Rompiendo el ciclo del fuego: cómo comunidades en Hawái están liderando una revolución contra los incendios forestales
Desde Lahaina hasta Kahikinui, ciudadanos, empresas y agencias estatales tejen una red de colaboración para proteger vidas, escuelas y ecosistemas frente a una amenaza creciente
Un fuego que no se olvida: la tragedia que marcó un antes y un después
El 8 de agosto de 2023, una serie de incendios forestales devastó la isla de Maui, en Hawái. La comunidad de Lahaina fue una de las más golpeadas: 102 personas perdieron la vida y cientos lo perdieron todo. Fue el incendio más mortífero en más de un siglo en Estados Unidos. Pero más allá del dolor y la pérdida, lo que emergió de entre las cenizas fue un grito de resistencia, solidaridad y transformación.
Hoy, ese mismo espíritu impulsa a múltiples comunidades en Maui a convertirse en un ejemplo de acción colectiva ante el calentamiento global, el abandono estatal y la amenaza cada vez más extrema de los incendios. Este artículo analiza ese fenómeno desde una perspectiva de análisis, visibilizando modelos de gobernanza local que podrían inspirar a otras regiones del mundo.
¿Qué son los firebreaks y por qué son tan importantes ahora?
Los cortafuegos (firebreaks) o zonas de cortafuego son franjas de terreno despejadas de vegetación inflamable, diseñadas para impedir o ralentizar el avance del fuego durante un incendio. Existen también los fuel breaks: áreas donde la vegetación ha sido sustituida por especies menos inflamables o manejadas para reducir el riesgo.
En Hawái, la necesidad de estos espacios se ha vuelto crítica. Según el Instituto de Investigación de Seguridad contra Incendios, se necesitarían “cientos de millas” más de estas zonas en toda la región para lidiar con el actual riesgo.
La razón es simple: el cambio climático está intensificando los periodos de sequía, mientras especies invasoras como el pasto 'guinea' y otros pastizales secos hacen que las islas se conviertan en barriles de pólvora preparados para estallar al menor chispazo.
Lahaina: la educación como prioridad
Uno de los proyectos más emblemáticos es el nuevo cortafuegos en forma de herradura construido alrededor de la escuela secundaria Lahainaluna. Fue liderado por Hawaiian Electric Co., pero la iniciativa se salvó gracias al impulso de Maui United Way, quienes retomaron el proyecto cuando el financiamiento federal fue recortado en 2023.
Más de 50 voluntarios, trabajadores de empresas privadas, agencias gubernamentales y residentes locales participaron en la limpieza de casi nueve acres de maleza seca. El área protegida incluye, además de la escuela secundaria, a la escuela primaria Princess Nāhiʻenaʻena, la escuela intermedia de Lahaina y zonas residenciales vecinas.
Jeeyun Lee, directora interina de Maui United Way, señaló: “Fue una necesidad urgente después de los incendios, y se convirtió en un símbolo de lo que podemos lograr cuando todos trabajamos juntos.”
La aportación combinada de todas las personas y organizaciones participantes se estima en $50,000 en mano de obra e insumos.
Kahikinui: la resistencia nativa hawaiana
En el otro extremo de Maui, en la comunidad nativa de Kahikinui, los esfuerzos no son nuevos. Desde 2016, están acreditados como comunidad Firewise por sus estrategias de mitigación del riesgo de incendios. Han aprendido a usar a sus propios animales —cabras, vacas, ovejas— como una barrera natural contra la expansión del fuego. Su pastoreo controlado reduce el crecimiento de maleza inflamable cerca de hogares y caminos.
Desiree Graham, una líder de la comunidad, lo resumió así: “Queremos proteger nuestras casas, sí, pero sobre todo a nuestra gente.” Recordó cómo los preparativos fueron cruciales para contener un incendio que en junio de 2023 obligó a evacuar más de 100 viviendas y calcinó unas 330 acres.
Ahora planean crear una franja de pastoreo como cortafuego al borde de la autopista Piilani, con un presupuesto inicial estatal de $1 millón.
La importancia de colaborar: el nuevo ecosistema antincendios
La construcción de cortafuegos no solo depende del dinero, sino también de la coordinación entre múltiples actores. Es común que estas zonas impliquen trabajar en tierras federales, estatales y privadas. Lograr ese nivel de sinergia no es tarea fácil.
“La colaboración es crítica,” dijo Jeeyun Lee. “Poder reunir a todos de manera significativa —y que cada quien contribuya— es recordarnos que tenemos mucho en común.”
En Maui, se han sumado gobiernos municipales, organizaciones como Hawai‘i Wildfire Management Organization, compañías eléctricas, empresas agrícolas e incluso asociaciones de conservación de cuencas hidrográficas como Kula Community Watershed Alliance.
Los desafíos del pasado y los riesgos del futuro
Mike Walker, director forestal del Departamento de Tierras y Recursos Naturales (DLNR), explicó que hasta 2023 esta entidad mantenía solo 22 millas de cortafuegos en Maui. Con fondos escasos y aumento de riesgo, el panorama cambió radicalmente tras los incendios de Lahaina.
El estado ha empezado a trazar nuevas zonas, con maquinaria especializada para triturar árboles in situ —un proceso conocido como masticación. También se lanzó el programa estatal “Hawai‘i Wildfire Risk Reduction Grant”, que ofrece hasta $300,000 para comunidades o iniciativas listas para ejecutar mitigación directa del riesgo de incendios.
Según Kate Blystone, directora de planificación del condado de Maui, ya se están revisando las regulaciones locales en urbanismo y edificación para incorporar medidas antiincendios, incluyendo códigos de zonificación que exijan la creación de cortafuegos en los planes de desarrollo urbano.
Laksmi Abraham, vocera del municipio, enfatizó que estas líneas de defensa deben combinarse con educación comunitaria, vías de evacuación, espacios defensivos en torno a viviendas y estrategias sostenidas de cuidado territorial.
Un nuevo modelo de prevención basado en el conocimiento comunitario
Una de las enseñanzas más reveladoras sale de bocas como la de Desiree Graham, quien sintetiza a la perfección la esencia del enfoque:
“Podemos tener brigadas, maquinaria, hasta helicópteros... pero si la comunidad no está conectada con la tierra, si no sabemos cómo cuidarla con lo que tenemos, el fuego siempre nos llevará ventaja.”
Su perspectiva se alinea con una creciente tendencia internacional: integrar los saberes ancestrales indígenas en estrategias climáticas modernas. En el caso hawaiano, esto significa restaurar cuencas hidrográficas, plantar especies nativas y devolverle protagonismo a lo que en idioma kanaka maoli se conoce como aloha ʻāina: amor y respeto por la tierra.
¿Puede replicarse en otras partes del mundo?
Definitivamente. Desde California hasta el Mediterráneo, regiones afectadas por incendios pueden tomar nota del enfoque hawaiano. Estos son algunos aprendizajes clave:
- Inversión en infraestructura preventiva: Mejor que apagar incendios es evitarlos, y eso implica caminos, franjas limpias y regulación urbana.
 - Participación comunitaria: La capacitación de los vecinos, su organización y empoderamiento, marcan una diferencia crucial.
 - Gestión del paisaje: El uso estratégico del ganado o de la reforestación nativa puede reducir considerablemente el volumen de combustible vegetal inflamable.
 - Colaboración Público-Privada: Organismos gubernamentales, empresas y ONGs pueden lograr lo que ninguna por sí sola.
 
Hawái, esa joya volcánica en medio del Pacífico, está mostrando al mundo que, incluso en medio del desastre, se puede diseñar un futuro resiliente. Solo se necesita voluntad, conocimiento, memoria y comunidad.
