Rosalía y su revolución flamenca: del conservatorio a ícono global
Cómo la artista catalana transformó un arte ancestral en una fuerza vanguardista del pop contemporáneo
Raíces flamencas y formación clásica
Antes de que el mundo gritara su nombre en estadios y premiaciones, Rosalía Vila Tobella era una joven estudiante que caminaba por los pasillos del Escola Superior de Música de Catalunya. Nacida en San Esteban Sasroviras, una localidad cercana a Barcelona, su pasión por el flamenco la llevó desde muy temprana edad a estudiar con rigurosidad los cánones de una de las tradiciones musicales más profundamente arraigadas de España.
El flamenco clásico exige disciplina, entendimiento del cante jondo, palos, compás y una conexión emocional difícil de articular con palabras. Rosalía no solo dominó ese legado, sino que también se atrevió a dialogar con él. Y, más tarde, a romperlo.
El momento bisagra: “El Mal Querer”
Fue en 2018 cuando Rosalía irrumpió en la escena internacional con El Mal Querer, un álbum conceptual basado en una novela occitana del siglo XIII (Flamenca), pero que reconfiguró los límites entre lo clásico y lo urbano. Su enfoque tenía raíces: palos flamencos como la bulería o la soleá aparecían transformados a través de sintetizadores, bases de trap, autotune y una producción meticulosa firmada junto a El Guincho.
La revista Rolling Stone calificó el disco como "una revolución sonora dentro del pop global", y el New York Times la nombró como "una de las artistas más influyentes de su generación". El mérito no radicaba solo en el sonido, sino en cómo Rosalía abordaba la tradición desde el respeto, pero sin miedo a exportarla o reinventarla.
Feminismo, identidad y deconstrucción cultural
En sus letras y en su estética, Rosalía ha abordado temáticas como el empoderamiento femenino, la violencia simbólica y la cultura gitana desde una perspectiva que no ha estado exenta de polémicas. Algunos puristas del flamenco —incluidos artistas como El Cigala— han llegado a acusarla de apropiación cultural por no ser gitana. Sin embargo, para un sector más amplio del público joven y globalizado, Rosalía representa exactamente lo contrario: la democratización del patrimonio sonoro.
Como ella misma comentó en una entrevista con Billboard:
“Nunca pretendí apropiarme de nada. El flamenco me atraviesa porque lo estudié durante años. Mi forma de entenderlo es honrarlo al hacerlo vivir en el presente.”
LUX: su nueva mutación sonora
En 2024, Rosalía sorprendió con el lanzamiento de LUX, un proyecto mucho más minimalista y abstracto, que tiende puentes hacia el arte contemporáneo y el performance en vivo. Grabado en colaboración con artistas visuales y compositores experimentales, LUX se aleja del reggaetón o los beats marcados para sumergirse en texturas, disonancias y ambientes sonoros casi cinematográficos.
La crítica ha recibido el álbum con división: mientras algunos lo ven como un paso hacia la madurez artística, otros consideran que se aleja demasiado de lo que hizo brillar a la artista. No obstante, esa dualidad es parte inherente del fenómeno Rosalía: incómoda, desafiante, impredecible.
Rosalía como símbolo transnacional
El mayor logro de Rosalía quizá no esté sólo en su discografía, sino en lo que ha representado: una artista europea que canta en castellano y llena estadios en Estados Unidos, Reino Unido, Japón y Latinoamérica. Su presencia en festivales como Coachella, Glastonbury, Lollapalooza y Primavera Sound ha contribuido a que el idioma deje de ser barrera en el marco del pop global.
Además, ha sido portada de revistas como Vogue, GQ y Time, nominada y galardonada en los Grammy y Latin Grammy, y sus vídeos —como “Malamente” o “Saoko”— han sido objeto de estudio en universidades por su iconografía visual poderosa y disruptiva.
En palabras de Harvey Mason Jr., presidente de la Recording Academy, durante la edición 2023 de los Grammy:
“Rosalía representa una nueva escuela de pensamiento musical. Es una artista que redefine la naturaleza del pop sin pedir permiso.”
Un futuro sin mapas
Si algo resulta previsible en la carrera de Rosalía es su imprevisibilidad. Su próximo paso podría ser un álbum de techno, una película experimental o una colaboración con artistas africanos. Ha demostrado que el éxito no requiere fórmulas repetidas, sino el coraje de explorar.
A día de hoy, Rosalía no parece estar interesada en satisfacer demandas del mercado. Su brújula apunta hacia el arte, la experimentación y la performance. Más que una cantante, es una fuerza cultural, una alquimista que convierte lo tradicional en futurista.
Estadísticas y reconocimientos
- Ganadora de 11 Latin Grammy y un Grammy anglosajón.
 - Primera artista española en actuar como cabeza de cartel en Coachella (2023).
 - El Mal Querer fue incluido por Pitchfork entre los 200 mejores discos de la década 2010-2020.
 - Más de 32 millones de oyentes mensuales en Spotify (dato al primer semestre de 2024).
 - Su tema “Despechá” superó los 900 millones de reproducciones en plataformas digitales.
 
¿Fenómeno o legado?
En la efervescencia de una industria musical obsesionada con lo viral, Rosalía ha demostrado que el arte aún puede sostenerse sobre fundamentos sólidos: teoría, historia, y un punto de genialidad. ¿Es un fenómeno? Sin duda. ¿Pero también está construyendo un legado? La respuesta, con cada álbum, parece ser un sí enfático.
Como escribió el periodista cultural Diego A. Manrique: "Rosalía no inventó el flamenco, pero quizá consiga que millones de personas en el planeta sientan su latido por primera vez."
