El saqueo sistemático en ausencia de ley llevó incluso al robo del hierro estructural de los edificios escolares.

El último año marcó un cambio político importante: la caída de Bashar al-Assad, derrocado en diciembre pasado durante una ofensiva rebelde. Este vacío de poder habilitó el retorno de miles de personas desplazadas, aunque no necesariamente a mejores condiciones. Las marcas visibles del conflicto siguen presentes en cada pupitre ausente, cada pared baleada.

Una directora, una promesa rota y 450 estudiantes

Abdullah Hallak, director de la escuela elemental de Maar Shamarin, lamenta no poder ofrecer condiciones dignas de enseñanza: “Nuestros niños vienen a un lugar sin asientos, sin pizarras, sin ventanas. El invierno se acerca, y algunos padres ya han optado por no enviarlos para evitar que enfermen”.

A pesar de estas condiciones precarias, 450 estudiantes hoy asisten a clases entre primero y cuarto grado, mientras niños adicionales quedan en lista de espera por falta de espacio físico y materiales básicos.

Muchos niños, poca infraestructura

En todo el país, según cifras oficiales, aproximadamente 4 millones de estudiantes están inscritos en escuelas, mientras que entre 2.5 y 3 millones de menores permanecen fuera del sistema, de acuerdo con Meritxell Relaño Arana, representante de UNICEF en Siria.

La organización de Naciones Unidas enfrenta el reto titánico de reconstruir escuelas, formar maestros y proveer contenedores adaptados como aulas temporales en zonas donde los edificios ya no existen. También promueven el acceso equitativo a materiales educativos y programas de apoyo psicosocial para niños traumatizados por la guerra.

Educación sin libros ni mochila

“Mi hija mayor es muy lista y le encanta estudiar, pero no podemos comprar ni siquiera un cuaderno”, confiesa al-Jurok. La familia vive de la recolección de aceitunas y utiliza aún la misma tienda de campaña donde se refugiaban estando desplazados.

La maestra Bayan al-Ibrahim señala otra cara del problema: los años de desplazamiento han generado enormes brechas de aprendizaje. Muchos estudiantes han perdido hasta cinco años lectivos. “Los padres no saben qué estudian sus hijos, porque no hay libros. Y nosotros, como maestros, no podemos mantener el orden en estas condiciones” comenta.

Recuperar no solo aulas, sino confianza

UNICEF promueve clases de nivelación para reincorporar a los estudiantes rezagados. Además, planean instalar clases remotas, aunque esta iniciativa aún no ha sido implementada por completo. La escasa conectividad en zonas rurales representa un reto adicional.

Más allá del aprendizaje académico, los colegios son espacios de reconstrucción emocional. “Muchos niños fueron testigos de violencia extrema. Necesitan regresar a ambientes seguros donde recibir apoyo emocional,” puntualiza Relaño.

El dilema del financiamiento

Estimar el costo de rehabilitar 40% de las escuelas destruidas es complejo, pero expertos coinciden en que se requieren miles de millones de dólares y una década de trabajo sostenido. Dada la fragmentación del Estado sirio y la presencia de múltiples actores armados en zonas no controladas por el gobierno central, la coordinación internacional resulta indispensable.

ONGs, organismos internacionales y países aliados han expresado públicamente su intención de colaborar en la reconstrucción educativa de Siria, pero aún no se materializan compromisos financieros robustos.

Una lección de esperanza

La historia de Maar Shamarin es solo una entre cientos. Pero ahí, en un aula sin techos ni pupitres, una niña sigue escribiendo el alfabeto árabe sobre sus rodillas. Aferrarse a un lápiz en medio de la desesperanza es, quizás, el primer ladrillo con el que Siria puede comenzar a reconstruir su futuro.

En palabras de Hallak: "Razón por la cual seguimos abriendo las puertas cada mañana, con o sin ventanas… porque nuestros niños merecen algo mejor. Y esta puede ser su única oportunidad”.

Fuentes:
- UNICEF Siria
- Ministerio de Educación de Siria
- Entrevistas locales a maestros y padres de familia

Este artículo fue redactado con información de Associated Press