Cuando la presión pesa más que el talento: Parker Romo y la crueldad del fútbol americano

Un análisis deportivo sobre cómo un solo momento puede definir carreras en la NFL, con el caso de Parker Romo y los Falcons frente a los Patriots

Por más que uno intente racionalizarlo, en ocasiones el deporte profesional puede ser despiadado, cruel y despiadadamente simbólico. El duelo entre los Atlanta Falcons y los New England Patriots de esta semana fue mucho más que un apretado 24-23 a favor del equipo de Massachusetts: fue un espejo de las aspiraciones rotas, de la presión que pesa y de cómo en la NFL, una patada puede convertir a un héroe en villano.

El regreso que no fue: Romo contra sus antiguos compañeros

Parker Romo, pateador de los Falcons, llegó al Gillette Stadium con algo personal que probar. Después de haber sido cortado en el campamento de entrenamiento de los Patriots a pesar de una pretemporada perfecta —dos partidos sin fallos—, Romo regresaba con hambre de redención. Había sido casi impecable con los Vikings la temporada anterior (11 de 12 goles de campo), y su reincorporación al equipo de Atlanta tras la lesión de Younghoe Koo parecía un paso lógico.

El escenario estaba listo: Atlanta tenía la oportunidad de empatar con poco más de cinco minutos en el reloj. Romo, de 28 años, nacido en el área de Atlanta, se preparaba para el punto extra tras un touchdown impecable de Drake London, su tercero de la noche. Pero la patada se fue desviada hacia la derecha. Los Patriots mantuvieron la ventaja de un punto y borraron segundos vitales del reloj mientras Atlanta no podía recuperar la ventaja.

Un solo error que pesa en el alma

Nadie quería esta victoria más que yo”, confesó Romo en los vestidores visitante, visiblemente afectado. “Solo por el hecho de que lo hice muy bien en su campamento y terminé aquí”.

Su fallo no solo representó la derrota de los Falcons, sino también un golpe emocional devastador en una profesión que exige perfección implacable. Un solo error puede acabar con carreras en la NFL. Y aunque Romo tiene una historia respetable con goles desde 54 yardas anteriores, incluso una pretemporada brillante no garantiza inmunidad al juicio público, ni al de los equipos.

La delgada línea entre el éxito y el olvido

Esta no es la primera vez que un pateador sufre de forma tan dramática. Basta recordar a Cody Parkey, cuyo "double doink" con los Chicago Bears en 2019 marcó su carrera. En ese momento, se comprobó que el balón fue ligeramente bloqueado por un defensor, pero para el aficionado promedio y la prensa, fue simplemente un fallo garrafal. Parkey nunca se recuperó del todo de aquel momento, emocional ni profesionalmente.

El puesto de pateador en la NFL es probablemente uno de los más ingratos. No se espera de ellos que ganen partidos, pero sí que no los pierdan. En un deporte de gladiadores, su rol es quirúrgico: concentración milimétrica, mecánica perfecta, y sobre todo, nervios de acero.

Atlanta y sus fantasmas con New England

Mientras Romo enfrentaba sus demonios, la narrativa entre Falcons y Patriots se alimentaba aún más. Desde ese inolvidable Super Bowl LI donde New England remontó 28-3 para ganar en tiempo extra, Atlanta no puede encontrar redención ante los de Boston. Con esta derrota, los Falcons ya suman ocho tropiezos consecutivos contra los Patriots. De hecho, no han ganado en Foxborough desde 1998.

Y peor aún, los Falcons cargan con otra estadística lapidaria: están ahora con récord de 3-4 tras tres derrotas consecutivas. Lo que comenzó como una temporada optimista con victorias sobre Buffalo y Washington ha ido colapsando a medida que errores puntuales se acumulan.

La mentalidad: ¿quién asume la culpa?

El entrenador de Atlanta, Raheem Morris, se negó a tomar decisiones con la cabeza caliente tras la patada fallida: “No tomo decisiones emocionales en estos momentos”, declaró. Aunque no descartó analizar lo ocurrido con detalle, su postura evidencia la compleja relación de los equipos con sus pateadores: son fáciles de cortar, pero muy difíciles de reemplazar.

En contraposición, el mariscal de campo Michael Penix Jr., quien había guiado a los Falcons hasta esa situación decisiva con una serie final prometedora, mantuvo una visión madura: “No es frustrante. Es fútbol. Nunca es culpa de una sola persona, nunca es una sola jugada”.

Unas palabras que, si bien sabias, no ayudan al pateador cuyo nombre queda grabado en la derrota, mientras el resto del equipo puede compartir el peso desde el anonimato relativo de la colectividad.

La cultura NFL: ¿debemos replantear el papel de los pateadores?

Una pregunta válida es si la NFL —y especialmente los aficionados y medios— deberían replantearse cómo juzgan a estos especialistas. Un estudio del National Institutes of Health en 2021 demostró que los niveles de ansiedad medidos en pateadores eran significativamente mayores que en otras posiciones antes de ejecutarse jugadas críticas. No es solo una cuestión técnica, sino también mental.

Y si bien cada posición en la NFL vive presionada, pocas pueden ser definidas por una acción de menos de dos segundos. Quizás se necesita más preparación psicológica específica, ya que un fallo no solo afecta al equipo, sino al valor de mercado de ese jugador inmediatamente.

Mientras tanto, en la cima: Patriots y su renacer

En el otro lado del campo, los Patriots disfrutan de un resurgimiento con seis victorias consecutivas y ahora un liderato momentáneo en la AFC Este (7-2). Sin tener a un mariscal de campo estelar, ni una línea ofensiva sobresaliente, están ganando gracias a defensiva sólida, estrategias calculadas y errores rivales aprovechados al milímetro. El tipo de precisión implacable que hace que equipos como Atlanta luzcan aún más vulnerables.

¿Y ahora qué para Romo y los Falcons?

Las próximas semanas definirán si el joven pateador conserva su puesto. Puede que Morris le dé otra oportunidad, entendiendo que no hay muchas opciones mejores disponibles en agencia libre. Pero también podría buscar alternativas si su equipo sigue perdiendo partidos ajustados por errores en el juego de pies.

Lo cierto es que en la NFL, la tristeza no tiene tiempo de quedarse. El siguiente partido siempre está a la vuelta. Para Romo, quizá también una segunda, o tercera, redención. Aunque las oportunidades se acaban rápido en este negocio.

Y así, este domingo horriblemente humano nos recuerda que en la NFL no hay margen de error. No es un deporte de justicia, es un deporte de resultados. Una liga fuertemente construida sobre metáforas, pero también sobre fallos tan simples como una patada desviada a la derecha.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press