Guerra energética: Ucrania apunta al corazón logístico de Rusia con ataques estratégicos

El sabotaje al oleoducto Koltsevoy marca un nuevo capítulo en el conflicto, mientras ambos países intensifican los ataques a infraestructuras clave

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Una guerra más allá del frente: el sabotaje como arma estratégica

El continuo conflicto entre Ucrania y Rusia ha trascendido el campo de batalla tradicional. En lo que muchos analistas han comenzado a denominar como “guerra híbrida”, las infraestructuras críticas, especialmente las energéticas, se han convertido en objetivos prioritarios. El último golpe llegó desde Ucrania: un ataque al oleoducto Koltsevoy, una pieza clave en la logística militar rusa.

La inteligencia militar ucraniana (conocida por su acrónimo HUR) afirmó este sábado que sus fuerzas golpearon exitosamente este enorme sistema de transporte de combustible, que conecta refinerías en Ryazan, Nizhni Nóvgorod y Moscú. Se calcula que el oleoducto tiene una capacidad anual para transportar hasta 3 millones de toneladas de queroseno para aviones, 2.8 millones de toneladas de diésel, y 1.6 millones de toneladas de gasolina.

Según HUR, el ataque se llevó a cabo el viernes por la noche y se enfocó en la sección del sistema cercana al distrito de Ramensky, causando la destrucción total de las tres líneas de combustible. La agencia calificó esta operación como “un golpe serio” a la logística militar rusa.

Kyrylo Budanov: “Nuestros golpes han sido más efectivos que las sanciones”

La afirmación proviene del propio Kyrylo Budanov, jefe de HUR, quien no dudó en dimensionar el impacto del sabotaje: “Nuestros golpes han tenido más impacto que las sanciones”, comentó, comparando la efectividad de sus operaciones encubiertas con las sanciones económicas impuestas por Occidente desde la invasión rusa en 2022.

Desde el inicio del conflicto, Ucrania ha adoptado una estrategia de desgaste, atacando objetivos logísticos, depósitos de municiones, redes de abastecimiento y energía. Esta reciente acción refuerza esa doctrina y representa una respuesta directa a otra tendencia reciente en la guerra: la “campaña de terror energético” emprendida por Rusia.

Ucrania contraataca tras intensos bombardeos sobre su infraestructura

Horas después del sabotaje al oleoducto Koltsevoy, Rusia continuó con sus ataques sobre Ucrania. Uno de los más devastadores se produjo en la región de Mykolaiv, donde un misil balístico ruso Iskander mató a un civil e hirió a otros 15, incluyendo un niño. También se reportó un incendio en una planta de gas en la región de Poltava debido a otro impacto ruso.

Además, Moscú lanzó 223 drones contra distintas regiones ucranianas durante la noche del viernes al sábado. La fuerza aérea de Ucrania logró derribar 206, aunque los 17 restantes causaron daños en al menos siete regiones. En el norte del país, otro ataque ruso contra una empresa agrícola en Cherníhiv dejó herida a una mujer de 66 años, según informaron fuentes regionales.

Estas ofensivas continuas han provocado cortes de energía y restricciones generalizadas en todo el país. Desde Kiev, califican estas acciones como parte de una estrategia de “terrorismo energético sistemático” destinada a quebrantar la moral del país y socavar su capacidad de resistencia.

El oleoducto Koltsevoy: columna vertebral del abastecimiento militar ruso

Desarrollado durante la era soviética, el oleoducto Koltsevoy es una de las principales arterias logísticas del Ejército ruso. Con cerca de 400 km de extensión, abastece a instalaciones militares y zonas de despliegue clave. Su destrucción plantea serios desafíos para la operatividad rusa en los frentes de batalla, especialmente si se combina con el elevado consumo de combustible que implican las maniobras de blindados y aeronaves.

Analistas militares destacan que el ejército de tierra ruso puede consumir entre 3 a 5 millones de litros de combustible por día durante operaciones de combate de alta intensidad. Por lo tanto, cualquier interrupción de sus rutas logísticas representa un problema relevante para su sostenibilidad en el frente.

Una estrategia familiar: la guerra contra los recursos energéticos

Lejos de ser un fenómeno moderno, la guerra contra la infraestructura energética tiene precedentes históricos. Durante la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos aliados contra plantas de combustible sintético alemanas fueron claves en debilitar a la Wehrmacht. Algo similar ocurrió en el conflicto de Kosovo (1999), cuando la OTAN destruyó centrales eléctricas serbias para forzar una negociación.

Ucrania parece estar tomando nota de estas lecciones y adaptándolas al siglo XXI, utilizando drones de largo alcance, sabotajes encubiertos y ataques de precisión contra la red energética rusa, particularmente en regiones que abastecen a su ejército.

Impacto geopolítico: ¿se avecinan represalias rusas más contundentes?

El ataque al oleoducto Koltsevoy podría marcar una nueva fase de escalada en el conflicto. Rusia ya ha respondido con ataques masivos sobre plantas energéticas ucranianas. Sin embargo, existen interrogantes sobre cómo interpretará Moscú esta acción dentro del creciente uso de tácticas asimétricas por parte de Kiev.

Algunos expertos señalan que el Kremlin podría optar por contraatacar objetivos similares en las fronteras ucranianas o incluso en terceros países que apoyan logística o militarmente a Kiev. Otros sugieren que posiblemente refuerce aún más sus defensas en torno a infraestructura crítica, una tarea costosa y difícil dada la extensión del territorio ruso.

Sabotaje, drones e inteligencia: Ucrania maximiza recursos para una guerra de desgaste

El ataque al oleoducto no fue un hecho aislado. En los últimos meses, Ucrania ha intensificado sus operaciones encubiertas utilizando drones de gran alcance que atraviesan cientos de kilómetros hasta impactar en refinerías, depósitos y terminales ferroviarias en suelo ruso. También ha habido esfuerzos reconocidos de sabotaje realizados por ciudadanos rusos infiltrados y entrenados por Kiev, según medios internacionales.

La combinación de tecnología asequible, planificación táctica e información de inteligencia ha permitido a Ucrania golpear con precisión y alta eficiencia áreas sensibles dentro de Rusia, siempre con el objetivo de reducir la capacidad operativa del enemigo y prolongar su desgaste económico y militar.

Los próximos pasos: ¿puede Ucrania sostener esta estrategia?

Si bien las operaciones de sabotaje y ataques con drones están dando frutos, la gran pregunta hoy es si Ucrania puede mantener este ritmo. Estos esfuerzos dependen en buena medida del apoyo internacional, tanto en materia de inteligencia como en provisiones tecnológicas y financiamiento. Además, el éxito militar no garantiza por sí solo una salida política favorable al conflicto.

Sin una resolución negociada a la vista, y con las temperaturas bajando conforme se aproxima el invierno, ambos países se preparan para una etapa aún más brutal del conflicto. Para Ucrania, cada éxito táctico como el reciente sabotaje representa una carta más en la difícil partida geoestratégica que libra contra una potencia con mayores recursos.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press