Martha Layne Collins: la maestra que se convirtió en pionera de la política en Kentucky
Educadora, estratega y rompemuros: así fue la única mujer gobernadora en la historia del estado
El comienzo humilde de una gigante política
Martha Layne Collins, nacida como Martha Layne Hall en Bagdad, un pequeño pueblo rural de Shelby County, Kentucky, dejó una huella imborrable en la política estadounidense y en la historia de su estado natal. Su partida a los 88 años marca el fin de una era donde una mujer oriunda de un cruce de caminos rurales desafió expectativas y cambió el rumbo económico y educativo de Kentucky.
Antes de ser la primera y única mujer elegida como gobernadora de Kentucky (1983-1987), Collins fue profesora de secundaria, ganó un pequeño concurso de belleza, y cumplía los roles que muchas mujeres de su época conocían bien: madre, esposa, educadora. Pero también aprendió las bases del trabajo duro en política desde las profundidades: trabajos de base, recorridos por vecindarios, y gestión electoral en el Partido Demócrata.
Una carrera política ascendente
Su primera oficina electa fue como escribana de la Corte de Apelaciones en 1975. Cuatro años más tarde, sorprendió al mundo político al ganar la nominación demócrata para vicegobernadora, lo cual, dada la debilidad del Partido Republicano en la época, era casi sinónimo de elección.
Ya instalada como vicegobernadora, entre cintas inauguradas y alianzas tejidas, Collins construyó una red sólida de apoyo y recaudación de fondos que la catapultarían a la gubernatura de Kentucky en 1983, momento en que aún estaba prohibido reelegirse.
Una prioridad clara: educación ante todo
"Cuando me convertí en gobernadora... sí, había muchas prioridades, pero al sentarme a pensar, siempre volvía a lo mismo: la educación". Estas palabras de Collins, recogidas en una entrevista de 1992 para el Nunn Center for Oral History, resumen su norte político. Como exeducadora, Collins colocó la reforma educativa como pilar estratégico para el desarrollo del estado.
En sus cuatro años al mando, trabajó intensamente para reestructurar el sistema educativo público. Aunque su agenda en este tema no tuvo el mismo nivel de visibilidad que otros logros económicos, sí sentó bases para políticas que se desarrollarían con más fuerza en la siguiente década.
La llegada de Toyota: un hito industrial sin precedentes
Quizás su mayor legado tangible radica en el terreno económico: Collins fue la artífice de una de las victorias más significativas en atracción de inversiones de la historia de Kentucky: convencer a Toyota de instalar una planta automotriz en el estado. El anuncio fue en 1986. El proyecto, valorado en aquel entonces en 800 millones de dólares, significó 2.500 empleos directos para ensamblar vehículos Camry.
La competencia entre estados fue feroz, y Collins apostó fuerte: los incentivos estatales relacionados al terreno, infraestructuras y subsidios alcanzaron inicialmente los 125 millones, aunque cálculos posteriores empujaron la cifra —incluyendo servicios de deuda— a más de $300 millones. Críticos cuestionaron la legalidad de que el estado "donase" terrenos, pero la Corte Suprema de Kentucky validó la operación.
Lejos de quedarse en un simple triunfo empresarial, este hito marcó el inicio del desarrollo de un ecosistema de proveedores y otras industrias automotrices en Kentucky. Collins lo dijo en el evento de colocación de la primera piedra: “Hemos entrado en una nueva era, donde estaremos más conectados que nunca con la economía global”.
Un perfil nacional con aspiraciones vicepresidenciales
Su imagen pública alcanzó el escenario nacional en 1984 cuando presidió la Convención Nacional Demócrata celebrada en San Francisco. Fue incluso entrevistada por el candidato presidencial Walter Mondale como posible compañera de fórmula. Aunque el cargo fue finalmente para Geraldine Ferraro, Collins quedó posicionada como una referente femenina en la política estadounidense.
Un legado empañado por controversias familiares
No todo fue gloria. El nombre de Collins quedó eventualmente salpicado por un escándalo cuando su esposo, Bill Collins, fue acusado de beneficiarse económicamente durante su mandato. En 1992 fue acusado formalmente y un año después condenado por extorsionar a empresas encargadas de manejar bonos estatales.
Durante el juicio, la exgobernadora declaró que no estaba al tanto de las finanzas de su esposo, ni de la asombrosa multiplicación del 700% que tuvo su patrimonio neto durante su mandato. “Él hacía sus negocios, y yo gobernaba”, dijo Collins. Aun así, la percepción pública se dividió, y el escándalo marcó el epílogo de su carrera política.
Testimonios y homenajes tras su muerte
Las reacciones a su fallecimiento no se hicieron esperar. El gobernador actual, Andy Beshear, la describió como una “mujer poderosa”, mientras que el senador republicano Mitch McConnell la catalogó como una persona "conocida por romper barreras".
“Fue una incansable defensora de todos los niveles educativos en Kentucky”, agregó McConnell en su comunicado. A su vez, el procurador general estatal, Russell Coleman, manifestó que la honra como padre de hijas, y celebró su ejemplo como rompemuros de género.
Balance de una figura histórica
Martha Layne Collins gobernó en una época en la que las mujeres apenas comenzaban a trazar rutas hacia posiciones ejecutivas en la política estadounidense. Su mandato dejó una marca multidimensional: fue aliada del empresariado sin dejar de impulsar la educación como base del desarrollo social.
También enfrentó el rigor de las instituciones judiciales al verse su entorno familiar implicado en corrupción, mostrando que nadie queda exento del escrutinio público, ni siquiera aquellos con altos logros y popularidad.
Hoy, la planta de Toyota en Georgetown continúa funcionando y da empleo a más de 10.000 personas, ha reemplazado varias veces sus modelos y apuestas tecnológicas, y se ha convertido en símbolo de prosperidad regional —una realidad que sin Collins hubiera sido difícil de imaginar.
Una inspiración para futuras generaciones
Su vida representa el enfoque con el que muchas mujeres han recorrido el difícil camino hacia el liderazgo político: preparación técnica, resiliencia emocional y claridad estratégica. Desde su carrera como educadora hasta gobernadora, y luego al enfocarse nuevamente en causas educativas tras abandonar la vida pública, Collins inspiró tanto como lideró.
Hoy más que nunca, su historia nos recuerda por qué es clave rescatar figuras femeninas en la historia política: porque no solo abrieron caminos, sino que los pavimentaron para que nuevas generaciones avancen con pasos más firmes.
