Villanova y Kevin Willard: el difícil arte de reconstruir una dinastía del baloncesto universitario
El ex entrenador de Maryland hereda una Villanova marcada por la sombra de Jay Wright, una plantilla irreconocible y expectativas de campeonato. ¿Podrá Willard traer de regreso los días de gloria?
Una herencia pesada bajo el brillo de Wright
Dirigir un equipo universitario de baloncesto con pasado glorioso puede ser un privilegio, pero también una carga. Eso lo entiende mejor que nadie Kevin Willard, quien llega al banquillo de Villanova sabiendo que su historia de campeonatos no es un simple capítulo cerrado, sino una exigencia constante. “Jalen Brunson no va a cruzar esa puerta”, comentó Willard parafraseando la icónica queja de Rick Pitino tras una derrota con los Celtics. Una frase que resume perfectamente los problemas actuales de los Wildcats.
Villanova no solo perdió un entrenador legendario en Jay Wright, quien se retiró inesperadamente en 2022 tras llevar al equipo a cuatro Final Fours y ganar dos títulos nacionales, sino que además vio cómo su reemplazo, Kyle Neptune, se ahogaba intentando replicar su fórmula. En tres años, Neptune no logró clasificar a la NCAA, y su destitución era cuestión de tiempo.
Los retos de Willard: herencia, exigencias y reconstrucción
Willard, ex entrenador de Maryland, tiene ahora la difícil tarea de reconstruir una Villanova casi irreconocible. Su debut llega con una plantilla completamente renovada —solo regresa un jugador que anotó algún punto la temporada pasada— y una base de aficionados que no dará mucho margen de error.
Con ocho transferencias y tres novatos, entre ellos el ex recluta de Kentucky Acaden Lewis (probablemente el más NBA-ready del grupo), el nuevo Villanova de Willard todavía está en construcción. En sus propias palabras: "¿Por qué ver películas del año pasado si ya casi nadie sigue aquí?".
Una nueva era influida por los viejos maestros
Willard no llega sin preparación. Aprendió bajo la tutela de potencias como Rick Pitino y su propio padre, Ralph Willard, ex entrenador de Pittsburgh. Sus métodos de entrenamiento aún reflejan esa antigua escuela: prácticas intensas al estilo Pitino, pensamiento estratégico y un enfoque casi empresarial de la dirección técnica.
“Con Pitino aprendí la importancia de la exigencia diaria. Con mi padre, la justicia como principio rector. Ahora trato de hacer mi propio camino con una mezcla de ambos estilos”, dijo Willard en una entrevista reciente.
El escenario cambiante del baloncesto universitario
Pero Willard no solo debe entrenar: también debe navegar un panorama radicalmente distinto al de la era de Jay Wright. El sistema NIL (Name, Image and Likeness) ha transformado la experiencia universitaria en un verdadero mercado de valores, donde jugadores buscan no solo minutos en pista, sino oportunidades económicas. Además, el portal de transferencias permite reconstrucciones casi instantáneas, pero también impide formar vínculos duraderos.
“Hace 15 años, este trabajo era hacer unas clínicas de verano, cenas con donantes y jugar. Ahora es un puesto que exige manejo de recursos, política interna y paciencia con el caos”, confesó Willard.
Un escenario de expectativas en Villanova
Villanova fue elegida para terminar sétima en la Big East. En otro contexto eso sería aceptable. Aquí, es una declaración de emergencia. El presidente de la universidad, el reverendo Peter Donohue, dejó clara la presión desde el primer momento: “No hay presión, solo esperamos grandes cosas”.
Villanova terminó con un decepcionante 21-15 bajo Neptune, incluyendo derrotas ante programas como Columbia y Saint Joseph's. Toda una caída desde el estándar establecido por Wright, quien dejó un legado de 520 victorias, 197 derrotas y, sobre todo, un estilo: el Villanova Way, una fórmula demoledora con veteranos listos para la NBA, eficiencia táctica y fortaleza mental.
Willard no quiere tumbar ese sistema. Al contrario, quiere reestructurarlo y adaptarlo: “Esto no se trata de enterrar lo que Jay construyó. Sería tonto. Estoy aquí para volver a encaminar la dirección”.
Un equipo nuevo con hambre de futuro
Entre los refuerzos destacan:
- Duke Brennan, procedente de Grand Canyon, con físico dominante en la pintura
- Bryce Lindsay, un base explosivo proveniente de James Madison
- Acaden Lewis, un verdadero robo del ciclo de reclutamiento tras su descompromiso de Kentucky
Con tantos rostros nuevos, resulta difícil prever cuánta química se podrá construir en poco tiempo. Pero si Willard logra imponer su sello de intensidad y preparación meticulosa, Villanova puede volver a ser relevante no solo en la conferencia, sino también en la pelea por el título nacional.
Un entrenador, muchos aprendizajes
Kevin Willard se define como un hombre de baloncesto. Fue recogebolas en los New York Knicks, asistente en los Celtics de Pitino, técnico principal en equipos como Iona, Seton Hall y Maryland. En los Terrapins lideró un récord de 65-39 en tres temporadas, alcanzando el Sweet 16 y clasificando dos veces a la NCAA.
Pero su salida no fue pacífica. En medio del torneo, hizo comentarios públicos sobre falta de recursos en NIL y malestar general con la dirección atlética. Maryland se movió y contrató a Buzz Williams desde Texas A&M. “Yo solo estaba protegiendo el programa”, comentó sobre esas tensiones.
Ahora en Villanova, dice que quiere quedarse al menos otros 10 años. “Este es mi último trabajo”, aseguró. Está listo para evolucionar con el negocio del baloncesto universitario sin perder sus raíces. “A veces mi estilo funciona, a veces no. Pero siempre voy a mantenerme fiel a mí mismo y al juego justo”.
¿Villanova contendiente nuevamente?
Esta temporada no hay garantías. La Big East presenta un panorama más competitivo que nunca con UConn, Marquette y Creighton como favoritos, y Villanova intentando ganar respeto nuevamente. Sin embargo, si alguien tiene las herramientas para transformar una crisis en oportunidad, ese podría ser Willard. Tiene el conocimiento, el carácter e incluso algo de nostalgia que tanto gusta en el baloncesto colegial.
Villanova no volverá a contar con Josh Hart, Mikal Bridges o Donte DiVincenzo, pero sí podría tener algo aún más valioso: un líder con convicción de reconstrucción a largo plazo. Y si los aficionados le dan tiempo —algo escaso en la era instantánea de la NIL y las transferencias—, tal vez veamos una continuidad honesta del Villanova Way.