Drama en la NBA: Ja Morant y Myles Turner, rostros distintos de una liga que no perdona
Del castigo a Morant a los abucheos a Turner, historias paralelas de dos estrellas atrapadas entre el talento, la presión y la polémica
La NBA, donde el espectáculo nunca descansa
La NBA es mucho más que un simple torneo profesional de baloncesto. Es un conglomerado de historias que se entrelazan entre luces, dramas, decisiones polémicas y declaraciones que desatan tormentas mediáticas. Esta semana, dos nombres propios han capturado toda la atención: Ja Morant y Myles Turner. Aunque sus trayectorias recientes parecen distintas, ambos ejemplifican la delgada línea entre el héroe adorado y el villano cuestionado.
Ja Morant: talento indiscutible, conducta discutida
Ja Morant volvió a las canchas con Memphis Grizzlies tras una suspensión de un partido impuesta por su propio equipo. ¿La razón? Oficialmente, "conducta perjudicial para el grupo". Sin embargo, más allá del comunicado estándar del equipo, la falta de transparencia ha levantado sospechas sobre lo que realmente ocurrió tras la derrota frente a los Lakers.
Morant es, sin dudas, uno de los jugadores más espectaculares de la liga. Con un promedio esta temporada de 20.8 puntos y 6.7 asistencias por partido, su impacto en el juego no puede negarse. Pero el viernes pasado, ante los Lakers, se le vio desconectado, pasivo y frío. Solo anotó ocho puntos, una cifra impropia para él. Más grave aún, cuando fue interrogado por la prensa, él mismo se encargó de echar leña al fuego:
“Según ellos, probablemente no deberían ponerme a jugar. Ese fue básicamente el mensaje. Está bien.” – Ja Morant
Su actitud ha dejado a muchos cuestionándose si Memphis está preparado para gestionar una figura de tanto talento y carácter como Morant. No es la primera vez que el joven escolta enfrenta sanciones internas o problemas extradeportivos. A pesar de todo, el entrenador Tuomas Iisalo intentó bajarle el tono al conflicto:
“Tuvimos una conversación y todos estamos enfocados en seguir adelante y ganar a los Pistons.” – Tuomas Iisalo
Pero este tipo de declaraciones, tan diplomáticas como vagas, no terminan de calmar a una afición que comienza a cansarse de que el futuro de su franquicia esté envuelto en polémica tras polémica.
Myles Turner: del ídolo al traidor
Mientras en Memphis se intenta apagar un incendio, en Indianapolis la llama del resentimiento se avivó con fuerza. Myles Turner, antiguo pilar de los Indiana Pacers, regresó como visitante con la camiseta de los Milwaukee Bucks, y lo que esperaba fuera una noche de homenaje se convirtió en un baño de abucheos.
Y eso que antes del partido, el entrenador Rick Carlisle había hecho un intento conciliador:
“Turner recibirá una cálida recepción, como la que se merece.” – Rick Carlisle
La realidad fue otra. Desde que tocó el balón por primera vez hasta su último lanzamiento, los abucheos fueron incesantes. Turner, quien pasó una década con los Pacers, dejó el equipo tras firmar en la agencia libre un contrato de cuatro años y $107 millones con los Bucks. Eso, después de que Indiana lo había identificado como una pieza clave para el futuro.
¿Qué cambió? Turner lo explica así:
“No estoy hablando mal de la ciudad o de mi tiempo aquí. Simplemente, este negocio me dio mi primera lección real de lo que significa ser parte de él. Las emociones deben dejarse a un lado.” – Myles Turner
Reacción de los fanáticos: ¿pasión irracional o memoria selectiva?
Mientras unos justifican a Turner por tomar una decisión económica lógica, otros lo acusan de desertor. A eso se suma que su salida fue apenas semanas después de la devastadora lesión de Tyrese Haliburton, quien se rompió el tendón de Aquiles en el Juego 7 contra Oklahoma. La sensación fue de abandono doble para unos Pacers ya golpeados emocionalmente.
Turner confesó incluso que nunca había visto el vestuario visitante en el estadio Gainbridge Fieldhouse. Su paso por los pasillos del equipo rival fue un viaje visual y emocional por recuerdos y traiciones. No ayudó que tras firmar con Milwaukee dijera que quería estar “en una ciudad en la que fuera celebrado”. Muchos en Indiana interpretaron aquello como un dardo.
Dos estrellas, un mismo problema: la percepción pública
La narrativa en la NBA puede cambiar en cuestión de segundos. Morant pasó de ser el salvador de Memphis a una figura problemática. Turner, de ser el rostro de una reconstrucción en Indiana, a ser señalado como el culpable de una traición deportiva.
¿Qué tienen en común? La brutal presión mediática y la sensibilidad de las comunidades que representan. La lealtad, en el deporte, sigue siendo una moneda muy valorada, aunque difícil de mantener cuando el negocio aprieta y los contratos millonarios llaman a la puerta.
Los números no mienten, pero tampoco lo dicen todo
- Ja Morant: 20.8 puntos, 6.7 asistencias, actuaciones explosivas, pero con historial de indisciplinas.
- Myles Turner: 14 puntos, cuatro rebotes por partido, dos títulos de bloqueos en su carrera, y una década de sacrificio con los Pacers.
Ambos ofrecen talento, pero el costo emocional y narrativo de sus decisiones trasciende los números.
Cambio de era: de estrellas eternas a mercenarios modernos
Quizás lo que más molesta al fan promedio no es la partida ni la actitud puntual, sino la sensación de que ya no quedan referentes inamovibles. Jugadores como Kobe Bryant, Tim Duncan o Dirk Nowitzki construyeron su legado en un solo equipo. Morant y Turner, aún en su juventud, representan el paradigma opuesto: tan talentosos como volubles, tan comprometidos como estratégicos a mediano plazo.
La NBA del 2025 no es un espacio indulgente. Las redes sociales, las cámaras en cada rincón del vestuario y las entrevistas post-partido exponen cada fisura, cada grieta. Y cuando la hinchada siente que ha sido olvidada o traicionada, el juicio llega sin piedad.
¿Redención o declive?
Tanto Morant como Turner tienen mucho camino por delante. El base de Memphis aún puede recuperar su estatus si muestra más compromiso y menos actitudes crípticas. Turner puede ser clave en el éxito de los Bucks y hasta provocar arrepentimiento en Indiana si Milwaukee consigue un título con él como pieza decisiva.
Pero para lograrlo, ambos deben entender que en la NBA no basta con meter puntos o bloquear tiros. El relato importa. Las palabras importan. Y sobre todo lo demás, la relación con la afición es sagrada.
En el ajedrez emocional del baloncesto profesional, cada movimiento —una queja en rueda de prensa, una firma en una franquicia rival— puede cambiar completamente la manera en la que una carrera será recordada.
Mientras tanto, a los fanáticos solo les queda observar, criticar o aplaudir. Porque, después de todo, la NBA también es una telenovela de altísimo nivel atlético.