Rusia, drones y desinformación: ¿una nueva guerra encubierta en Europa?
Desde actos de vandalismo hasta incursiones aéreas con drones, crece la alerta sobre una estrategia rusa para desestabilizar Europa
Europa atraviesa una ola inédita de incidentes inquietantes, aparentemente pequeños y desconectados entre sí. Pero tras una mirada más profunda, empieza a emerger un patrón: una supuesta campaña de desestabilización orquestada por Rusia, que incluye desde el uso de drones cerca de infraestructuras sensibles hasta campañas de vandalismo simbólico con fuertes cargas políticas.
Los cielos de Europa bajo amenaza silenciosa
La noche del sábado fue agitada en el aeropuerto de Berlín Brandenburg, cuando una supuesta presencia de dron obligó a suspender todos los vuelos entre las 20:08 y las 21:58 horas. La policía confirmó que hubo un avistamiento, aunque no se localizó ningún dispositivo.
Este incidente se suma a una creciente ola de intrusiones con drones en el espacio aéreo de la OTAN. Solo en septiembre, los servicios de defensa europeos reportaron una cifra sin precedentes de incursiones no autorizadas de drones, en muchas ocasiones sin autoría clara. Algunos funcionarios europeos ya sospechan que estas acciones servirían como pruebas encubiertas de Rusia para evaluar la capacidad de reacción militar aliada en tiempo real.
Munich y el precedente de los drones "fantasma"
Menos de un mes antes, el aeropuerto de Múnich cerró dos veces en menos de 24 horas, en ambos casos por avistamiento de drones. Ninguno fue capturado. Estos incidentes han suscitado preocupaciones sobre la vulnerabilidad de las infraestructuras críticas frente a tecnologías de bajo costo y difícil detección.
La Bundesnachrichtendienst (BND), el servicio de inteligencia exterior alemán, investiga si estos movimientos tienen relación con operaciones encubiertas de espionaje o sabotaje digital. La falta de respuesta clara por parte de la OTAN ha encendido alarmas entre sus miembros más cercanos a la frontera rusa.
Francia, vandalismo simbólico y huellas del Este
Mientras Alemania encara amenazas aéreas, Francia batalla contra una guerra más visual y psicológica. En mayo, cuatro ciudadanos búlgaros fueron condenados en París por pintar 500 manos rojas en el Memorial del Holocausto y edificios de barrios con alta población judía. Lejos de ser un mero acto vandálico, el caso apunta a algo mucho más profundo.
La tesis del sabotaje ruso: manipular con símbolos
La inteligencia francesa sostuvo en su informe judicial que los detenidos fueron reclutados y financiados por proxies vinculados a Rusia, parte de una operación sistemática para incitar divisiones sociales en Europa Occidental. El líder del grupo, Mircho Angelov, aún se encuentra prófugo y habría coordinado el ataque desde el exterior.
Filipov y Milushev, dos de los implicados, admitieron haber sido pagados para realizar las pintadas, mientras que Ivanov, condenado a 4 años de prisión, habría costeado el viaje y hospedaje de los pintores. El patrón es claro: bajo un diseño simple se oculta una arquitectura compleja de propaganda extranjera.
Antisemitismo como vector de desestabilización
La fecha del ataque no fue casual. Tuvo lugar poco después del inicio de la guerra Gaza-Israel en 2023, un evento que desató una nueva ola de tensiones raciales y religiosas. Rusia, según analistas del Instituto Francés de Estudios Estratégicos (IRIS), busca amplificar cada fisura en Occidente, utilizando tácticas de bajo costo pero alto impacto mediático.
Una cadena de eventos perturbadores en París
El evento de las manos rojas no fue un caso aislado.
- Octubre de 2023: aparecen estrellas de David azul en fachadas de edificios. Autores: dos moldavos. Francia vuelve a señalar a Rusia.
- Junio de 2024: cinco ataúdes aparecen frente a la Torre Eiffel con referencias a Ucrania, coincidiendo con la visita de Zelensky a París y su reunión con Joe Biden.
- Julio de 2024: se hallan cabezas de cerdo en nueve mezquitas parisinas. Cinco llevaban escrito el nombre de Macron. Otro acto perturbador sin autor identificado.
Lo que revela esta nueva forma de guerra híbrida
Estos casos ilustran una transformación del conflicto geopolítico moderno. La era de tanques y trincheras se está viendo reemplazada por una guerra de símbolos, desinformación y caos social programado. No se trata solo de inteligencia militar, sino de manipulación emocional dirigida a alterar la fertilidad democrática de las sociedades.
“No se necesita una bomba para colapsar un país. Basta con sembrar la duda, el miedo, y la desconfianza en las instituciones”, advirtió el politólogo francés Bruno Tertrais.
La respuesta europea: reactiva y fragmentada
A pesar de la evidencia circunstancial, la OTAN y la Unión Europea están fallando en ofrecer una respuesta unificada. Polonia y los países bálticos han exigido una mayor coordinación sobre sabotajes y guerra cibernética, pero Francia y Alemania siguen debatiendo sobre los límites de atribución.
En palabras del coronel retirado Frank Sauer, experto en seguridad del Bundeswehr: “Hay una fatiga institucional cuando se trata de responder a agresiones que no se ven como bélicas tradicionalmente”.
¿Estamos preparados para esta nueva guerra?
Consultoras como Stratfor y Rand Corporation han desarrollado escenarios recientes que muestran cómo estas agresiones simbólicas y tecnológicas pueden tener consecuencias amplificadas: desde pánico económico en bolsas hasta represión legislativa y erosión de libertades civiles. Porque cuando todos sospechan de todos, gana el que sembró la sospecha.
Y es que las guerras contemporáneas ya no se ganan en frentes de batalla, sino en canales de WhatsApp, aeropuertos cerrados y muros manchados con manos rojas.
Los próximos pasos: vigilancia, coordinación y educación
Expertos proponen una estrategia multifacética:
- Inversión en ciberseguridad y defensa híbrida. Europa necesita estructuras menos burocráticas y más dinámicas frente a nuevas amenazas.
- Educación mediática. Ciudadanos más informados resultan menos vulnerables a campañas de desinformación.
- Inteligencia compartida entre países. Actuar rápido y coordinado puede neutralizar operaciones antes de que escalen.
Porque aunque las manos pintadas en París ya hayan sido borradas, el mensaje que dejan en el contexto geopolítico aún sigue impregnado en los muros mentales de Europa.
