El fallo que detuvo la manipulación de ecosistemas en Montana: ¿salvaguarda legal o freno a la conservación?

Una polémica ambiental revela el choque entre conservación climática y protección del carácter salvaje en las reservas naturales estadounidenses

Por décadas, la fauna de Estados Unidos ha sido objeto de programas de conservación intensiva. Sin embargo, no todas las iniciativas ambientales obtienen respaldos unánimes. La reciente decisión de un juez federal en Montana, que bloqueó un plan para envenenar un arroyo remoto como parte de un proyecto de introducción de truchas nativas, encendió el debate sobre los límites de la intervención humana en los ecosistemas salvajes.

¿Qué ocurre en Buffalo Creek?

Buffalo Creek, un arroyo aislado en la Absaroka-Beartooth Wilderness de Montana, se ha convertido en el centro de una controversia ambiental que enfrenta a agencias gubernamentales con grupos conservacionistas. El plan de Montana Fish, Wildlife and Parks (FWP) consistía en usar rotenona —una sustancia química que mata peces y otras formas de vida acuáticas— para eliminar especies introducidas y reintroducir la Oncorhynchus clarkii bouvieri, o trucha degollada de Yellowstone, una subespecie autóctona y no hibridada cada vez más amenazada por el cambio climático.

El objetivo era ecológico: establecer una población segura de esta especie en una zona donde antes no existían peces, debido a barreras naturales como cascadas.

La historia detrás de la trucha de Yellowstone

La trucha degollada de Yellowstone es una especie emblemática en la región de las Montañas Rocosas. Durante el siglo XX, su número disminuyó drásticamente por la introducción de especies exóticas como la trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss) y la trucha marrón (Salmo trutta), que compiten por alimento, hábitat y a menudo hibridan con ella, comprometiendo su pureza genética.

Según datos del U.S. Fish and Wildlife Service, la especie ha perdido más del 90% de su rango original, lo que ha impulsado programas intensivos de restauración. En este contexto, Buffalo Creek parecía un sitio perfecto para establecer una reserva natural fortalecida frente a los impactos del calentamiento global, que ya está elevando las temperaturas en los arroyos de montaña.

¿Qué es la rotenona y por qué se usa?

La rotenona es un pesticida orgánico aislado de ciertas plantas y utilizado desde la década de 1950 en gestión piscícola para eliminar peces no deseados. En este caso, el uso de rotenona apuntaba a erradicar la trucha arcoíris introducida desde hace casi un siglo.

Pese a tener respaldo técnico —la rotenona se degrada con el tiempo y tiene protocolos específicos de aplicación—, su uso en áreas protegidas es polémico, ya que elimina no solo peces invasores, sino también anfibios, insectos y otros organismos acuáticos.

Wilderness Watch, un vigía vigilante

La organización Wilderness Watch, con sede en Missoula, lideró una demanda argumentando que el plan violaba el Wilderness Act de 1964. Este histórico marco legal define las áreas salvajes como territorios “donde la tierra y su comunidad de vida no están perturbadas por el hombre, donde el hombre mismo es un visitante que no permanece”.

George Nickas, director ejecutivo de la organización, calificó el plan de FWP como un intento de “jugar a ser Dios con la manipulación de especies y hábitats”, estableciendo una reserva artificial en una cuenca históricamente sin peces.

El fallo judicial: se impone la ley de lo salvaje

El juez del Distrito de Montana, Donald Molloy, dictó el 23 de octubre una sentencia de 20 páginas en la que ordenó suspender el proyecto. Según Molloy, el plan “disminuye el carácter salvaje a casi todos los niveles” y, por consiguiente, infringe la esencia misma del Wilderness Act. Sus argumentos fueron contundentes:

  • La intervención sustituye las condiciones naturales por condiciones impuestas por humanos.
  • El uso de pesticidas en masas de agua naturales altera profundamente el equilibrio ecológico.
  • No es coherente con el mandato legal de preservar estos espacios “sin deterioro” para futuras generaciones.

El fallo revierte una decisión anterior de la magistrada Kathleen DeSoto, quien había dado la razón al Servicio Forestal argumentando que tenía margen discrecional en la gestión de estos espacios.

Un precedente histórico

Wilderness Watch celebró el fallo como uno de los más importantes en defensa del Wilderness Act en sus seis décadas de existencia. “La idea de que los gestores pueden sustituir las condiciones naturales por sus deseos amenaza con destruir los valores profundos que distinguen a las áreas salvajes”, dijo Nickas en un comunicado.

La decisión resalta el eterno dilema entre conservación activa y preservación intacta. ¿Debemos intervenir para corregir los errores del pasado (como la introducción accidental de especies) o dejar que la naturaleza actúe, incluso si eso significa perder especies nativas icónicas?

FWP no se rinde

Greg Lemon, portavoz del FWP, señaló que si bien acatarán la medida, su compromiso con la restauración de especies nativas sigue intacto: “Estos proyectos requieren años y numerosos socios, pero vale la pena el esfuerzo. Restaurar y proteger especies nativas es uno de nuestros mandatos clave”, dijo en un correo a Montana Free Press.

El contexto climático y otras decisiones complejas

Este debate legal no es aislado. A lo largo del Oeste estadounidense, autoridades estatales y federales enfrentan dilemas éticos similares.

  • En el Noroeste del Pacífico, se ha propuesto eliminar cerca de 500,000 búhos listados para facilitar la recuperación del búho moteado del norte, una especie amenazada.
  • En Montana, la expansión de la vegetación xerófila como los enebrales consume más agua, desplazando a otras especies y afectando los paisajes históricos abiertos.

El cambio climático fuerza la reconfiguración acelerada de ecosistemas. Y en este nuevo paradigma, la línea entre intervención necesaria y alteración invasiva se vuelve cada vez más fina.

¿Qué pesa más: restauración o intangibilidad?

La discusión de fondo tiene implicaciones filosóficas: ¿la restauración de especies autóctonas justifica alterar ecosistemas? ¿Cuál es el verdadero espíritu de una “zona salvaje”?

En palabras del juez Molloy, “no podemos sustituir los designios de la naturaleza por lo que nos parezca más correcto sin degradar esencialmente lo que estamos llamados a proteger”.

La sentencia no impide todos los proyectos del FWP, pero obliga a repensar los métodos usados. Mientras tanto, cientos de proyectos de conservación en EE. UU. toman nota de este fallo para evaluar sus propias estrategias.

Una cosa queda clara: la justicia ha trazado una línea firme para proteger lo que se considera verdaderamente salvaje.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press