Texas y la nueva era de las deportaciones: ¿hacia una caza masiva de inmigrantes?
Con arrestos duplicados y políticas más agresivas, el segundo mandato de Trump redefine el rostro de la inmigración en Estados Unidos
Una crisis invisible: deportaciones dentro de Estados Unidos
Más allá de los reflectores sobre la frontera sur, una transformación más silenciosa pero igualmente contundente está ocurriendo en el interior de Estados Unidos. En particular, Texas se ha convertido en el epicentro de una nueva ofensiva migratoria impulsada por la administración de Donald Trump en su segundo mandato. Datos obtenidos por el Deportation Data Project muestran que en este nuevo escenario, los arrestos por parte de ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) han más que duplicado su ritmo desde los tiempos de Biden.
Cifras que alarman
La comparación entre los últimos 18 meses del mandato de Joe Biden y los primeros seis del actual presidente es contundente:
- Arrestos diarios: De 85 bajo Biden a 176 bajo Trump en Texas.
 - Regiones más afectadas: Houston y Dallas han visto un aumento en los arrestos del 30%.
 - Jails como puntos focales: El 52% de los arrestos actuales provienen de cárceles locales.
 - Personas sin antecedentes: De apenas el 42% con Biden, ese número ha subido a un 59% sin condenas durante la actual administración.
 
Además, Texas alberga las cárceles con mayor número de detenciones por ICE en el país. El Condado de Harris, por ejemplo, lidera con amplio margen.
Historias humanas, consecuencias reales
Los números parecen abstractos hasta que se traducen en casos como el de Medrano, inmigrante mexicano que llamó a la policía para que ayudaran a su esposa, diagnosticada con esquizofrenia. Ella terminó en la cárcel, sin condena, y fue deportada luego de que un fiscal desestimara los cargos. ICE la recogió directamente desde la prisión.
Medrano, quien también estaba en el país de forma irregular, decidió seguir a su esposa a México, dejando atrás a sus cuatro hijos ciudadanos estadounidenses. “Solo quería conseguirle ayuda”, dijo. Hoy vive en San Luis Potosí, intentando reconstruir su vida.
Texas: un modelo de represión migratoria
Este endurecimiento no es casual. Desde 2017, Texas ha creado un terreno fértil para la colaboración con ICE. Bajo el liderazgo del gobernador Greg Abbott:
- Se han destinado más de $11 mil millones a fuerzas de seguridad fronteriza.
 - Se han aprobado leyes que obligan a cooperar con ICE, incluso en ciudades y condados que antes se mostraban protectores.
 - La ley de 2023 ha sido descrita como una de las más agresivas, permitiendo que policías estatales arresten y deporten personas por cruce ilegal.
 
Operation Lone Star, el estandarte de Abbott, despliega tropas de la Guardia Nacional y policías estatales en la frontera... pero también dentro de ciudades como Houston y Dallas.
Una política basada en la detención masiva
Durante su campaña, Trump prometió “el mayor programa de deportación de criminales en la historia de EE.UU.”. Sin embargo, la realidad es otra: la mayoría de personas detenidas por ICE no tiene antecedentes penales graves. Una clara desconexión entre retórica y aplicación.
Según Charis E. Kubrin, criminóloga de la Universidad de California: “La red que están lanzando está capturando a personas que no representan peligro alguno”. 
 Y César García-Hernández, profesor de derecho inmigratorio en Ohio State, remata: “No existen suficientes inmigrantes con antecedentes graves para alcanzar las metas de deportación que Trump se ha propuesto”.
Presupuesto y armas legales: expansión sin freno
Para cumplir sus metas, la administración ha obtenido del Congreso una aprobación de $170 mil millones para reforzar la infraestructura de ICE: se busca contratar hasta 10,000 nuevos agentes, el doble de la plantilla actual, y ofrecer un bono de ingreso de $50,000. Como resultado, se proyecta alcanzar 3,000 arrestos diarios en todo el país.
Esto no solo incluye personas con cargos criminales: los “check-ins” migratorios, visitas obligatorias con ICE mientras se resuelve un caso de asilo, también se han convertido en trampas. El caso de Yony Pérez-Oduardo, cubano deportado directamente desde su visita de control, es el ejemplo más claro.
Nuevas estrategias: arrestos fuera del sistema penal
En tiempos de Biden, el 80% de los arrestos provenía de cárceles. Bajo Trump, ese porcentaje cayó al 64%. Esto indica un aumento de operaciones en espacios civiles: calles, trabajos, domicilios y propias oficinas de ICE.
Marwan Marouf, inmigrante palestino, fue detenido camino al trabajo. Había contribuido a una organización palestina que luego fue acusada de financiar actividades terroristas. Aunque nunca fue acusado legalmente, ICE detuvo su proceso de green card y lo mantiene en custodia.
Su detención fue acompañada por un comunicado oficial: “Una residencia permanente es un privilegio, no un derecho”.
Impacto psicológico y familiar
Estas políticas no solo afectan a los migrantes. Las esposas, hijos y padres que aún permanecen en el país, sufren consecuencias traumáticas:
- Hijos presencian arrestos de sus padres.
 - Familias fragmentadas por decisiones rápidas e inescrutables.
 - Niños con ciudadanía, obligados a elegir entre vida en EE.UU. o seguir a sus padres deportados.
 
César Espinosa, de la organización FIEL en Houston, lo describe así: “Pasamos de recibir una o dos llamadas al mes a unas 15 o 20 al día” reportando detenciones.
El rol de las cárceles locales: la puerta hacia ICE
Cuando alguien es arrestado, incluso por faltas menores como conducir sin cinturón o consumo mínimo de alcohol, sus datos son revisados por ICE en las cárceles texanas. Si se encuentra en el país ilegalmente, se emite una detención migratoria que impide su liberación.
Esto ha provocado que incidentes domésticos, conflictos de salud mental o errores administrativos se conviertan en causas de deportación.
El silencio sobre los datos oficiales
Desde el regreso de Trump, diversos analistas denuncian que el gobierno ha dejado de publicar muchos de los datos migratorios que antes eran públicos. Incluso reportes previos, como uno del Departamento de Justicia que demostraba que los inmigrantes cometen menos crímenes que los ciudadanos estadounidenses en Texas, han desaparecido de sitios oficiales.
Una advertencia para el futuro
Si con menos del 30% del nuevo personal ICE ya se ha duplicado la cantidad de detenciones, el panorama a 2025 podría ser aún más extremo. La administración ha dejado claro que no se trata de una fase: es una política de Estado.
En palabras de Aaron Reichlin-Melnick, del American Immigration Council: “Esto no es un impulso temporal. Es una estrategia de pedal a fondo”.
La pregunta es: ¿está preparada la sociedad estadounidense —y en especial los sectores más progresistas— para enfrentar la redefinición total de lo que implica ser inmigrante en Estados Unidos?
